Janet queda viendo fijamente el rostro de Alejandro, y le dice:
— Si, demasiado diría yo… pero es mejor que cada quien tome su camino. Y que esto que paso, quede aquí.
— ¿Por qué? Lo que vivimos fue hermoso, quisiera repetir lo que paso una y otra vez.
— Alejandro, entiende que estando conmigo corres el peligro de morir.
Alejandro se sienta, y luego le dice a Janet:
— ¿A qué te refieres?
— Solo hazme caso, aléjate de mí.
— ¿No quieres contarme?
— No.
— Pues yo también podría decirte lo mismo, pero la realidad es que quiero estar contigo.
Janet también se sienta, y le expresa a Alejandro:
— En el rostro se te ve que guardas algo muy importante.
— Janet, voy a decirte la verdad.
— Adelante.
— Yo soy un espía del gobierno español…
Janet mira el mar por unos segundos, y luego mira a Alejandro, y le expresa:
— No sé qué decirte.
— Dime cualquier cosa.
— ¿Sabes lo que te pasa si los portugueses se enteran de esto?
— Si, pero es mi trabajo… yo jure proteger los intereses de España. Y también protegerla de cualquier peligro.
— Bueno, no esperes a que yo te ayude en eso.
— Claro que no… yo no me lo perdonaría si a ti te pasara algo.
De inmediato, Alejandro le da un beso a Janet, pero esta le vuelve a decir:
— Es en serio, esto no va a funcionar.
— A mí no me importa que estes enamorada de otro hombre, yo voy hacer que te olvides de él, yo te protegeré.
Al escuchar eso, Janet ve a Alejandro como Joaquín, y acaricia su rostro, diciéndole:
— Cumpliste mi sueño de conocer el mar cuando estaba en Pedraza, yo estaré por siempre agradecida por eso.
Alejandro se incomoda un poco, y le dice:
— ¿De qué hablas?
Janet pone su mano derecha en su frente, diciendo:
— Disculpa.
— Debe ser que estas delirando del hambre que está haciendo, espera, yo voy a la ciudad. Y de cualquier manera busco algo de comer.
Alejandro se levanta. Cuando Janet le dice:
— Mejor voy yo, créeme tengo mucha experiencia en situaciones como esta.
— Aunque me digas todo lo que quieras Janet, yo como hombre es que debería de buscar de comer.
Janet se sube a su caballo, y le dice a Alejandro:
— Ya está decidido, espérame aquí…
En seguida, Janet se va a la ciudad a buscar comida, mientras Alejandro la ve, y dice en voz baja:
— Que mujer…
6:00 pm, Leandro hace reunir a sus amigos en un lugar turístico con vista al mar.
En ese momento, Leandro le dice a Ferreira y a salvador:
— ¿Dónde está Oli?
Ferreira le responde a Leandro:
— No lo encontré en su casa, pero le dejé el mensaje con su mujer, diciéndole donde iba a estar esperándolo.
Salvador les dice a los dos:
— Bueno señores, supongo que esta reunión tan urgente, es porque paso algo muy grave.
De inmediato, Leandro les dice a sus compañeros:
— Viriato está aquí en Loulé, ahora más que nunca es que tenemos que buscar la manera de acabar con él.
Salvador dice:
— ¿Cómo?
Leandro se pone a pensar. Cuando Ferreira dice:
— Yo puedo inventarme una reunión en mi casa. Y así invitarlo, y ustedes se encargan de los demás.
En seguida, Salvador le expresa a Ferreira:
— ¿Quieres decir que vas a prestar la casa y que nosotros hagamos el trabajo sucio?
Ferreira los queda mirando a los dos, y dice:
— Pues sí, qué más quieren, yo no tengo armas.
Leandro dice:
— No se preocupen, yo puedo conseguir varias dagas, aquí lo importante es hacer esa reunión e invitarlo a dicha celebración, y luego lo matamos.
Salvador se sonríe un poco, y le dice a Leandro:
— Dices las cosas como si fueran tan fáciles, Viriato anda con varios hombres, ¿qué vamos hacer con ellos?
Leandro se enoja un poco, y le contesta a Salvador:
— Pues los distraen, pero tenemos que acabar con ese sujeto, sí o sí.
Oli llega al lugar acordado, y les dice a todos:
— Perdonen por la demora, ¿en qué están?
Leandro se levanta de la mesa, y le expresa a Oli:
— Dile a Ferreira y a Salvador que te expliquen lo que vamos hacer, yo me voy a buscar las armas.
Desconcertado, Oli dice:
— ¿Armas?
Ferreira le dice a Oli:
— Así como lo oyes, Leandro está empeñado en asesinar a Viriato a como dé lugar, y Salvador y yo le vamos ayudar, ¿qué piensas tu?
— Después de recibir maltrato de ese matón que manda a quitarnos lo poco que tenemos, yo estoy de acuerdo con cualquier cosa… a ver muchachos, cual es el plan para acabar de una buena vez con ese sujeto.
Salvador y Ferreira se ven las caras, y luego le explican con lujos y detalles todo el plan a Oli.
En la playa, Alejandro mantiene su mirada en el mar. Cuando ve a Janet venir, y se levanta de la arena.
En ese instante, Janet se baja de su caballo, y le expresa a Alejandro:
— Conseguí mucha comida.
— ¿Cómo la conseguiste?
— Utilice mis dotes de médica para lograr conseguir esto.
Janet pone en la arena una manta con pan y frutas. Y coge dos manzanas, y se la da al caballo.
Minutos más tarde, Alejandro y Janet se comen todas las frutas y el pan que había en la manta. Cuando Janet mira a Alejandro, y le dice:
— ¿Dejaste familia en España?
— ¿Te refieres a que si deje mujer?
— Si.
— No, estoy soltero, ¿y tú? ¿Tienes esposo e hijos?
— Estoy soltera… mi hija adoptiva se llamó Zafiro.
— ¿Cómo así que se llamó?
— Ella murió.
— Lo siento… ¿hace cuanto paso eso?
Janet recuerda muchos momentos en los que vivió junto a Zafiro, y le expresa a Alejandro:
— Hace tiempo, pero no quiero recordar eso.
— Bueno, cambiemos de tema… hoy nos tocara dormir en la intemperie, espero que no llueva.
— Yo estoy acostumbrada a esto, así que no tengo problema.
Alejandro abraza a Janet, y le expresa:
— Buscaré un lugar para dormir.
— Alejandro, yo estoy de paso por esta ciudad de Portugal… tengo una razón, una muy fuerte razón.
Alejandro queda viendo a Janet, mientras ella se recuesta en su pecho, y casi dormida, dice:
— Tengo una búsqueda eterna…