Alejandro sigue besando a Janet como si fuese su último momento. Haciendo que esta vuelva a recordar a Joaquín.
En ese instante, Janet le dice a Alejandro:
— Tenemos que irnos de aquí, los guardias no demoran en salir.
— Si, vamos.
En seguida, Alejandro se monta en el caballo y sube a Janet atrás, y se van rápidamente de ese lugar.
En la mañana siguiente, Alejandro lleva a Janet a la playa, y la ayuda a bajarse del caballo. Cuando esta le dice:
— ¿Este es tu gran escondite?, aquí todos te van a ver.
Alejandro se acerca a Janet, y le expresa:
— Mi escondite es no esconderme, además, solo le pegue a un militar, no he cometido ningún crimen.
Al ver nuevamente tan de cerca a Alejandro, Janet se acuerda del beso que se dieron, y le expresa:
— ¿Por qué me besaste anoche?
— Porque me resultas muy atractiva e irresistible… bueno, ahora necesitamos quitarnos esta ropa de militar.
Janet se ve, y dice:
— Almito que este uniforme militar es mejor que el español… bueno, busquemos que ponernos.
En ese momento, Janet y Alejandro se las arreglan para buscar donde quitarse esa ropa, y durante mucho tiempo, caminan hasta encontrar una casa con la puerta semi abierta. Y de inmediato entran en ella. Cuando son sorprendidos por una mujer, quien les dice:
— ¡¿Qué sucede?! ¿Mi esposo hizo algo?
Alejandro reacciona más rápido que Janet, y le responde a la señora:
— Estamos buscando a una persona que se escapó de la cárcel, y es muy peligroso.
Janet le dice a la señora:
— Entramos porque usted tenía la puerta abierta, y por eso pensamos que ese sujeto podría estar aquí.
Asustada, la señora les dice:
— ¿Y qué debo hacer?
Alejandro mira a Janet, y luego le dice a la señora:
— Preferiría que se fuera de la casa por varios minutos, puede ser que tengamos que batallar con el intruso y no quiero que usted salga herida.
De inmediato, la señora se va de la casa, mientras Alejandro coge una ropa del esposo de la señora.
Janet le expresa a Alejandro:
— ¡Oye!, sí que eres un mentiroso, no había conocido a un hombre tan mentiroso como tú.
— Janet, esta es una urgencia, quítate esa ropa de militar y busca ropa de mujer.
— No hay tiempo para quitarse esto aquí.
— Bueno, entonces coge rápido un vestido.
De inmediato, Janet coge un vestido cualquiera de la señora y junto a Alejandro. Se van de la casa por la parte trasera, sin que nadie los vea.
Norte de Loulé, Mateus llega a la casa de Leandro y toca la puerta en repetidas ocasiones. Cuando abre la puerta el empleado de la casa, el cual le pregunta:
— ¿A quién necesita?
— Dígale a Leandro que vengo de parte del señor Viriato.
— El señor Leandro no está.
Mateus se enoja, y le dice:
— No le conviene que yo le diga al señor Viriato, que su jefe se está escondiendo.
— El señor no está.
Mateus se pone muy serio. Cuando Leandro sale y pone su mano en el hombro derecho de su empleado, diciéndole:
— Entra Porto, yo me encargo de atender la visita.
— Como usted ordene.
Mateus le dice a Leandro:
— Muy mal, muy mal…
— Estaba atendiendo a mi esposa y a mis cuatro hijos.
— ¿Y por eso mando a Mentir a su empleado?
Leandro le entrega una bolsa de dinero a Mateus, y le expresa:
— ¿Hasta cuándo tendré que pagar este favor?
Mateus coge el dinero, y luego se sonríe un poco, diciéndole:
— Una vez que alguien entre a negociar o a recibir una ayuda de Viriato, no podrá salir.
Leandro traga grueso y piensa en su familia. Cuando dice:
— ¿Y él se encuentra en la capital?
— No, él está aquí en Loulé.
En ese momento, Mateus se va a cobrarle a los demás deudores. Cuando Leandro dice en voz baja:
— Perfecto.
En un lugar con vista al mar, Janet y Alejandro a campan bajo la sombra de un árbol junto a su caballo. Cuando Alejandro le dice a Janet:
— Te debo dos.
Janet se sonríe, y le responde:
— ¿Y cómo me vas a pagar?
Alejandro mira el mar, y luego le contesta a Janet:
— Bueno, podría pescar para ti, ya empieza hacer mucha hambre, ¿qué dices?
— No te veo capaz de eso.
— Ah, no, pues ya verás que si puedo.
— Inténtalo.
Alejandro se levanta y coge la espada de Janet, y le dice:
— Vamos a una parte donde el agua este más tranquila.
— No, quiero que pesques aquí, demuéstrame que eres capaz de eso.
— Está bien.
Alejandro comienza a quitarse la ropa. Cuando Janet le dice:
— ¿Qué haces?
— No pretenderás que moje toda esta ropa, cierra los ojos.
Janet se sonríe bastante, y le hace caso. Tapándose los ojos con sus dos manos, mientras Alejandro se desnuda y se tira al agua con espada y todo.
Janet no deja de reírse al ver a Alejandro desnudo, que se acomoda para verlo mejor en su pesca.
Por momentos, Janet se olvida de su pasado y lo que está buscando, y se distrae.
En ese instante, Alejandro se interna un poco en el mar e intenta una y otra vez, pero no puede cazar nada por el oleaje que en ese momento se incrementa.
Después de quince minutos en el agua, Alejandro comienza a gritar desesperadamente, diciendo:
— ¡AUXILIO! ¡JANET!... ¡AYUDAME!
De inmediato, Janet corre hacia el mar y se lanza a salvar a Alejandro.
Janet llega a donde esta Alejandro, y lo coge de su brazo izquierdo. Cuando este se ríe, diciéndole:
— Ahora también estas mojada.
Janet le echa agua en la cara, diciéndole:
— Eres de lo peor.
— Vamos, ayúdame a pescar.
— Imposible, las olas están aumentando.
Alejandro comienza a acercarse a Janet, al punto de besarla.
Minutos más tarde, Alejandro y Janet terminan de hacer el amor en la playa. Cuando Alejandro le dice a Janet:
— Alcance a escuchar que me llamaste Joaquín… ¿quién es ese hombre?
La mente de Janet se sitúa en la primera vez en que Joaquín y ella hicieron el amor, y le dice a Alejandro:
— Lo siento, es alguien del pasado… fue inevitable.
— ¿Es que me parezco tanto a ese hombre?...