En la cárcel, Alejandro se encuentra sentado en el suelo. Cuando Janet le dice:
— “Que vida tan buena llevas”.
Estupefacto, Alejandro se levanta rápidamente, y le expresa:
— ¡Janet!... ¿cómo me encontraste?
— Te vi peleando con los militares, eso no fue muy inteligente de tu parte.
— Lo sé, me deje llevar por mis impulsos. Y ahora p**o las consecuencias… pero es muy agradable verte de nuevo.
— Así, ¿por qué?
— No se porque, pero desde esa noche que te conocí, no puedo dejar de pensar en ti.
Janet mira a los ojos de Alejandro, y le dice:
— ¿Sera que esta vez dices la verdad?
— No miento.
— ¿Y por qué piensas en mí?
— No preguntes eso Janet, aun no lo sé, pero me gustaría averiguarlo… ya toca esperar haber cuanto tiempo voy a estar aquí. Por haberle pegado a un militar.
Janet observa todo el lugar, y le expresa a Alejandro:
— No te preocupes, yo te voy ayudar a salir de aquí.
Alejandro se pega a los abarrotes, diciendo:
— ¿Cómo? Esto esta lleno de militares. Y la verdad, es que tu no podrás sola con esto.
— ¿Eso es lo que piensas? ¿Crees que una mujer no puede planear un escape?
— Lo que quiero decir, es que no quiero que te hagan daño, este es mi problema.
— Nos vemos en la noche.
— ¡Espera Janet!
En ese instante, Janet se va y con una sonrisa muy pronunciada y carismática, se despide de todos los militares.
Minutos después, Viriato se hace presente en la cárcel. Y con gran facilidad, logra entrar y sacar a Mateus de la cárcel.
En ese instante, en que Mateus se dispone a subirse al carruaje, Viriato lo coge del cuello, y le dice:
— Te di una misión y mira de donde te tengo que sacar, espero que esto no se vuelva a repetir.
— No señor, usted sabe que yo no le he fallado, ahora mismo voy a cobrarle a Leandro.
— No, ahora te necesito para otra cosa…
11:00 pm, Janet deja su caballo en una esquina a varios metros de la cárcel, y mira a dos guardias que están conversando y riéndose en la entrada de la cárcel.
En la gobernación, una gran reunión entre personas muy importantes de la ciudad se realiza a esa hora. El gobernador celebra sus cumpleaños junto a su esposa y amigos.
Viriato saluda al gobernador y a su esposa, diciéndoles:
— Hola, esta muy bonita su esposa, y su reunión esta fantástica.
De inmediato, la esposa del gobernador le dice a Viriato:
— Gracias.
El gobernador queda extrañado con la presencia de Viriato, y le responde:
— ¿Quién es usted?
Viriato se sonríe un poco, y le contesta:
— Yo soy un admirador suyo.
En la cárcel, Janet aprovecha su belleza y desde una esquina les muestra sus piernas a los dos militares, y les dice:
— ¡Vengan!
Los militares se ven las caras y no desaprovechan esa oportunidad. Y van a donde esta Janet, la cual se esconde en lo oscuro de un callejón.
En ese instante, los militares llegan a donde esta Janet, y uno de ellos le dice:
— ¿Por qué te alejas de nosotros? ¡Ven acá!
Janet les dice a los dos:
— Acérquense los dos y cierren los ojos, yo voy a quitarme la ropa.
Muy emocionados de ver una mujer tan guapa, los militares le hacen caso a Janet y se acercan más a donde esta ella, y cierran los ojos.
En ese momento, Janet coge un palo que tiene recostado en la pared. Y los golpea fuertemente en la cabeza. Dejándolos inconsciente.
De inmediato, Janet los arrastra hacia el fondo del callejón, y les quita toda la ropa a los militares.
En la gobernación, Viriato le da la mano al gobernador, que con muchos recelos, le expresa:
— ¿Aun no me ha dicho quién es?
— Mi nombre es Viriato Crespo Carvajal. Y soy un hombre de negocios, y que le gusta ayudar a la gente… ah, ella es mi esposa Ruth Leiria Pardo de Carvajal.
Ruth le da la mano al gobernador y a su esposa, diciéndoles:
— Es un placer en conocerlos.
De inmediato, la esposa del gobernador dice:
— Gracias, mi nombre es Raquel Machorro Pimentel de Lousada, y me da gusto en conocer nuevas amistades como ustedes, mi esposo Fran y yo, mantenemos muy ocupados y ya era hora de darnos un tiempo. Para no pensar en trabajo.
El gobernador le dice a su esposa:
— ¿Por qué no hablas con Ruth y nos dejan solos a Viriato y a mí?, voy hablar unas cosas con él.
De inmediato, Ruth y Raquel aceptan y se van hablar lejos de ellos. Cuando el gobernador le dice a Viriato:
— ¿Ayudas a la gente?
