ANTIGUOS SENTIMIENTOS

1091 Words
La guerra de España y Portugal está en todo su auge y llegan heridos de la batalla a varias ciudades de España. Minutos después en la casa de Matina, Janet y Laura atienden y estabilizan a Martina. Haciendo que esta reaccione en ese momento, y diga: — ¿Qué me paso? Laura le expresa a su amiga: — Te desmallaste, pero ya estas bien gracias a Janet. Lina abraza a Janet. Cuando Martina le dice: — Gracias Janet, no tengo como pagarte tu atención. Janet le dice a Martina: — No me debes nada, lo que me interesa es que puedas vivir para que sigas criando a esta joven. Lina le dice a Janet: — Salvaste a mamá, yo no quiero que te vayas nunca. En ese instante, Janet se acuerda de Zafiro y se pone triste. Y se aleja de Lina y sale a directo a la sala. Laura sigue a Janet, y le expresa: — ¿Ya te vas? — Si, Martina ya está bien. — Le dices a mi hijo que yo me voy a quedar para cuidarla. — Díselo tu misma Laura, desde hoy no voy a vivir más en tu casa. En ese instante, Janet se va de la casa de Martina. Cuando Laura entra a la habitación de su amiga, y le dice: — Tengo que irme, ahora vuelvo. En ese momento en la calle, Janet sigue viendo mucho movimiento por todas partes, y le pregunta a una mujer que pasa asustada: — Disculpa. — Si. — ¿Me puede decir que está pasando? — Están llegando heridos por doquier al salón principal, y un nuevo comandante ha llegado a Valencia. Y mucha gente teme que este señor, se lleve a los hombres que quedan. Para llevarlos a la guerra. — Gracias por la información. De inmediato, Janet se va al salón principal donde atienden a todos los heridos. Laura llega a casa. Y agitada por venir tan rápido de la casa de su amiga, le dice a su hijo: — ¡Alejandro! ¡Rápido! — ¿Rápido que? — Parece que Janet se va. — ¿Cómo? ¿A dónde se fue? — No lo sé, se fue por la calle principal de la casa de Martina, no debe de estar lejos, mejor súbete al carruaje y búscala, porque yo me siento culpable por eso. En ese instante, Alejandro se sube a su carruaje. Y se va a buscar a su prometida. Norte de Valencia, Fernando y Fabián se apartan de Elena y de Mileici. Y caminan por los al rededores de la casa. Cuando Fabian le dice a su padre: — Ya estamos lejos, ¿qué es lo que me vas a decir? — Bueno hijo, esto que te voy a decir tienes que tomarlo como un concejo más que todo, es un concejo de padre a hijo. — Ya me estas asustando, ¿pasa algo grave? — ¿Qué tan comprometido estas con Mileici? — Ya les dije, pues para mi no es nada serio. — ¿Y para ella?, porque una cosa es lo que dices tu y otra cosa es lo que dice ella, Mileici se ve que quiere matrimonio. Y eso no puede ser… esa familia está en bancarrota, si te casas les estarías haciendo un favor a esa familia. — No te preocupes papá, yo estoy enamorado de otra mujer. Fernando se detiene y toca el hombro derecho de su hijo, y le expresa: — ¿Quién es? ¿Yo la conozco? — Todo a su tiempo. Cuando logre concretarla se las presentaré. En ese momento, Mileici le dice a Elena: — Parece que el señor Fernando esta disgustado conmigo. — No digas eso Mileici, tú sabes que él es de carácter así, no te preocupes, ahora cuéntame, ¿qué planes tienen con Fabián? — Mis padres son los que quieren hacer una reunión. Para conocer a Fabián mejor. Y ustedes también están invitados. — Gracias Mileici, con gusto iremos… ¿y para cuando es esa reunión? — Pasado mañana… Hospital Provincial, Janet mira como entran muchos heridos que tren del frente de batalla a sus lugares de origen. Y se decide a entrar. Cuando un militar la detiene, diciéndole: — ¿Es usted familiar de alguna persona que han traído a este lugar? — No. — Entonces no puede entrar. — Déjeme entrar, yo tengo mucho conocimiento para curar heridos y enfermos. — ¿Es usted medico? — Algo así. — Siga, solo hay un médico allí dentro y vamos a necesitar más. De inmediato, Janet entra al hospital y encuentra un sin número de personas en el suelo pidiendo ayuda desesperadamente. De un momento a otro, la mente de Janet vuelve a esos momentos en cuando una enfermedad extraña los empezó a contagiar en 1347. Y se acuerda del rostro de Alfonso, y dice: — Parece que esas imágenes nunca se me van a borrar. Janet se acerca a un hombre que esta tirado en el suelo, quien pide ayuda incesantemente. Janet se agacha, y le dice: — Yo lo voy atender. — Gracias señorita. El médico ve a Janet, y desde lejos le dice: — ¡Oye tú! ¿Qué haces? Janet mira al médico, y le responde: — Voy ayudar, usted tiene mucho trabajo. El médico se acerca a Janet, y le expresa: — Señorita, si usted no es un familiar, es mejor que se retire. Janet se levanta, y le dice: — Yo también soy médico… En ese instante, Alejandro da vueltas por las calles en busca de Janet, pero solo ve heridos llegar y civiles de un lado para el otro. En el hospital, el médico le dice a Janet: — Bueno, eso cambia todo… si eres médico entonces adelante, atiende a todos los de este lado, que yo voy a seguir atendiendo a los que están allá… por cierto, mi nombre es Miguel. — Yo soy Janet. — Bueno, te dejo trabajar. En ese momento, Janet se agacha, y le dice al señor: — Voy a amarrarle esa herida que tiene en su brazo derecho y en su pierna izquierda, y contendré también el sangrado de una pequeña cortada que hay en su estómago… esto le va a doler mucho, espero que resista. — Haga lo que sea necesario, pero sálveme la vida. Janet procede en amarrarle las heridas al paciente. Para detener la sangre, y cuando está en el proceso, le cae sangre en la cara. Y en segundos ve el rostro del señor como el rostro de su padre…
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