EL PRECIO DE UN ESCLAVO

1355 Words
Sorprendidos, Batista y Manuel quedan mirando a Margot, pero se quedan callados. Cuando Esteban les dice a sus hermanos: —   Retirémonos por el momento. Alonso se enoja con Esteban y se acerca a él, y le expresa al oído: —   ¿Qué te pasa hermano? ¿Te vas a dejar quitar ese esclavo en tu propia cara?, así como así. Benítez también le dice a Esteban: —   Los Vargas no somos de esos que huyen cuando se les presentan problemas, no podemos irnos así como así… ¡responde Esteban!... ¡eres un cobarde! De inmediato, Esteban se enfada y ante la mirada de todo el mundo, le pega una bofetada a Benítez. Y saca a sus dos hermanos a patadas del Arca. Estando fuera de las tierras de Janet, Esteban les dice a sus dos hermanos: —   Acaso no vieron que estábamos en desventaja numérica. Tranquilamente, si ellos fueran querido, nos hubieran matado allá, además, no quiero problemas con los militares. Alonso le dice a Esteban: —   Eso es mentira de esa señora, ningún militar va ir para allá, hemos sido engañados. Benítez se queda callado. Cuando Esteban les dice: —   Engaño o no, yo no me voy arriesgar por un esclavo, yo voy a venderlo. En el Arca, Manuel le dice a Margot: —   Eso que te inventaste fue muy efectivo. —   Si, pero… de todas formas, quedamos comprometidos con los Vargas. Batista se da vuelta, y le dice al esclavo: —   ¿Así que te quieres quedar aquí? —   Si señor. Batista lo queda mirando y luego le dice: —   ¿Y qué sabes hacer? —   De todo un poco señor, solo deme la oportunidad y yo cumplo con todo lo que usted diga. —   ¿Cómo te llamas? —   Señor, mi nombre es Killand. —   Bueno Killad, dale las gracias a Manuel, porque si fuera sido por mí, ya te hubieras ido con los Vargas. De inmediato, Killand le dice a Manuel: —   Gracias señor, nadie me había defendido de esa manera. Manuel toca el hombro derecho de Killand, y le expresa: —   Me conmoviste, por eso te ayude, ahora ve y hazte amigo de los demás. En seguida, Killand corre hacia donde están los demás esclavos y se presenta ante todos, y es bien recibido por los demás esclavos con excepción de Abu, quien lo mira diferente. Batista se acerca a Manuel, y luego le dice: —   Sabes que los Vargas no se van a quedar quietos con esto que paso. —   Si, yo se eso. —   ¿Y qué piensas? —   Voy a seguir con la idea de comprarlo. Batista ve al esclavo haciéndose amigo con los demás, y le dice a Manuel: —   ¿Qué le viste a ese esclavo, para que te decidas a Comprarlo y a meterte en problemas? —   Tuve compasión de él, ahora volvamos a nuestras labores, después veo como arreglo con los Vargas. En ese momento, Ashanti se enamora a primera vista de Killand, y se acerca a Naina, y le dice: —   El nuevo es mucho más guapo que Yaro y que Saud. —   Si, tienes razón, pero no es mi tipo de hombre. —   Mejor que no sea tu tipo, porque ese hombre va hacer mío. En la noche, Killand y Jasir hacen la fogata. Cuando Yaro les dice: —   ¿Qué te sucedió con esas personas que querían llevarte? Killand mira el fuego y luego echa un pedazo de madera a la llama, y le responde a Yaro: —   Ellos mataron a golpes a mi mejor amigo e intentaron hacer eso conmigo, pero yo me escape de sus garras… el temor de los Vargas, es que yo hable todo lo que yo sé de sus masacres y torturas a los esclavos. En ese instante, Ashanti se sienta cerca de Killand, y ante la mirada sonriente de Yaro y de Jasir, le dice a Killand: —   Hola, soy Ashanti. Killand la mira, y le responde dándole la mano: —   Yo soy Killand. Yaro se levanta al igual que, y los dejan solos. Cuando