Norte de Valencia, Fernando toma vino y celebra con gran complacencia, el robo que le hizo a Pedro. Cuando Elena le dice:
— ¿Qué pasa aquí?
— Estoy contento mujer.
— ¿Qué estas celebrando?
Fabián también ve a Fernando con una alegría excesiva y se queda observándolo. Cuando Fernando le responde a Elena:
— Estoy celebrando que soy la persona mas brillante y rica de la ciudad, el dinero me persigue.
Elena ve a su hijo. Y luego le expresa a Fernando:
— Pero no te excedas con la bebida…
En la mañana siguiente, Alejandro vuelve a casa de Candela. Cuando esta le dice:
— No ha llegado.
En broma, Polinar se acerca a Alejandro, y le dice:
— ¿Se te perdió la mujer?
Alejandro no le dice nada y se vuelve a ir de la casa, mientras los militares que acompañaban a Pedro siguen buscando la mercancía.
En casa de Laura, Pedro se levanta de la cama y se acuerda de lo que le paso con su mercancía, y dice:
— ¿Quién se atrevió a tanto?
Laura entra en la habitación, y le dice a Pedro:
— Aquí te traigo un desayuno.
— No te fueras molestado.
— Como no, necesitas comer… y ya no estes más preocupado, como te dije ayer. Yo voy a invertir en el café…
Siguiendo el rastro de los carruajes, Janet camina durante varias horas, mientras toda la gente que pasa la queda viendo constantemente.
Janet sostiene su caballo. Y no le hace caso a la gente y sigue viendo el piso. Hasta llegar a una esquina donde las huellas de los carruajes están confusas.
En ese instante, Janet se agacha y observa el suelo con gran detenimiento, y dice:
— Tendré que jugármela por el lado derecho, si, es donde más pronunciadas están…
En ese instante, Janet se monta en su caballo y se va cabalgando por el camino del lado derecho.
Norte de Valencia, al ver el comportamiento de su padre, Fabián sale de su casa y se monta en uno de sus carruajes. Y se va al negocio de café de su padre.
Minutos después, Fabián se baja del carruaje y ve desde lejos a Luis y a Rodolfo, quienes están hablando mientras observan el mar.
Fabián se acerca a ellos, y les dice:
— Buenas señores.
De inmediato, Luis y Rodolfo se dan vuelta. Y le responde:
— ¡Buenas!
Luis le dice a Fabián:
— Joven Fabián, ¿usted por acá?
Rodolfo también le dice a Fabián:
— Hace tiempo que no la vía por estos lugares.
Fabián les dice a los dos:
— Es que venía a ver con mis propios ojos, el gran negocio que hizo mi padre ayer.
Rodolfo y Luis se quedan mirando, y luego Luis dice:
— ¿Negocio? Que yo sepa en estos días no sea enviado nada en los barcos.
Desconcertado, Fabián dice:
— No, ustedes tienen que estar equivocados, aquí tuvo que hacerse un gran negocio, porque de lo contrario no se explicaría lo de anoche.
Rodolfo le expresa a Fabián:
— No sé de qué hablas muchacho, como te dijo Luis, tu padre no ha mandado nada por estos días a los barcos… ¡espera!, Manolo…
Luis le dice a Rodolfo:
— ¿Qué pasa con Manolo?
— Él es el único que puede decir algo.
Fabián le dice a Rodolfo:
— ¿Por qué dices eso?
Rodolfo recuerda a Fernando y a Manolo, quienes hablaban misteriosamente, y le dice a Fabián:
— Pues tu padre estaba hablando secretamente con Manolo, creo que él puede sacarte de dudas.
Fabián les dice a los dos:
— ¿Y ustedes saben dónde está Manolo?
Luis le responde a Fabián:
— No sabemos, es mejor que te sientes y lo esperes, debe de venir con tu padre en cualquier momento.
Fabián da la vuelta y se va a buscar por los al rededores y entre la gente, pistas de Manolo…
Alejandro sigue buscando a Janet por todas partes, mientras ella cabalga hasta acercarse a la casona. Donde Fernando guardo la mercancía.
Janet se baja del caballo y ve a un hombre y una mujer desde lejos, y dice:
— Nada pierdo por preguntar.
Janet espera a que las dos personas se acerquen. Cuando le da por mirar a su derecha, y ve una bonita casona entre los árboles.
En ese instante, Janet deja a las dos personas y se va caminando hacia ese lugar viendo siempre el piso.
Janet deja el caballo a un lado y llega a la puerta y forcejea con la cerradura en varias oportunidades, y luego de no poder abrir, se pone a buscar algún hueco en la puerta. Para ver que hay dentro, pero no logra ver nada.
En ese momento, Janet separa al frente de la casona, y dice:
— Esto no me va a quedar grande, aquí debe de haber algo y yo lo voy a descubrir.
Janet utiliza su caballo para pararse encima de él. Y así tratar de subirse al techo de la casa. Cuando Fernando la mira desde lejos, y le dice:
— Señorita, ¿se le perdió algo allá?
Janet se asusta y mira a dos hombres que nunca antes había visto, y les dice:
— Ah…
Manolo le dice a Fernando:
— Esta mujer nos ha descubierto, ¿qué hacemos con ella?
Rápidamente, Janet se inventa algo al ver de nuevo el techo, y les dice:
— Es que tenía un pájaro y el voló hasta este lugar.
Fernando se sonríe un poco, y le dice a Manolo:
— Cree que somos tontos.
— Bajemos a esa mujer de allá.
— Espera, dejemos que ella lo haga sola y se gane nuestra confianza… no vas a negar que es preciosa.
— Si, pero nos puede delatar.
En ese instante, Janet se baja del techo de la casona verde, y luego les dice:
— Bueno, ya me voy para mi casa, así que espero no tener ningún problema con ninguno de los dos…
En casa de Laura, Pedro besa a su novia. Cuando esta le dice:
— Vete ya… ve y vuelve hacer negocios para que no pierdas tus contactos en los barcos.
— Si, pero primero voy averiguar con los militares lo de la mercancía robada, necesito saber cómo les fue.
Casona verde, Fernando le dice a Janet:
— ¿Qué paso con el pájaro?
— Ya se fue, así que me voy para mi casa.
En seguida, Janet se monta en su caballo. Cuando Fernando y Manolo se hacen a un lado del camino.
Janet desconfía de los dos, pero de todas formas decide pasar por su lado. Cuando estos se le tiran encima…