INJUSTICIA

1286 Words
De inmediato, Janet se baja del carruaje del general y atiende a la esclava. Cuando el general le dice a Manuel y a Janet: —   Solo es una esclava maltratada, vamos a la cárcel. Janet se ofende con el general. Y lo mira desde el suelo, y le dice: —   Vea general, tome su camino hacia la cárcel. Que yo voy a estar ocupada atendiendo a esta mujer. El general le hace caso a Janet y se va del Arca, mientras Manuel carga a Nassoumi. Y la lleva hacia donde están los demás esclavos, y la acuesta en una cama. Morati y los demás se impresionan al ver las heridas de látigo que tiene Nassoumi, y le dice a Janet: —   ¿Quién le hizo esto? Janet sigue revisando a Nassoumi, y le contesta a Morati: —   No lo sé, de repente ella apareció y se desplomo al instante… tenemos que esperar a que despierte. Para que nos cuente lo que paso. Minutos después, Nassoumi se despierta. Y al ver a todos sus amigos, les dice: —   Gracias a Dios que ustedes se quedaron aquí. Alika se agacha, y le dice a Nassoumi: —   ¿Quién te hizo esto? Janet y todos los demás se acercan más a ella. Cuando Nassoumi le responde a Alika: —   No se quien eran, pero lo que si les puedo decir, es que fuimos capturados por diez sujetos que venían a caballos… algunos de nosotros nos resistimos, pero de inmediato nos golpeaban con tanta fuerza. Que muchos quedaron moribundos… ante la confusión de tanta gente y de haber recibido muchos latigazos, yo me hice la muerta. Y después de unos minutos, me levanté como pude, y me fui de ese espantoso lugar. Killand, Saud, Jasir y Yaro, entran al establo y al ver a Nassoumi, todos se acercan a ella preguntando por su salud. Morati le dice a los que llegaron: —   Al parecer, los que se fueron hace unos días, fueron atacados por hacendados de estos alrededores. Janet le dice a Nassoumi: —   ¿Escuchaste algún nombre? Nassoumi comienza a recordar, pero al instante le responde a Janet: —   No, no puedo recordar si alguien dijo algún nombre, es muy confuso. Killand se enfada y azota un palo que tiene en la mano, diciendo: —   ¡Infelices! En la cárcel, el propio general entra en la celda donde esta Rodrigo y su familia. Y al verlos juntos les dice: —   Váyanse despidiendo unos a los otros, porque si ustedes no dicen dónde está la carga de Janet… los tres serán decapitados. Angela intenta golpear al general, pero su esposo e hijo la detienen. Cuando ella dice: —   Esto es una injusticia, nosotros no hemos hecho nada, ¿dónde está Janet?, quiero hablar con ella. El general le responde a Angela: —   Ella no va a venir, yo les recomiendo que confiesen. Y digan donde tienen el cargamento. Rodrigo le contesta al general: —   No tenemos nada que confesar, porque nosotros no sabemos nada de esos carruajes. Y mucho menos de carga, así que pierde su tiempo. El general sale de la celda y antes de irse, les dice: —   Tienen dos días. Para que recapaciten y digan donde esta lo demás, si no, sus cabezas rodaran por los suelos… En el Arca, Janet le dice a Facundo y a Emilio: —   ¿Ustedes han escuchado o visto algo de lo que le paso a Nassoumi y a los otros? Facundo le responde a Janet: —   No, nosotros hemos estado trabajando aquí, y no sabemos nada de eso. Janet ve a Killand caminar solo hacia donde están los animales, y le dice a Facundo y a Emilio: —   Sigan en su trabajo. En ese instante, mientras Zafiro juega con los ciervos, Janet encuentra a Killand mirando los caballos. Cuando se acerca a él, y le dice: —   Se me olvido curar tu cabeza. Killand se da vuelta y se sonríe al ver a Janet, y le responde: —   Ya estoy bien, mi cabeza es muy dura y resistente. Abu los observa desde lejos. Cuando Janet le dice a Killand. —   ¿Estas enojado por lo de Nassoumi? —   Claro que lo estoy, nacimos en un mundo injusto para nosotros… nos esclavizan, nos maltratan verbalmente, nos golpean, hacen con nosotros lo que quieren… como quiere que no esté enojado. En ese preciso momento, a Janet se le sale una lágrima. Y pone su mano derecha en el hombro izquierdo de Killand, y le expresa: —   Yo nunca haría eso. —   Eso lo sé, usted es una mujer especial, la cual le debo mucho. —   Tu no me debes nada… antes yo les tengo que pagar a todos ustedes por el trabajo que han hecho. Killand se sonríe, y le dice a Janet: —   La carga que se robaron… ¿ya aparecieron los culpables? —   Si, a eso venia el general. En ese instante, Abu va a donde esta Manuel, y le dice: —   Perdone que le diga esto, señor Manuel. —   ¿Qué tienes Abu? —   Estoy confundido, es algo que no comprendo. —   Habla Abu. —   Es Killand. —   ¿Qué pasa con él? —   ¿Es apropiado que el este tan cerca de Janet? Manuel los mira por unos segundos, y luego mira a Abu, y le dice: —   Ella es la dueña de todo esto, y yo no puedo hacer nada para impedirle hablar con el que ella quiera… además, a ti eso que te importa Abu, vete a trabajar. Para que ella te pague. —   Está bien. Abu no se va a trabajar. Y se dirige al establo donde esta Ashanti, Naina, Alika y Nassoumi. En ese instante, Abu llama por separado a Ashanti, y le dice: —   Tu novio está hablando muy cariñosamente con Janet, ¿no vas hacer algo? Ashanti mira fijamente a Abu, y le responde: —   Killand no es mi novio, él puede hacer lo que se le dé la gana. —   Yo creí que ustedes tenían algo. —   No. —   Ah, qué pena, ustedes se veían bien cuando estaban juntos, va hacer una lástima que te rindieras tan fácilmente. Y perdieras la oportunidad de estar con el hombre que realmente quieres. Alika le dice a Naina: —   ¿Alcanzas a escuchar que es lo que le dice Abu a mi hija? —   No, pero no debe de ser algo bueno. De inmediato, Alika se levanta y coge del brazo derecho a su hija, y la aleja de Abu, diciéndole: —   No molestes a mi hija. En la caballeriza, Janet le dice a Killand: —   Bueno, ya lo que se perdió, se perdió, ahora hay que trabajar para sacar de nuevo la misma carga. Para abastecer el comercio del pueblo, y después me ocuparé de hablar con las personas que supuestamente se robaron el cargamento. Killand coge las dos manos de Janet, y le dice: —   Yo quiero acompañar a Manuel y a Facundo en la entrega de la carga. —   Está bien, ahora lo que prima es la seguridad de la carga. Zafiro aparece, y le dice a su mamá: —   ¿Qué vamos hacer hoy? De inmediato, Janet le reclama a Zafiro: —   ¿No vas a saludar a Killand? Zafiro mira a Killand, y le dice: —   Hola Killand. —   Hola señorita Zafiro. Janet le dice a su hija: —   Hoy vamos a continuar con el aprendizaje de escribir. En seguida, Killand bromea con Janet, y le dice: —   A mí también me gustaría aprender a escribir. Y a leer. Janet le dice a Killand: —   Porque no, cuando quieras podemos comenzar. Killand se sonríe, y dice: —   Lo decía en broma, yo no sé cómo aprender a estudiar eso…      
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