Ashanti le expresa a Killand: —   Me gusto como te plantaste ante esos sujetos, y no diste tu brazo a torcer. —   No podía rendirme, los Vargas querían matarme, para que no le hable a nadie de todas las maldades que les han hecho a nuestros hermanos… la crueldad de los Vargas es indescriptible. —   Me lo imagino. En la casa, Batista recibe la visita de una amiga, la cual apenas ve, la entra a su habitación y le hace el amor salvajemente. Afuera de la casa, Ashanti le pregunta a Killand: —   ¿Y tu esposa? —   No tengo esposa. Alika observa que su hija está muy cerca del nuevo. Y busca a su esposo, quien está hablando con Saud, y le dice: —   Ven, tengo que decirte algo. Alika aleja a su esposo de Saud, y le dice: —   Has algo para alejar a Ashanti del nuevo. —   ¿Pasa algo con Killand? —   Morati, ese muchacho no me cae bien, es solo intuición femenina. —   Yo veo a ese muchacho normal, hasta me cae bien. Alika se impacienta, y le expresa a Morati: —   Yo presiento que ese tal Killand va hacer sufrir a Ashanti, ve y tráela. —   Deja esa muchacha en paz. De inmediato, Morati se va a reunirse con sus amigos, y deja a su esposa parada. Ashanti le dice a Killand: —   ¿Cómo un hombre como tu esta sin esposa? Killand se sonríe, y mira a Ashanti y vuelve a sonreír mirando el fuego. El día siguiente, Manuel llega a la casa de los Vargas, y rodeado por Benítez y Alonso, le tira una bolsa de reales en las manos de Esteban, y le expresa: —   Ahora Killand es mío. Esteban abre la bolsa. Y luego de ver el dinero, le expresa a Manuel: —   Esto no es nada, ese n***o vale mucho más de lo que piensas… además, yo he pensado bien las cosas y no lo quiero vender. Esteban le tira a Manuel el dinero a una mesa. Cuando Manuel le dice: —   Esperaba eso. De inmediato, Manuel saca dos bolsas más de su bolsillo izquierdo y derecho, y le dice a Esteban: —   Esta es mi última oferta, mira que es mucho dinero. Alonso le dice a Manuel: —   ¿Por qué estas pagando tanto por ese esclavo que no sirve para nada? Manuel mira a Alonso, y le responde: —   Eso a ti no te importa. Alonso se enoja con Manuel, y le dice: —   Ten cuidado, ahora estas en mi casa y puedo hacer contigo lo que me plazca. Esteban le dice a Manuel: —   Mi respuesta sigue siendo no, puedes traerme todas las riquezas ávidas y por haber, y yo diré que no. Manuel pierde la paciencia con Esteban. Y lo amenaza mirándolo fijamente a la cara: —   Entonces, ¿quieres una guerra? Esteban serie, y le contesta a Manuel: —   ¿Serias capaz de involucrar a el Arca en una guerra por un miserable esclavo? Manuel se acerca a Esteban, y le responde: —   Claro que sí, yo estoy dispuesto a ir a la guerra por él, porque estoy defendiendo a alguien inocente de ratas como ustedes. De inmediato, tanto como Benítez y Alonso, sacan sus espadas y se la ponen en el cuello de Manuel. Cuando Esteban le dice: —   Parece Manuel, que no le temes a la muerte. —   La muerte para mi es un descanso… ahora tienes dos opciones, o me matas aquí mismo y formas una terrible guerra, o recibes el dinero que esta hay en la mesa. Y ganas mucho más de lo que vale ese esclavo, escoge… Esteban queda viendo el dinero, y luego de pensarlo tanto. Coge las tres bolsas, y le dice a Manuel: —   ¿Te vas a responsabilizar de que ese esclavo que no habrá la boca? No quiero que ande contando cosas por ahí, las cuales no le convienen. —   Acepto, yo me responsabilizo del esclavo. En ese momento, Manuel sale bien librado de la casa de los Vargas, y compra a Killand…  
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