— Si.
— ¿En qué sentido?
— A progresar gobernador, a progresar… le voy a explicar, en diferentes ciudades de este país, trabajo con muchas personas, las cuales yo las hago obtener un cargo importante. Y después me pagan por eso, créame, me ha ido muy bien así.
El gobernador ve a varios hombres de Viriato, y luego le dice:
— ¿Realmente sabe usted con quien está hablando?
— Claro que sí, y es por eso que le vengo a proponerle un negocio.
— ¡Alto!, no juegue con su suerte, ahora mismo podría mandarlo arrestar si yo quisiera.
— Pero no le conviene hacer eso, con tan solo ordenarle a mi gente que ataque. Volvería a diez ciudades de este país en un verdadero caos, y yo buscaría la manera de incriminarlo. Para que fuese juzgado por el rey, quien no dudara en hacer pagar al culpable de esas cosas. Y créame que le ira muy mal.
— ¿Cuándo menciona a su gente se refiere al grupo que ha causado estragos en esta ciudad?, ¿aquellos que se hacen llamar centuriones?
Viriato se sonríe un poco, y le responde:
— Si.
El gobernador traga grueso y ve a su esposa desde lejos, y le dice a Viriato:
— ¿Qué es lo que quieres?
— Yo solo quiero ser su amigo, mira como tu esposa y la mía sonríen y hablan sin ninguna preocupación… ¿qué dices? ¿Somos amigos?
Viriato extiende su mano derecha hacia el gobernador, el cual le dice:
— Acepto…
En la cárcel, vestida de militar y con su cabello recogido, Janet se toma confianza y entra a la cárcel. Cuando ve a tres militares vigilando los pacillos, y se pone un poco nerviosa, pero sigue adelante.
Uno de los militares la observa detalladamente, y le dice:
— ¡Oye tú! Yo no te he visto.
Janet no presta atención al guardia. Y sigue adelante hacia la celda de Alejandro. Cuando el guardia toca su hombro derecho, diciéndole:
— ¡Espera!
Janet se detiene y empuña su mano derecha, diciendo con una voz gruesa:
— ¿Pasa algo?
El militar pasa al frente de Janet. Y primero ve su estómago, el cual esta grande, y luego ve su rostro, y le expresa:
— Esta es la primera vez que te veo aquí.
— Es que soy nuevo, el capitán me incorporo esta mañana.
— Ya entiendo… bueno, sigue en lo que estás haciendo… ¡espera!
De espaldas, Janet coge su espada, y le dice al militar:
— ¿Ahora qué?
— Nada, sigue vigilando…
De inmediato, Janet se va hacia la celda de Alejandro y al verlo dormido, saca el otro uniforme que tiene guardado. Y se lo tira en el rostro.
Alejandro se despierta muy asustado. Cuando Janet le dice:
— Haz silencio, soy yo, Janet.
Estupefacto, Alejandro le dice:
— ¿Cómo haz hecho para entrar hasta acá?
— No hables y vístete con ese uniforme, que no tenemos tiempo.
De inmediato, Alejandro se viste. Cuando un detenido de la celda del frente se levanta, y les dice:
— ¿A que están jugando? Yo quiero jugar con ustedes.
Janet se asusta. Cuando Alejandro le expresa:
— No le hagas caso a ese, lleva todo el día diciendo incoherencias, parece que el encierro lo ha enloquecido… ¿y tienes las llaves?
— Creo que sí.
— Pues abre rápido.
Janet intenta abrir la celda con unas llaves que encontró de los militares que golpeo, pero no puede abrir, y dice:
— Estas no son, espera, voy a buscar la llave correcta con el ultimo militar que hable.
— Ten cuidado.
En ese instante, Janet recorre casi toda la cárcel, hasta que encuentra el militar junto a otro, y espera a que este solo.
Luego de unos segundos, el militar sale a la calle. Y muy desconcertado, dice:
— ¿Qué se hicieron estos dos?
De inmediato, Janet lo escucha, y le dice:
— Yo sé dónde están.
— ¿Dónde?
Janet ve unas llaves que tiene en la cintura. Y se dirige hacia el callejón, y le dice al militar:
— ¡Están acá!
En ese momento, el militar entra al callejón, y dice:
— ¿Pero que está pasando aquí?
De inmediato, Janet le pega un duro golpe al militar en el cuello. Haciendo que este pierda el conocimiento.
Janet le quita las llaves y corre hacia la cárcel.
Segundos después, Janet y Alejandro salen de la cárcel. Y corren a donde está el caballo.
En ese instante, Alejandro coge de la mano izquierda a Janet. Haciéndola que se detenga. Cuando esta le dice:
— ¿Qué haces? Nos van a descubrir…
De inmediato, Alejandro jala a Janet entre sus brazos, y le da un beso…