TEMPESTAD

1075 Words
En ese instante, Pablo y Helio ponen sus oídos en la puerta de la habitación. Cuando Azucena finge gritar de mucho placer. Pablo y Helio se sorprenden bastante al escuchar los gritos tan fuertes de Azucena. Cuando Celestina les dice a los dos: —   Parece que ese tal Adal es completa fiera, va a matar a mi pobre muchacha. Pablo le dice a Helio: —   Ya comprobé que Adal es un hombre, volvamos a la mesa con nuestras mujeres. Helio se sonríe, y le dice a Pablo: —   Vaya, quien ve a Adal tan callado y modesto. En ese instante, Pablo, Celestina y Helio, se retiran de la puerta de la habitación. Cuando Janet le dice a Azucena: —   ¡Ya!, detén tus gritos. Azucena queda muy confundida con lo que, y le dice a Janet: —   ¿Qué sucede? ¿Por qué no me tocaste? Janet le pone la punta de su espada en la frente de Azucena, y le expresa: —   Ni una palabra de esto, ni siquiera con esa señora que se llama Celestina. —   Está bien. —   Si alguien se llegará a enterar que aquí no paso nada, yo voy a saber que fuiste tu y no dudaré en venir y cortarte la cabeza, ¡entiendes! Muy Asustada, le contesta a Janet: —   Si, como usted diga. Janet espera unos minutos en la habitación, y luego sale de ella. Y se reúne con Pablo y con Helio, Quienes la quedan viendo con gran respeto. Helio no se aguanta más, y le dice a Janet: —   ¡Oye Adal!, casi acabas a esa mujer. Janet se sonríe un poco, y dice: —   No es para tanto… porque no vamos a preparar el viaje en el barco, tenemos que cumplir con traer más cargamento de oro para el rey. Pablo le dice a Janet: —   Las cosas han cambiado Adal. Janet los mira. Cuando Pablo le dice a Elza y a Feina: —   Por favor muchachas, retírense un momento. Elza y Feina le hacen caso a Pablo, quien le dice a Janet: —   Esta vez vamos a traer el oro, pero para nosotros, no le voy a dar nada al rey. Y con eso cortaré cualquier relación con él. Helio también le dice a Janet: —   El rey está abusando de nosotros y eso no puede seguir siendo, así que desde hoy. El rey no tendrá más oro de parte de nosotros. Janet les dice a los dos: —   ¿Ustedes no han pensado en el problema que se podían meter haciendo eso? Pablo mira hacia todos lados, y le dice a Janet: —   Todo lo tenemos pensado, y es posible que nos fuéramos a otro país, fuera del alcance del rey. Con una gran inquietud, Janet les pregunta: —   ¿Por qué me cuentan esto a mí? Helio le responde a Janet: —   Tu nos inspiras confianza, solo espero que todo salga bien. Janet se levanta de la silla, y les dice a los dos: —   Entonces, manos a la obra. Minutos más tarde, Pablo reúne a todos los tripulantes, y les dice: —   Que sea la última vez que desconfían de la hombría de Adal, el próximo que hable o murmure de él. Lo sacaré del barco… ¿está claro? Jeremías toma la vocería de todos, y le expresa al capitán: —   Entiendo, yo me encargaré de que no vuelva a pasar una cosa así. Dos días después, Pablo le ordena a Bruno, Fontanor y Roco, subir las tablas que utilizan como rampa y que pegan en la arena. Para así salir de la orilla. Cuando Helio abre las velas del Barco y todos se ponen en sus posiciones. En ese momento, el barco comienza a salir de la orilla y Janet se agarra de unas sogas y luego busca un lugar donde poderse sentar. Dos horas después, Pablo mira a Helio en su puesto de vigilancia, y le dice: —   ¿Vez algún peligro? —   No, todo está tranquilo. Pablo también mira a Janet y nota que está actuando un poco extraño. Y se acerca a ella, diciendo: —   ¡Adal!, ¿te sucede algo? —   Estoy un poco mareado. —   Adal, tú eres médico y debes de saber que tienes que comer para estar saludable, estos días no has comido casi nada. —   No se preocupe capitán, de hambre no voy a morir. —   Eso espero. En ese momento, una repentina tempestad cae sobre el Océano Atlántico. Haciendo que haya numerosas olas que hacen que el barco se vea en aprietos. El terrible aguacero también hace que todos en el barco saquen el agua y protejan las velas. Janet llega a donde está el capitán, y con gran preocupación le dice: —   La tempestad está muy fuerte, ¿tiene algún plan para salir de esta? —   Hemos salido de peores, y esta no será la excepción. —   Qué bueno escuchar eso. En ese instante en la cubierta, Eusebio y Bruno se caen a causa de un golpe de una ola, mientras todos los demás se agarran de cualquier parte del barco. Para soportar lo peor de la tempestad. Después de veinte minutos de estar aguantando las fuertes lluvias y golpes de las olas, termina la poderosa tempestad. Janet sale a la cubierta. Y ve a Javier, Eusebio y Arnol, que están heridos y se va a curarlos. Janet le cubre una herida en la pierna derecha de Javier, mientras Helio, Álvaro, Bruno y Roco, levantan a Arnol y Eusebio, quienes se levantan sin mayor dificultad. Pablo observa su tripulación y luego se pone a ver los daños en la vela, y dice: —   Bueno, pudo haber sido peor. En ese instante, Pablo se acerca a Janet, y le dice: —   Adal, no te quedes solo con este herido, ve y atiende a los demás. Janet termina de taparle la herida a Javier con un trapo. Y se va atender a los demás. Helio deja a Arnol con Janet y se va a donde esta Pablo, y le expresa: —   Fue muy acertada llevarse a un médico en el barco, estábamos cometiendo un error en no hacerlo. Pablo ve a todos los heridos, y dice: —   Menos mal que ninguno esta grave, ahora nos toca acomodar las partes del barco que se dañaron. —   Yo me ocupo de eso. Horas después, la tripulación se repone de la tempestad y trabajan fuertemente. Para seguir adelante en el camino del nuevo mundo…    
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