ALGUIEN DEL PASADO

1094 Words
Alejandro sigue besando a Janet como si fuese su último momento. Haciendo que esta vuelva a recordar a Joaquín. En ese instante, Janet le dice a Alejandro: — Tenemos que irnos de aquí, los guardias no demoran en salir. — Si, vamos. En seguida, Alejandro se monta en el caballo y sube a Janet atrás, y se van rápidamente de ese lugar. En la mañana siguiente, Alejandro lleva a Janet a la playa, y la ayuda a bajarse del caballo. Cuando esta le dice: — ¿Este es tu gran escondite?, aquí todos te van a ver. Alejandro se acerca a Janet, y le expresa: — Mi escondite es no esconderme, además, solo le pegue a un militar, no he cometido ningún crimen. Al ver nuevamente tan de cerca a Alejandro, Janet se acuerda del beso que se dieron, y le expresa: — ¿Por qué me besaste anoche? — Porque me resultas muy atractiva e irresistible… bueno, ahora necesitamos quitarnos esta ropa de militar. Janet se ve, y dice: — Almito que este uniforme militar es mejor que el español… bueno, busquemos que ponernos. En ese momento, Janet y Alejandro se las arreglan para buscar donde quitarse esa ropa, y durante mucho tiempo, caminan hasta encontrar una casa con la puerta semi abierta. Y de inmediato entran en ella. Cuando son sorprendidos por una mujer, quien les dice: — ¡¿Qué sucede?! ¿Mi esposo hizo algo? Alejandro reacciona más rápido que Janet, y le responde a la señora: — Estamos buscando a una persona que se escapó de la cárcel, y es muy peligroso. Janet le dice a la señora: — Entramos porque usted tenía la puerta abierta, y por eso pensamos que ese sujeto podría estar aquí. Asustada, la señora les dice: — ¿Y qué debo hacer? Alejandro mira a Janet, y luego le dice a la señora: — Preferiría que se fuera de la casa por varios minutos, puede ser que tengamos que batallar con el intruso y no quiero que usted salga herida. De inmediato, la señora se va de la casa, mientras Alejandro coge una ropa del esposo de la señora. Janet le expresa a Alejandro: — ¡Oye!, sí que eres un mentiroso, no había conocido a un hombre tan mentiroso como tú. — Janet, esta es una urgencia, quítate esa ropa de militar y busca ropa de mujer. — No hay tiempo para quitarse esto aquí. — Bueno, entonces coge rápido un vestido. De inmediato, Janet coge un vestido cualquiera de la señora y junto a Alejandro. Se van de la casa por la parte trasera, sin que nadie los vea. Norte de Loulé, Mateus llega a la casa de Leandro y toca la puerta en repetidas ocasiones. Cuando abre la puerta el empleado de la casa, el cual le pregunta: — ¿A quién necesita? — Dígale a Leandro que vengo de parte del señor Viriato. — El señor Leandro no está. Mateus se enoja, y le dice: — No le conviene que yo le diga al señor Viriato, que su jefe se está escondiendo. — El señor no está. Mateus se pone muy serio. Cuando Leandro sale y pone su mano en el hombro derecho de su empleado, diciéndole: — Entra Porto, yo me encargo de atender la visita. — Como usted ordene. Mateus le dice a Leandro: — Muy mal, muy mal… — Estaba atendiendo a mi esposa y a mis cuatro hijos. — ¿Y por eso mando a Mentir a su empleado? Leandro le entrega una bolsa de dinero a Mateus, y le expresa: — ¿Hasta cuándo tendré que pagar este favor? Mateus coge el dinero, y luego se sonríe un poco, diciéndole: — Una vez que alguien entre a negociar o a recibir una ayuda de Viriato, no podrá salir. Leandro traga grueso y piensa en su familia. Cuando dice: — ¿Y él se encuentra en la capital? — No, él está aquí en Loulé. En ese momento, Mateus se va a cobrarle a los demás deudores. Cuando Leandro dice en voz baja: — Perfecto. En un lugar con vista al mar, Janet y Alejandro a campan bajo la sombra de un árbol junto a su caballo. Cuando Alejandro le dice a Janet: — Te debo dos. Janet se sonríe, y le responde: — ¿Y cómo me vas a pagar? Alejandro mira el mar, y luego le contesta a Janet: — Bueno, podría pescar para ti, ya empieza hacer mucha hambre, ¿qué dices? — No te veo capaz de eso. — Ah, no, pues ya verás que si puedo. — Inténtalo. Alejandro se levanta y coge la espada de Janet, y le dice: — Vamos a una parte donde el agua este más tranquila. — No, quiero que pesques aquí, demuéstrame que eres capaz de eso. — Está bien. Alejandro comienza a quitarse la ropa. Cuando Janet le dice: — ¿Qué haces? — No pretenderás que moje toda esta ropa, cierra los ojos. Janet se sonríe bastante, y le hace caso. Tapándose los ojos con sus dos manos, mientras Alejandro se desnuda y se tira al agua con espada y todo. Janet no deja de reírse al ver a Alejandro desnudo, que se acomoda para verlo mejor en su pesca. Por momentos, Janet se olvida de su pasado y lo que está buscando, y se distrae. En ese instante, Alejandro se interna un poco en el mar e intenta una y otra vez, pero no puede cazar nada por el oleaje que en ese momento se incrementa. Después de quince minutos en el agua, Alejandro comienza a gritar desesperadamente, diciendo: — ¡AUXILIO! ¡JANET!... ¡AYUDAME! De inmediato, Janet corre hacia el mar y se lanza a salvar a Alejandro. Janet llega a donde esta Alejandro, y lo coge de su brazo izquierdo. Cuando este se ríe, diciéndole: — Ahora también estas mojada. Janet le echa agua en la cara, diciéndole: — Eres de lo peor. — Vamos, ayúdame a pescar. — Imposible, las olas están aumentando. Alejandro comienza a acercarse a Janet, al punto de besarla. Minutos más tarde, Alejandro y Janet terminan de hacer el amor en la playa. Cuando Alejandro le dice a Janet: — Alcance a escuchar que me llamaste Joaquín… ¿quién es ese hombre? La mente de Janet se sitúa en la primera vez en que Joaquín y ella hicieron el amor, y le dice a Alejandro: — Lo siento, es alguien del pasado… fue inevitable. — ¿Es que me parezco tanto a ese hombre?...
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