Janet se queda callada por unos segundos y mira a las personas al su alrededor desde el carruaje, y dice:
— Ah, ya entiendo, ¿y que le sucedió?
— Choco con otro carruaje y el recibió la peor parte.
En ese instante, Alberto se pone a llorar mientras conduce el carruaje. Cuando Janet le dice:
— Tranquilo, yo haré todo lo posible para salvarlo.
Minutos después, Alberto baja a Janet del carruaje. Y la hace entrar a su casa, donde se encuentra su hijo mal herido.
En ese momento, la madre del joven toma las manos de Janet antes que entre a la habitación, y le dice:
— Por favor… por favor, salva a mi hijo, él es lo único que tengo.
Janet mira a Alberto y luego le dice a ella:
— Tengo que ver a su hijo primero, de todos modos. Yo voy hacer todo lo posible de mi parte, para salvar a su hijo.
De inmediato, Alberto se lleva a Janet a la habitación, la cual está llena de sangre. Y Janet al ver la gran herida que tiene el joven en su pierna y en su estómago, de inmediato le dice a Alberto:
— ¡Rápido! Ponga a hervir aceite.
En seguida, Irene y Alberto se van hacer lo que le dice Janet, mientras ella trata de contener la sangre. Rasgando un pedazo de su propio vestido y se lo amarra al joven en la pierna izquierda. Y luego presiona fuertemente la herida de su estómago con otro pedazo de trapo. Cuando este grita sin cesar.
Minutos después, Irene y Alberto traen un envase con el aceite hirviendo, y Alberto le dice a Janet:
— Aquí está el aceite, ¿ahora que hacemos?
De inmediato, Janet le dice a Irene y a Alberto:
— Necesito que lo cojan fuerte mente de los dos brazos. Y no lo suelten por nada de este mundo.
Janet coge el envase con el pedazo de trapo que trajeron los padres del joven. Y con una certeza y precisión, le echa al joven el aceite hirviendo en la herida del estómago.
El grito del joven es brutal y espeluznante. Haciendo que todas las personas que pasan cerca de la casa, se detengan y se asusten al escuchar los iracundos y desgarradores gritos de dolor.
Luego de varios minutos, y de que el joven se privó de tanto dolor, Janet le dice a Irene y a Alberto:
— No se preocupen, sus heridas fueron cauterizadas y curadas, solo hay que esperar a ver como el evoluciona.
Entre lágrimas, Irene le dice a Janet:
— Yo lo sigo viendo mal, ¿crees que mi hijo Timoteo se salve?
— Si, el esta dormido en estos momentos, lo importante es que detuve el sangrado y sellé su herida, él va a estar bien.
De inmediato, Alberto le da una bolsa de dinero a Janet, y le dice:
— Gracias, hay esta su p**o por su buen servicio.
Janet guarda el entre su vestido y sus senos. Cuando Irene coge de nuevo sus manos, y le expresa:
— Venga mañana, yo quiero que solo usted atienda a mi hijo.
— Así será, yo vendré mañana a revisar al joven, y a cerciorarme que todo esté bien.
De repente, un hombre muy elegante y misterioso entra a la casa, y dice:
— Muy buenas, disculpen por mi intromisión señor Alberto y compañía, quisiera hablar con usted a solas.
De inmediato, Alberto le dice a Janet:
— La esperamos mañana.
En seguida, Alberto se va hablar a solas con el hombre misterioso. Cuando Janet le dice a Irene:
— Ve a la habitación y mira como sigue tu hijo.
— Bueno.
Irene se va a la habitación a ver a su hijo, mientras Janet espía a Alberto. Y alcanza a escuchar, que en Cádiz se están alistando muchas embarcaciones. Para empezar a navegar por el Océano Atlántico.
De inmediato, Janet piensa:
“Estoy perdiendo el tiempo aquí en Cartagena… debo ir a casa y hacer viaje a Cádiz”
Janet deja de espiar a Alberto y sale de la casa. Cuando este la llama, y le dice:
— Perdona, yo voy a llevarte a tu casa.
— Tranquilo, yo me voy caminando.
El hombre misterioso se despide de Alberto y de Janet. Y se va de la casa. Cuando Alberto insiste, y le dice a Janet:
— Yo te saque de la casa y yo te voy a dejar.
— Bueno, si usted insiste.
En ese instante, Alberto lleva a Janet hasta su casa, y antes de bajarse del carruaje, Janet le dice:
— Disculpe que sea imprudente, pero quisiera hacerle una pregunta.
— Dígame.
— ¿Quién era el señor que entro en su casa?
— Ah, veo que es muy curiosa.
— No, solo que me pareció distinguirlo.
— Solo le puedo decir, que es una persona muy a llegada a la corona.
— Ya entiendo.
— Yo estoy muy agradecido porque aquí en Cartagena lleguen médicos tan buenos como usted, señorita.
— Gracias.
— Espero que mi hijo se recupere pronto. Y vuelva hacer como era antes.
— Con lo que le hice y su voluntad de vivir, su hijo saldrá de esto con bien.
En ese momento, Alberto es caballero y baja a Janet de su carruaje, y le dice:
— Nos vemos mañana.
— Bueno.
Janet entra a su casa. Cuando Zafiro ve su vestido rasgado y ensangrentado, y le dice:
— ¿Qué fue lo que te paso allá?
— Prepárate Zafiro, nos vamos a Cádiz.
Dos días después en Pedraza, Batista hizo trabajar hasta el cansancio a los esclavos. Para levantar su propio lugar de descanso.
Con ayuda de Emilio y de Facundo, Batista descansa en casa, mientras estos le daban órdenes a los esclavos, de cómo hacer un buene establo.
Finalmente, los esclavos terminan su trabajo satisfactoriamente. Cuando Ashanti le expresa a Naina:
— ¡Lo hemos logrado!
Naina sonríe, y luego le expresa a Ashanti:
— No es por nada, pero contamos con unos hombres muy fuertes, mira a Yaro y a Saud.
Ashanti los ve con disimulo, y luego le dice a Naina:
— Si, ellos son capaces de todo.
Kenia se mete en la conversación de Ashanti y de Naina, y les dice:
— ¿Qué tanto miran a Yaro y a Saud?
Naina le responde a Kenia:
— Estamos diciendo que ellos dos son muy fuertes.
Ashanti también le dice a Kenia:
— ¿Qué estabas pensando?, mal pensada.
Kenia se ríe, y les dice a las dos:
— Pues claro que me estaba imaginando cosas, ellos están solteros y nosotras también…