Janet le tira a la cabeza, pero este se cubre con la espada. Para luego contraatacar a Janet con varios espadazos descomunales.
Janet no se deja doblegar por la fuerza del portugués. Y también le responde los ataques con toda su fuerza emparejando el combate.
El barco comienza a hundirse, mientras las fuerzas enemigas acribillan a Helio y a Fontanor.
Pablo es herido en su brazo derecho, pero saca fuerza y acaba con el que lo corto.
En ese instante, Janet se agacha e intenta cortar al portugués de estatura superior, pero este esquiva el ataque. Y aprovecha que Janet descuido su defensa y la corta en su brazo izquierdo.
Janet comienza a votar mucha sangre, y le dice al portugués:
— Ni creas que me vas a vencer.
El portugués se ríe, diciéndole:
— Pues ya te gané, todos ustedes están muertos.
Janet mira la gran rajadura de su mano izquierda, y dice:
— ¿Por qué te demoras?
En ese instante, el brazo izquierdo de Janet se cura totalmente sin dejar rastro de ninguna cicatriz.
Estupefacto, el portugués le dice a Janet:
— ¡Oye tú! ¿Qué hechicería hiciste?
— Ninguna.
— No, estas mintiendo, yo sé lo que vi.
— Eso no importa ahora, ¿quién les mandó a atacarnos?
— Nosotros nos mandamos solos.
En ese instante, el portugués corre y ataca a Janet, pero esta se defiende notablemente amortiguando los duros espadazos del enemigo.
Roco lanza a un portugués al agua y después se ocupa de otro traspasándolo con su espada. Cuando descuida su defensa y muere a manos del líder de los portugueses, quien le dice a toda su gente:
— Acaben con los que faltan y regresemos a nuestro barco, porque ya este se está hundiendo.
En ese momento, Janet logra acabar con el hombre más alto de los portugueses y corre ayudar a Pablo. Cuando es atacada por tres hombres.
Janet se defiende de los ataques de los tres portugueses, mientras toda la tripulación de Pablo es acabada por los invasores.
El barco está a punto de hundirse y los tres que pelean con Janet salen a correr e intentan subirse a su barco, pero su líder hace mover la dirección del barco invasor. Despegándolo del Clavel, y los tres hombres caen al agua.
Herido, Pablo queda sentado en el piso. Viendo como todos sus amigos están muertos. Cuando Janet le dice:
— Levántese, tenemos que salir de aquí.
— Salir a donde, no ves que estamos en alta mar… me sorprendes que estes con vida Adal.
— Tuve suerte.
— Eso veo, ahora tendremos la misma suerte que este barco, nos hundiremos hasta lo más las profundidades del Océano Atlántico.
Janet mira como el barco enemigo se aleja, y luego le dice a Pablo:
— Aun no puedo creer que esto haya pasado.
Pablo se acomoda un poco, y le expresa a Janet:
— Con esto estoy pagando lo malagradecido que he sido con el rey… sabes que el me ayudo arreglar este barco, y mira cómo le estaba pagando… con traición.
Janet presiona la herida que tiene Pablo en el estómago, y le dice:
— No hagas tanta fuerza Pablo, porque te estas desangrando muy rápido.
— Qué más da, o muero así, o muero ahogado.
En ese instante, el Clavel se parte en dos. Haciendo que Janet caiga a la punta del barco y Pablo se hunda con la parte trasera del barco.
La pierna derecha de Janet. Queda atrapada en la madera del barco, y ese pedazo del barco se hunde por completo.
En ese momento, Janet hace fuerza para salir del barco, pero no puede y comienza a tragar mucha agua. Hasta morir ahogada.
Después de unos minutos, el barco cae al fondo del Océano.
En ese instante, Janet vuelve a revivir y de inmediato jala su pierna una y otra vez, pero no puede sacarla y vuelve a morir ahogada.
Después de unos minutos, Janet vuelve a revivir, y piensa:
“No puede ser, si no hago algo rápido, moriré y reviviré por siempre en este lugar”
Janet hace un esfuerzo extra ordinario. Y logra aflojar su pierna derecha, pero vuelve ahogarse.
De nuevo Janet revive y saca su pierna derecha del barco y nada con gran fuerza hacia la superficie.
Janet siente que se le están acabando sus fuerzas. Y aguanta aún más la respiración, y logra salir a la superficie.
En ese instante, Janet solo ve cielo y agua y se aferra a un pedazo de madera, diciendo:
— Esto no me va a detener, no va a detener mi búsqueda.
Veinte días después, Janet se encuentra tirada en la playa de Cádiz.
Totalmente agotada, Janet entre dormida, dice:
— Todo… todo esto lo he… pasado por ti Joaquín… algún día me las pagaras todas.
En ese momento, una pareja de recién casados encuentra a Janet. Y al estar cerca de ella, intentan reanimarla, pero esta no reacciona.
Cavildo le dice a Luz:
— Esta mujer parece muerta, ¿porque no los vamos de aquí antes que nos culpen de algo que no hemos hecho?, adema, esto nos podría dañar los planes que tenemos.
— Pero que dices, no los vamos a ir sin antes cerciorar se bien si está viva o muerta.
Luz vuelve a tocar a Janet, y le dice a Cavildo:
— Ella está viva y necesita nuestra ayuda.
Cavildo se vuelve agachar y toca el cuello y el pulso a Janet, y le dice a su esposa:
— Tienes razón, esta mujer está más viva que tú y yo juntos, habrá que llevarla a la casa y ponerle algo seco… “después que haya reaccionado por supuesto”.
— Si, eso es lo mejor, entonces cárgala.
— ¡¿Yo solo?!
— Claro.
— ¿no me vas ayudar?
— Tu eres el hombre.
— Está bien, está bien, yo la cargaré, pero después tú te ocuparas de todo.
— No hay problema, ahora cárgala y llevémosla para la casa.
Minutos después, Janet sueña que ha encontrado a Joaquín y habla de nuevo entre dormida, diciendo:
— Por fin te encontré… Joaquín, ahora vas a pagar por la muerte de mis padres.
Parados al frente de la cama, Cavildo y Luz se ven las caras e intentan despertar a Janet. Moviéndola de un lado para el otro.
Luz le dice a su esposo:
— Pobrecita, debe de haber pasado por mucho.
— Lo que no entiendo, ¿es por qué esta mujer esta vestida de hombre?
En ese instante, Janet se despierta muy abismada, y dice:
— ¿En dónde estoy?
Luz se sienta en la cama, y le responde:
— Estas en mi casa… y esta ciudad se llama Cádiz.
Janet dice:
— He regresado.
Cavildo también le dice a Janet:
— Te encontramos tirada en la playa casi muerta.
Janet piensa:
“Era un sueño… pensé que ya había encontrado a Joaquín”.
Luz le dice a Janet:
— ¿Te encuentras bien?... ¡señorita!
Cavildo le dice a su esposa:
— Parece que ella se habrá golpeado la cabeza, no escucha ninguna razón.
Janet trata de levantarse. Cuando luz no la deja levantarse, y le dice:
— Guarda reposo, ya te traigo algo de comer.
Janet le dice a Luz:
— Gracias, pero no puedo quedarme mucho tiempo aquí.
Cavildo le dice a Janet:
— ¿Te están persiguiendo?
— No… nadie me persigue, he renacido desde lo más profundo del Océano.
Confundido y asustado, Cavildo le expresa a Janet:
— ¿Cómo que renació en lo profundo?
En ese instante, Luz le trae un plato de quisquilla a Janet, y le dice:
— ¡Come! Debes de tener mucha hambre, come un poco…