UNA VOZ DE ESPERANZA. Y EL LÁTIGO CASTIGADOR

1092 Words
Varios días después, Andalucía – Cádiz, Janet y Zafiro dejan los caballos a cuidados de una señora del lugar, y recorren la playa a pie. Cuando Zafiro mira a Janet, la cual está concentrada viendo a los hombres que están en los barcos, y le dice: —   Realmente, ¿qué estamos buscando? Janet le miente a Zafiro, y le responde: —   Estamos de paseo, disfruta del Océano Atlántico. —   Esa no es la verdad, tu estas buscando algo o alguien, te he estado observando hace unos minutos. Zafiro separa al frente de Janet, y le dice de nuevo: —   ¿A quién estamos buscando? Janet pone su mano derecha en la cabeza de Zafiro, y le dice: —   Está bien, yo te voy a decir la verdad… busquemos donde sentarnos. Segundos después, Janet y Zafiro encuentran una gran piedra al frente del Océano, y se sientan hablar. Zafiro le dice a Janet: —   Ya estamos sentadas, ahora puedes decirme la verdad. —   Bueno, hace mucho tiempo… yo me enamore de un hombre, el cual era realmente el hombre de mis sueños… él era mi primer amor, mi primera ilusión. Zafiro le pregunta a Janet: —   ¿El murió? —   No, él debe de estar vivo. —   Ah, ya entiendo, lo estas buscando porque lo extrañas. Y quieres volver con él. —   Lo que quiero es matarlo. —   ¿Qué? ¿Por qué dices eso? —   Ese hombre mato a mis padres. Y por eso, yo nunca se lo voy a perdonar… yo veo los barcos; es con intenciones de encontrarlo, ya que él tiene el sueño de navegar y conocer el mundo. Zafiro ve el rostro de Janet y se asusta un poco, y le expresa: —   Me falta mucho por conocerte, pero en este corto tiempo que llevo conociéndote, he logrado ver a una persona buena, una persona que brinda amor hacia su semejante, esta faceta no te la conocía Janet. —   Zafira, solo eres una niña, hay muchas cosas que te faltan por vivir y aprender. —   Tienes razón, pero definitivamente. Lo que no quiero aprender cuando grande; es acumular odio, sea lo que sea que haya sucedido, yo no quiero enfermarme de odio. Janet queda mirando a Zafiro, y le dice: —   ¿Piensas que yo estoy enferma de odio? —   Eso estas demostrando. —   Eso es inevitable, Joaquín hizo un daño irreparable en mí, y hasta que no lo encuentre, no voy a descansar. Zafiro separa al frente de Janet, y le dice con gran tristeza: —   Has hecho por mí en tan corto tiempo, más que mi propia madre… yo te estoy considerando como si yo fuera nacido de tu ser, y de corazón lo quiero así, quiero que dejes ese odio que sientes por ese hombre, y vámonos de aquí. Janet se acuerda que no puede tener hijos, y se alegra de escuchar lo que dice Zafiro, y le expresa: —   ¿Así que quieres ser mi hija? —   Si, sería un gran honor para mí. Tener una madre como tú, pero como te dije ahora… deja el odio a un lado, eso no te va a dejar vivir en paz, además, si matas a ese hombre los militares te van a arrestar. Y te meterán a una cárcel y yo voy a quedar sola de nuevo, tú no te mereces eso. Janet se levanta, y nuevamente pone su mano derecha en la cabeza de Zafiro, y le dice: —   Para tener solo quince años, eres una niña muy especial… gracias por tus concejos, y si, tienes razón. —   ¿Me vas hacer caso? —   Si Zafiro, vámonos de Cádiz. —   Qué bueno Janet, ya estaba extrañando Cartagena. —   No, vamos a mi pueblo natal. —   ¿Y cuál es? —   Pedraza. Veinticinco días después, en el Arca, Batista abusa de su condición de capataz. Y le varios latigazos a un esclavo, que voto un envase grande de leche, el cual iba ser transportado en un carruaje. Los esclavos quedan aterrados al ver como Batista le da látigo a Dotia. En ese instante, Saud de tiene a Morati y a Killand, los cuales están dispuestos a interceder por Dotia. Cuando Manuel aparece por la espalda de Batista, y le dice: —   ¡Detente! Estas matando a este pobre hombre. Batista se da vuelta, y le pega un latigazo a Manuel en el rostro, que lo manda al suelo. En seguida, Batista sigue dándole latigazos a Dotia por la espalda. En ese instante, Janet regresa al Arca y detiene su carruaje, y le expresa a Zafiro: —   Esta es mi otra casa… ¡tu casa! Encantada, Zafiro le expresa a Janet: —   Esta es mucho más grande que la de Cartagena. —   Si, y se llama el Arca. En ese momento, Janet y Zafiro escuchan unos fuertes gritos, como si estuvieran matando a alguien. Y deciden bajarse rápidamente del carruaje e ir a ver qué estaba pasando. A punto de acabar con la vida de Dotia, Batista se ríe mientras se ensaña con la espalda del esclavo. Cuando Janet coge la punta del látigo, y le grita fuertemente a Batista: —   ¡¿QUÉ ESTAS HACIENDO BATISTA?! Estupefacto, Batista mira hacia tras, y le dice: —   Señora Janet, ¡está viva! Manuel se levanta, y le dice a Janet: —   Qué bueno que llegaste, este sujeto compro esos esclavos solo para maltratarlos. Indignada, Janet le quita el látigo a Batista con un fuerte jalón. Y sin piedad, le pega diecisiete latigazos por todo su cuerpo. Zafiro y Margot quedan sorprendidas por lo que está haciendo Janet, mientras Manuel y todos los esclavos. Se ríen de Batista. Emilio y Facundo aparecen, y al ver de nuevo a Janet, se ponen a su lado y apoyan la manera como ella castiga a Batista. Después de darle látigo a Batista, Janet ayuda a levantar a Dotia, y le dice: —   ¿Puedes levantarte? —   Si, gracias señorita. De inmediato, Manuel y Emilio le ayudan a Janet y cargan al esclavo. Y lo llevan a sentarse cerca de los otros esclavos. Arrastrándose por todo el suelo, Batista queda muy mal herido de su espalda. Cuando Janet se agacha, y le dice: —   Esto mismo sentía la persona que le estabas pegando. —   Discúlpeme señora, yo lo estaba educando. —   ¿Educando? Quiero que cojas todas tus cosas y te vayas del Arca ahora mismo, aquí no me sirven personas despiadadas e inhumanas, incapaces de sentir dolor por el prójimo… vete de aquí, antes que busque mi espada y la utilice contigo…        
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