LA COINCIDENCIA DEL AMOR

1623 Words
En la cárcel, Alejandro se encuentra sentado en el suelo. Cuando Janet le dice: — “Que vida tan buena llevas”. Estupefacto, Alejandro se levanta rápidamente, y le expresa: — ¡Janet!... ¿cómo me encontraste? — Te vi peleando con los militares, eso no fue muy inteligente de tu parte. — Lo sé, me deje llevar por mis impulsos. Y ahora p**o las consecuencias… pero es muy agradable verte de nuevo. — Así, ¿por qué? — No se porque, pero desde esa noche que te conocí, no puedo dejar de pensar en ti. Janet mira a los ojos de Alejandro, y le dice: — ¿Sera que esta vez dices la verdad? — No miento. — ¿Y por qué piensas en mí? — No preguntes eso Janet, aun no lo sé, pero me gustaría averiguarlo… ya toca esperar haber cuanto tiempo voy a estar aquí. Por haberle pegado a un militar. Janet observa todo el lugar, y le expresa a Alejandro: — No te preocupes, yo te voy ayudar a salir de aquí. Alejandro se pega a los abarrotes, diciendo: — ¿Cómo? Esto esta lleno de militares. Y la verdad, es que tu no podrás sola con esto. — ¿Eso es lo que piensas? ¿Crees que una mujer no puede planear un escape? — Lo que quiero decir, es que no quiero que te hagan daño, este es mi problema. — Nos vemos en la noche. — ¡Espera Janet! En ese instante, Janet se va y con una sonrisa muy pronunciada y carismática, se despide de todos los militares. Minutos después, Viriato se hace presente en la cárcel. Y con gran facilidad, logra entrar y sacar a Mateus de la cárcel. En ese instante, en que Mateus se dispone a subirse al carruaje, Viriato lo coge del cuello, y le dice: — Te di una misión y mira de donde te tengo que sacar, espero que esto no se vuelva a repetir. — No señor, usted sabe que yo no le he fallado, ahora mismo voy a cobrarle a Leandro. — No, ahora te necesito para otra cosa… 11:00 pm, Janet deja su caballo en una esquina a varios metros de la cárcel, y mira a dos guardias que están conversando y riéndose en la entrada de la cárcel. En la gobernación, una gran reunión entre personas muy importantes de la ciudad se realiza a esa hora. El gobernador celebra sus cumpleaños junto a su esposa y amigos. Viriato saluda al gobernador y a su esposa, diciéndoles: — Hola, esta muy bonita su esposa, y su reunión esta fantástica. De inmediato, la esposa del gobernador le dice a Viriato: — Gracias. El gobernador queda extrañado con la presencia de Viriato, y le responde: — ¿Quién es usted? Viriato se sonríe un poco, y le contesta: — Yo soy un admirador suyo. En la cárcel, Janet aprovecha su belleza y desde una esquina les muestra sus piernas a los dos militares, y les dice: — ¡Vengan! Los militares se ven las caras y no desaprovechan esa oportunidad. Y van a donde esta Janet, la cual se esconde en lo oscuro de un callejón. En ese instante, los militares llegan a donde esta Janet, y uno de ellos le dice: — ¿Por qué te alejas de nosotros? ¡Ven acá! Janet les dice a los dos: — Acérquense los dos y cierren los ojos, yo voy a quitarme la ropa. Muy emocionados de ver una mujer tan guapa, los militares le hacen caso a Janet y se acercan más a donde esta ella, y cierran los ojos. En ese momento, Janet coge un palo que tiene recostado en la pared. Y los golpea fuertemente en la cabeza. Dejándolos inconsciente. De inmediato, Janet los arrastra hacia el fondo del callejón, y les quita toda la ropa a los militares. En la gobernación, Viriato le da la mano al gobernador, que con muchos recelos, le expresa: — ¿Aun no me ha dicho quién es? — Mi nombre es Viriato Crespo Carvajal. Y soy un hombre de negocios, y que le gusta ayudar a la gente… ah, ella es mi esposa Ruth Leiria Pardo de Carvajal. Ruth le da la mano al gobernador y a su esposa, diciéndoles: — Es un placer en conocerlos. De inmediato, la esposa del gobernador dice: — Gracias, mi nombre es Raquel Machorro Pimentel de Lousada, y me da gusto en conocer nuevas amistades como ustedes, mi esposo Fran y yo, mantenemos muy ocupados y ya era hora de darnos un tiempo. Para no pensar en trabajo. El gobernador le dice a su esposa: — ¿Por qué no hablas con Ruth y nos dejan solos a Viriato y a mí?, voy hablar unas cosas con él. De inmediato, Ruth y Raquel aceptan y se van hablar lejos de ellos. Cuando el gobernador le dice a Viriato: — ¿Ayudas a la gente? — Si. — ¿En qué sentido? — A progresar gobernador, a progresar… le voy a explicar, en diferentes ciudades de este país, trabajo con muchas personas, las cuales yo las hago obtener un cargo importante. Y después me pagan por eso, créame, me ha ido muy bien así. El gobernador ve a varios hombres de Viriato, y luego le dice: — ¿Realmente sabe usted con quien está hablando? — Claro que sí, y es por eso que le vengo a proponerle un negocio. — ¡Alto!, no juegue con su suerte, ahora mismo podría mandarlo arrestar si yo quisiera. — Pero no le conviene hacer eso, con tan solo ordenarle a mi gente que ataque. Volvería a diez ciudades de este país en un verdadero caos, y yo buscaría la manera de incriminarlo. Para que fuese juzgado por el rey, quien no dudara en hacer pagar al culpable de esas cosas. Y créame que le ira muy mal. — ¿Cuándo menciona a su gente se refiere al grupo que ha causado estragos en esta ciudad?, ¿aquellos que se hacen llamar centuriones? Viriato se sonríe un poco, y le responde: — Si. El gobernador traga grueso y ve a su esposa desde lejos, y le dice a Viriato: — ¿Qué es lo que quieres? — Yo solo quiero ser su amigo, mira como tu esposa y la mía sonríen y hablan sin ninguna preocupación… ¿qué dices? ¿Somos amigos? Viriato extiende su mano derecha hacia el gobernador, el cual le dice: — Acepto… En la cárcel, vestida de militar y con su cabello recogido, Janet se toma confianza y entra a la cárcel. Cuando ve a tres militares vigilando los pacillos, y se pone un poco nerviosa, pero sigue adelante. Uno de los militares la observa detalladamente, y le dice: — ¡Oye tú! Yo no te he visto. Janet no presta atención al guardia. Y sigue adelante hacia la celda de Alejandro. Cuando el guardia toca su hombro derecho, diciéndole: — ¡Espera! Janet se detiene y empuña su mano derecha, diciendo con una voz gruesa: — ¿Pasa algo? El militar pasa al frente de Janet. Y primero ve su estómago, el cual esta grande, y luego ve su rostro, y le expresa: — Esta es la primera vez que te veo aquí. — Es que soy nuevo, el capitán me incorporo esta mañana. — Ya entiendo… bueno, sigue en lo que estás haciendo… ¡espera! De espaldas, Janet coge su espada, y le dice al militar: — ¿Ahora qué? — Nada, sigue vigilando… De inmediato, Janet se va hacia la celda de Alejandro y al verlo dormido, saca el otro uniforme que tiene guardado. Y se lo tira en el rostro. Alejandro se despierta muy asustado. Cuando Janet le dice: — Haz silencio, soy yo, Janet. Estupefacto, Alejandro le dice: — ¿Cómo haz hecho para entrar hasta acá? — No hables y vístete con ese uniforme, que no tenemos tiempo. De inmediato, Alejandro se viste. Cuando un detenido de la celda del frente se levanta, y les dice: — ¿A que están jugando? Yo quiero jugar con ustedes. Janet se asusta. Cuando Alejandro le expresa: — No le hagas caso a ese, lleva todo el día diciendo incoherencias, parece que el encierro lo ha enloquecido… ¿y tienes las llaves? — Creo que sí. — Pues abre rápido. Janet intenta abrir la celda con unas llaves que encontró de los militares que golpeo, pero no puede abrir, y dice: — Estas no son, espera, voy a buscar la llave correcta con el ultimo militar que hable. — Ten cuidado. En ese instante, Janet recorre casi toda la cárcel, hasta que encuentra el militar junto a otro, y espera a que este solo. Luego de unos segundos, el militar sale a la calle. Y muy desconcertado, dice: — ¿Qué se hicieron estos dos? De inmediato, Janet lo escucha, y le dice: — Yo sé dónde están. — ¿Dónde? Janet ve unas llaves que tiene en la cintura. Y se dirige hacia el callejón, y le dice al militar: — ¡Están acá! En ese momento, el militar entra al callejón, y dice: — ¿Pero que está pasando aquí? De inmediato, Janet le pega un duro golpe al militar en el cuello. Haciendo que este pierda el conocimiento. Janet le quita las llaves y corre hacia la cárcel. Segundos después, Janet y Alejandro salen de la cárcel. Y corren a donde está el caballo. En ese instante, Alejandro coge de la mano izquierda a Janet. Haciéndola que se detenga. Cuando esta le dice: — ¿Qué haces? Nos van a descubrir… De inmediato, Alejandro jala a Janet entre sus brazos, y le da un beso…
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