De inmediato, Janet les dice a todos:
— Tómense todos el día libre, mañana trabajaremos… ahora voy a mostrarle la casa y las tierras a mi hija.
En ese momento, todos se alegran por el descanso que anuncio Janet. Y se van a descansar, mientras Janet le muestra toda la casa a Zafiro.
Killand se sienta junto a todos, y les dice:
— Esto es lo mejor que nos pasó, esta mujer es maravillosa.
Ashanti se pone celosa al ver como Killand habla de Janet, y dice:
— Esperemos que no sea un engaño y después sea peor que Batista. Y nos arrepintamos de habernos quedado aquí.
Naina les dice a todos:
— Eso que hizo Janet, no lo hace cualquiera, yo estoy muy contenta de que una persona así. Este con nosotros.
Morati también dice:
— Ella nos defendió, castigo a Batista quien estaba ensañándose con Dotia, yo estoy feliz y le deseo lo mejor a Bakhit. Y a todos los que se fueron de aquí.
Killand no deja de recordar en esos momentos cuando Janet castiga a Batista, y piensa:
“Ese es el tipo de mujer quien yo viviría por siempre”
En ese instante, Janet lleva a Zafiro a donde están las veinticinco vacas, y le dice:
— ¡Mira! Estas son mis consentidas.
Zafiro se asusta un poco al ver tantas vacas. Y se pone detrás de Janet, y le dice:
— Nunca había visto tantas vacas.
Janet se ríe de Zafiro, y le expresa:
— Sal detrás de mí, estos animales son inofensivos, yo crecí ordeñando vacas y cultivando trigo.
Zafiro mira a Janet, y le pregunta con gran temor:
— ¿Cómo es eso de ordeñar?
— Bueno, eso es muy fácil, pero en estos momentos voy a mostrarte todos los animales y todo el sembrado. Y ya mañana te enseño a ordeñar como debe ser.
— Está bien.
En ese instante, Janet le muestra todo lo que tiene en el Arca a su hija Zafiro.
Janet también lleva a Zafiro a la quebrada, y hace que se bañe en ella.
Janet se queda sentada en una piedra. Mirando bañar a Zafiro. Cuando Killand las observa desde lejos.
Caminando sin rumbo alguno, Batista va por las calles renegando de Janet y maldiciéndola. Cuando Benítez viene de la Plaza mayor y se lo encuentra.
Benítez detiene su caballo, y al ver a Batista muy golpeado, le dice:
— ¿Qué te ha pasado?, parece que te fueras caído de un carruaje en marcha.
Batista le da vergüenza contestar, y sigue su camino. Cuando Benítez lo alcanza, y le dice:
— ¿No me vas a decir?
— Para que te burles, mejor vete y déjame en paz.
— Viéndote con tus pertenencias. Y así de golpeado, yo deduzco que te echaron del Arca, y yo sé que Esteban estaría encantado detenerte, para hacerle contrapeso a esa gente… ¿aceptas ir a donde Esteban?
Batista recuerda cada latigazo de Janet, y le responde a Benítez:
— Si, Janet me echo del Arca… acepto ir a donde Esteban.
En la quebrada, Zafiro termina de bañarse en las cristalinas aguas que goza las tierras de Janet.
En eses instante, Zafiro se sienta junto a Janet, y le dice:
— ¿En qué piensas?
— No… mejor dime tu, ¿qué te ha parecido todo?
— Estoy encantada con todos los animales, la casa, este paisaje… mejor dicho, todo me ha gustado.
— Estoy feliz de escucharte decir eso Zafiro.
De inmediato, Janet se acuerda que Zafiro va a morir como todos los demás tarde o temprano, y se pone a llorar.
Zafiro seca las lágrimas de Janet con su mano derecha, y le dice:
— ¿Qué sucede mamá?
— ¿Mamá? Me has dicho mamá…
— Si, vete acostumbrando, ahora y siempre te diré mamá.
Janet rompe en llanto, mientras Zafiro la abraza fuertemente, y le expresa:
— ¿Quieres contarme que es lo que te pasa?
— Pienso en la muerte.
— ¿A qué te refieres?
— No quiero verte morir, yo quiero que vivas conmigo para siempre.
Zafiro se sonríe y acaricia la frente de Janet, y le expresa:
— Todos vamos a morir algún día, solo tenemos que disfrutar de la vida, mientras que estemos vivas.
Killand sigue viendo a Janet y a Zafiro, escondido en los matorrales. Cuando Jasir lo sorprende por la espalda, y le dice:
— ¿Qué haces espiando a la señora Janet y a su hija?
— ¡Jasir! Casi me matas de un susto.
— Habla Killand, ¿qué haces espiando a la señora y a su hija? Porque esto que estás haciendo no es normal.
— Yo no sé qué estoy haciendo aquí, solo sé que esa mujer me gusta. Y me gusta mucho.
Jasir se ríe de Killand, y le dice:
— ¿Te estas escuchando?, nosotros somos esclavos y ella es la dueña de todo esto… la verdad, es que no tienes ninguna oportunidad con una mujer así… ella es una mujer extremadamente de hermosa.
— Tienes razón jasir, pero déjame soñar, yo quiero soñar con estar con una mujer así, no importa mi posición.
— Haya tú, yo me voy a donde están los demás.
Al ver que Jasir se marcha, Killand también se levanta, y le dice:
— Espérame.
En el establo que hicieron los esclavos, Alika abraza a su esposo Morati por la espalda, y le dice:
— ¿En qué piensas?
— En nuestro futuro.
— ¿Y qué dice tu futuro?
— Que nos va ir bien, ya nos está yendo bien con la salida de Batista y la llegada de la verdadera dueña… nuestro futuro sea compuesto.
— Yo todavía tengo mis dudas.
Morati se aparta de Alika, y le dice:
— Entonces, ¿hubieras preferido estar en la situación en la que estábamos?
— Solo quiero decir, que es muy rápido para cantar victoria.
En ese momento, Janet le dice a Zafiro:
— ¿Ya quieres irte a casa?
— No, quedémonos un rato más, está muy bonito el lugar.
Minutos después, Benítez lleva a Batista a donde esta Esteban y Alonso.
En seguida, Benítez cuenta en secreto lo sucedido con Batista a sus dos hermanos.
En ese momento, los Vargas se sonríen un poco entre ellos. Cuando Esteban se acerca a Batista, y le dice:
— Mira el destino donde te trajo.
— Si vas a humillarme porque me echaron del Arca, entonces no tenemos nada más que hablar.
— Cálmate, cálmate, yo quiero proponerte algo que te va a interesar mucho.
— ¿Qué?
— Trabaja para mí. Y así te podrás vengar de Janet, piénsalo, es un buen trato.
Batista vuelve a recordar cada latigazo que Janet le pego, y le responde a Esteban:
— Acepto, ¿cuándo comienzo?...