Después de varios minutos escondidos en un arbusto, Zafiro le dice a Janet:
— Tengo miedo, ¿será que estos hombres ya se fueron?
Janet mira hacia todos lados, y le responde a su hija:
— No tengas miedo, Vamos a salir de esto juntas.
— ¿Por qué esos hombres nos persiguen?, ¿qué es lo que están buscando?
— No lo sé… esto nos cogió por sorpresa.
— ¿Qué vamos hacer?
— Zafiro, tenemos que seguir esperando, todavía no es seguro salir…
— Esos hombres querían hacernos daño.
— Si yo fuese estado sola, yo los había enfrentado.
— ¿Acaso no viste que eran muchísimos, además, la espada se quedó en la habitación, pero como sea ibas a buscar una muerte segura?
Janet piensa:
“Como si pudiera morir”
En ese instante, Abu se desespera tanto en la búsqueda de Killand, que uno de los esclavos le dice:
— Tenemos que buscar a la dueña del Arca.
De inmediato, Abu le grita:
— ¡Tenemos que buscar a Killand!
— Killand es un esclavo igual que nosotros, no vamos a buscarlo a él, nosotros vamos por la dueña.
Abu pierde la paciencia, y les grita:
— ¡Hagan lo que se les dé la gana!, pero mi venganza nadie me la quita.
Todos los esclavos se apartan de Abu. Y se ponen a buscar a Janet y a su hija.
Abu solo piensa en encontrar a Killand, y grita con todas sus fuerzas:
— ¡Yo te voy a encontrar!
En la mañana, Janet decide salir del arbusto, y le dice a Zafiro:
— Vámonos de aquí.
— No sé dónde estamos, creo que pasamos las tierras de los murillos, pero el plan es encontrar un carruaje y salir de Pedraza.
— ¿Un carruaje a estas horas?
— Si, ¡caminemos!
El general se encuentra con los esclavos que están persiguiendo a Janet. Y atrapan a siete de ellos, los demás se escapan por el monte.
Minutos después, Janet y Zafiro caminan hasta llegar a un barranco de doscientos metros de altura.
Zafiro pone sus manos en su cintura, y le dice a su mamá:
— ¡Estupendo!... ahora si tenemos que regresarnos, no vamos a poder seguir.
— Claro que sí, tenemos que ir hacia la izquierda por ese camino, y así podemos bajar con más seguridad este barranco.
En ese instante, Abu sale del monte y encuentra a Janet de espalda, y le dice:
— ¡Este es mi día de suerte!... serás mía.
Janet y Zafiro se dan vuelta rápidamente, y cuando ven a Abu, se asustan.
Janet le dice a Abu:
— Deja que la niña se vaya, ella no tiene nada que ver en cosas de grandes, déjala que se vaya.
Zafiro coge del brazo derecho y de la cintura a Janet, y le dice:
— Yo no me voy sin ti, si es de morir aquí, me muero contigo.
— No seas tonta Zafiro, a mí no me va a pasar nada, pero a ti si, vete de aquí.
Abu se acerca un poco a Janet y a Zafiro, y les dice:
— Cuanto desee este momento.
Janet observa la mirada aterradora de Abu, y le expresa:
— ¿Por qué quieres hacerme daño? ¿Fue porque te eche del Arca?
— No seas tonta Janet, yo nunca te haría daño… yo estoy haciendo todo esto porque te amo.
Janet y Zafiro quedan estupefactas al escuchar eso. Cuando Janet le responde a Abu:
— ¿Has destruido todo lo que he levantado con gran sacrificio, solo porque me amas?
— Si, y mataría a quien se atreva a tocarte.
— ¿Qué le has hecho a Killand?
— Todavía nada, pero deja que lo vea…
Janet se enfada con Abu, y le dice:
— Todavía estas a tiempo de cambiar tu destino.
— Janet, ¿me crees estúpido?, yo ya se mi destino… por todo lo que he hecho, yo no tengo salvación, pero antes de afrontar mi destino, tu serás mi mujer.
Janet y Zafiro dan varios pasos hacia tras. Cuando Abu le dice a Janet:
— No te resistas, ¿o quieres que le haga daño a Zafiro?
Zafiro le dice a Abu:
— Eres un ser malvado. Tu no mereces el amor de nadie.
Totalmente ofendido, Abu le dice a Zafiro:
— Chiquilla insolente, ¿tu mamá no te enseño a respetar a tus mayores?
En ese instante, Zafiro piza el borde del barranco y resbala. Cuando Janet alcanza a cogerla de la mano derecha, y le dice con gran desespero:
— ¡No te vayas a soltar!
Abu se ríe, y le dice a Janet:
— ¡Suéltala! Ella es una carga para ti… vamos, suéltala, o las dos morirán cuando te golpee con este palo.
En ese instante, Killand se le tira encima a Abu. Y lo tira al suelo. Dando vueltas con él, y diciéndole:
— ¡Desgraciado! No le vas a tocar un pelo a mi mujer.
Killand le pega cuatro puñetazos a Abu en su rostro. Cuando este reacciona y le propina un puño en la cara, y se le monta encima. Y le pega varios golpes en la cara.
Zafiro siente que se va a caer al barranco, y se despide de Janet, diciendo:
— Me hiciste sentir bien en todo este tiempo que estuvimos juntas, fuiste la mejor mamá que tuve.
— ¿Qué estás diciendo Zafiro? ¿Acaso piensas que vas a morir aquí?... no te rindas y trata de subir.
Janet mira hacia tras, y ve a Killand peleando con Abu, y le grita:
— ¡Joaquín!, necesito tu ayuda, y rápido.
Killand se da vuelta y tira al suelo a Abu. Pegándole una patada en su estómago. Y luego lo coge del cuello, y le pega otro tremendo puñetazo. Que lo deja tendido en el suelo.
De inmediato, Killand corre al borde del barranco y ayuda a Janet a subir a Zafiro.
En seguida, Zafiro les dice a los dos:
— Gracias, de verdad que pensaba que de esta no salía, la vi muy cerca.
Janet le dice a Zafiro:
— ¡Ya vez! Yo te dije que íbamos a salir de esta juntas.
— Gracias mamá.
Killand les dice a las dos:
— Bueno, vámonos de aquí, no sea que perdamos el equilibrio y caigamos abajo.
Janet y Zafiro se sonríen, y dicen al mismo tiempo:
— Está bien.
En ese instante, Abu se levanta y salta. Llevándose a Killand con él, hasta el fondo del barranco…