HOMBRES DE REFUERZO

1103 Words
Estupefacta, Janet se siente aturdida y asustada por lo que está viendo. Que pone sus dos manos en su rostro y cierra sus ojos por unos segundos. Y los vuelve abrir al instante. Volviendo a ver a Adal en ves del paciente. En ese instante, Janet le dice al señor: — ¡¿Quién te hizo esto papá?! Con todo el dolor que siente, el señor le responde a Janet: — Por favor, no juegue conmigo y sálveme la vida que me estoy desangrando. Janet sigue viendo al señor como su padre. Y ve las grandes herias y se pone a llorar, diciendo: — ¡Papá!, ¡estas muy mal! El señor se enfurece y le dice a Janet: — Yo no soy tu padre, yo me llamo David… David, yo soy David. En ese instante, David se desmalla en los brazos. Haciendo que esta pierda la poca cordura que le queda y pegue un grito de dolor. Que asusta a todos… El médico se acerca a Janet, y le expresa: — ¡Señorita! ¿Qué está haciendo? Janet sigue llorando por la imagen de su padre. Cuando el medico toca el cuello de David, y dice: — Se ha desmallado. El médico mira a Janet, quien no puede contener sus lágrimas. Y la lleva a un asiento, y le dice: — Parece que no tienes la experiencia suficiente para tolerar la sangre, es mejor que te quedes aquí… En la calle, Alejandro detiene el carruaje, y le dice: — ¡Claro! Janet debe de estar en el hospital, si, ella no se va ir sin ayudar a personas que necesitan de ella. En ese momento, Alejandro se dirige al hospital, mientras varios militares comienzan a entrar a las casas en busca de hombres para pelear en Portugal. En el hospital, mientras el medico atiende a David, Janet ve el rostro de David, y dice en voz baja: — ¿Qué me paso?... creo que no voy a poder descansar hasta que vengue la muerte de mis padres encontrando a Joaquín. Alejandro se las ingenia y entra al hospital. Haciéndose pasar como si estuviera herido. Y luego busca a Janet en el primer salón, y al no encontrarla es ese, se va al segundo. En ese instante, Alejandro ve a Janet y corre a donde esta ella, y le dice: — ¡Janet! ¿Qué te paso en el rostro? — Nada. — Pero tienes todo el rostro cubierto de sangre. — Esta sangre no es mía. — Que bien, estaba tan preocupado por ti, pensé que ya te habías ido. — ¿Qué quieres Alejandro? Yo no voy a volver a tu casa, yo he decidido estar sola. Miguel se acerca, y les dice: — Si no van ayudar hagan silencio. De inmediato, Janet se levanta y le expresa al médico: — Yo voy a seguir, ¿cómo se encuentra el señor? — Todo depende de él. Alejandro le dice al médico y a Janet: — Yo también voy ayudar. Cuartel militar de Valencia, el comandante sigue enviando militares a las calles. En busca de reclutar a más hombres. Cuando le dice al capitán encargado: — ¡Báez! — Si señor. — ¿Cuántos hombres se han reclutado? — Todavía no tenemos resultados, puesto que todos los hombres más experimentados están batallando en Portugal… — ¿Tú sabes qué pasaría si al rey se le dijera, así como me lo estas diciendo? Tenemos que reclutar por mínimo cinco mil hombres y llevarlos a la frontera con Portugal. — Lo veo complicado. — Pues yo mismo saldré a buscar… Norte de Valencia, cuatro militares irrumpen en casa de Fernando, y le dicen a Elena: — Buenas señora. — Buenas, ¿pasa algo? — Venimos a llevarnos a los hombres de la casa. Para que combatan junto a nosotros. De inmediato, Elena les dice: — ¿Perdón? ¿Qué ustedes qué? — Señora, los hombres de este país tienen que luchar para seguir avanzando en la batalla. En seguida, Elena se ríe de los militares, quienes se miran unos a los otros. Cuando Fernando se acerca, y les dice a todos: — ¿A qué se debe esa inesperada visita? Elena se les adelanta a los militares y le dice a su esposo: — Están aquí, porque quieren llevarse a Fabián y a ti a la guerra. De inmediato, Fernando los mira, y les dice: — ¡Sobre mi cadáver!... esto es una completa estupidez, ni mi hijo, ni yo, estamos dispuestos a participar en los juegos de guerra de sus altos mandos. Uno de los militares le responde a Fernando: — Es que es una obligación. Fernando se acerca bastante al militar que le dijo eso, y le expresa: — Salgan de mi casa si no quieren que hable con el gobernador o con el que sea. Y los mande a colgar como se los merecen, ningún militar de pacotilla viene a mi casa a imponer su ley. Siendo yo, uno de los hombres más importantes de Valencia. En ese momento, los militares no dicen nada y se retiran mirándose las caras unos a los otros. En el comercio, dos militares a Johan, quien está hablando con una vendedora de frutas. Cuando estos le llegan por la espalda, y le dicen: — El comandante lo necesita, venga con nosotros… En casa de los padres de Mileici, Fabián baja a su novia de su carruaje y se vuelve a subir. Cuando esta le dice: — ¡Oye! ¿No te falta algo? — ¿Qué? Mileici cierra sus ojos y posa para un beso. Cuando Fabián mira hacia todos lados y se baja de su carruaje. Y le da un beso, diciéndole: — Le das saludos a tus padres. — ¿Y por qué no se lo das personalmente? — No puedo, voy de afán, otro día. De inmediato, Fabián se va a toda marcha de la casa de Mileici. En ese instante, los militares también llegan a casa de Laura, pero al no encontrar hombres, se marchan. Valeria y Lucia compran lo que pueden en el mercado. Y salen corriendo al ver el alboroto que están haciendo los militares. En el hospital, el médico le dice a Janet y a Alejandro al escuchar los ruidos en la calle: — Ustedes que vienen llegando, ¿saben que está pasando allá fuera? Alejandro queda mirando a Janet. Y después sale a la puerta, y ve a muchas personas peleando con los militares. En ese instante, Alejandro entra rápidamente. Y le dice a Janet y al médico: — Ahora no se puede salir a la calle…
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