ETERNOS

UN HOMBRE MISTERIOSO

Luego de unos minutos caminando, Janet le dice a Alejandro:

— Usted necesita llegar a alguna parte, parece que va a llover.

Alejandro extiende sus manos, y le dice a Janet:

— Pero no está lloviendo.

— A mí me acaba de caer varias gotas, es mejor que busques donde pasar la noche.

— ¿Y tú?

— ¿Yo que?

— ¿Dónde vas a pasar la noche?

— Ah… en la calle, pero no te preocupes Alejandro, yo estoy acostumbrada a pasar de todo tipo de dificulta.

Estupefacto, Alejandro detiene su paso, y le expresa a Janet:

— ¿Duermes en la calle?

— Cuando toca lo hago… mira hacia allá, creo que en ese lugar podrás pasar la noche.

— Janet, no tengo dinero, esos ladrones se robaron todo lo que tenía.

— No te preocupes.

En ese instante, Janet saca todo el dinero que tiene, y se lo da en la mano a Alejandro, diciéndole:

— Toma, con esto pasaras varios días bajo techo.

Alejandro mira la bolsa de dinero, y le dice:

— No te los puedo recibir, guarda tu dinero.

— ¿Por qué?

— Yo no me lo perdonaría si te pasara algo por mi culpa, prefiero caminar y dormir en la calle.

Janet ve a Alejandro como al Joaquín del aquel tiempo que la estaba enamorando, y le expresa:

— Entonces, ¿qué propones?

— Pasemos la noche en este lugar, y mañana ya veremos.

En seguida, Janet se sonríe un poco, y dice:

— Está bien, vamos.

En ese momento, Alejandro y Janet entran a la casa de hospedaje. Cuando una mujer les dice:

— ¿Les puedo ayudar en algo?

Alejandro mira rápidamente el lugar, y le contesta a la señora:

— Necesitamos dos habitaciones, una para ella y otra para mí, ah, y donde dejar el caballo.

De inmediato, la señora les dice:

— Solo hay una habitación disponible. Y tiene que dejar el caballo afuera.

Janet mira su caballo, y dice:

— No es seguro dejarlo ahí.

Alejandro le expresa a Janet:

— Solo hay una habitación, ¿qué hacemos?

Janet se da vuelta y mira a Alejandro, diciéndole:

— Eso no es problema.

En seguida, Janet saca varias monedas de su bolsa y se la pone en la mesa a la señora, diciéndole:

— Quédese con el cambio, pero quiero que el caballo este seguro.

La señora coge las monedas, y le contesta a Janet:

— Está bien, yo sé dónde guardarlo…

Segundos después, Alejandro entra a la habitación y luego le dice a Janet cuando la ve en la puerta:

— Yo voy a dormir en el suelo, no te preocupes.

Janet entra en la habitación, y le expresa a Alejandro:

— Yo no estoy preocupada por eso, así que podemos dormir en la cama.

— ¿Estas segura?

— Si.

En ese instante, Janet se sienta en la cama al igual que Alejandro, quien le dice:

— ¿Por qué estas aquí en Portugal?

Janet queda mirando a Alejandro, y le dice:

— ¿Por qué tendría que decirte mis cosas? Yo te pregunte algo parecido y no me respondiste.

Alejandro se sonríe, y luego le dice:

— Es que mi situación en este país podría ponerte en riesgo.

— He vivido cosas terribles y arriesgadas toda mi vida, no creerás todo lo que me ha pasado.

— Esta bien Janet, voy a confiar en ti. Y voy a revelarte un gran secreto que espero que sepas guardar.

— Tranquilo, puedes confiar en mí.

— Bueno… yo soy de Valencia-España. Y soy desertor del ejército, por lo tanto, me andan buscando para ejecutarme.

Janet siente que Alejandro no es sincero, y le dice:

— Eso te salió muy reforzado, mejor dejemos eso así.

— Te estoy diciendo la verdad.

Janet se acuesta a dormir, y le dice a Alejandro:

— Si, si, yo te creo… duérmete.

— Espera Janet, no te duermas.

— ¿Qué pasa?

— ¿De que parte de España vienes?

— Yo soy de un pueblo llamado Pedraza.

— ¿Y que haces en este país?

— Estoy buscando a un hombre.

Alejandro se acomoda un poco en la cama, y dice:

— ¿Y esa persona que buscas es tu esposo o algo por el estilo?

Janet se pone hacia un lado de la cama, y le dice a Alejandro:

— Estoy cansada, duérmete.

Alejandro se queda viendo dormir a Janet, y le contesta:

— Está bien.

En la mañana siguiente, Janet se levanta de la cama y ve dormir a Alejandro, y dice en voz baja:

— ¿Qué será que escondes?... bueno, hasta pronto.

Luego de unos minutos, Alejandro se despierta y mira hacia todas partes. Y al no ver a Janet, dice:

— Ni siquiera se despidió.

Alejandro se levanta de la cama y va adonde la señora, y le dice:

— ¿Usted sabe en qué dirección tomo la joven que estaba conmigo?

— No.

Alejandro sale a la calle y mira hacia todos lados, pero no ve a Janet por ningún lado y se va. Tomando otro rumbo.

Días después, Janet sigue en la búsqueda de Joaquín en la ciudad de Loulé, y ve un gran sin numero de hombres y se acuerda de Alejandro, y piensa:

“Ese hombre tiene mucho de Joaquín, pero es muy mentiroso”

En ese instante, Alejandro también se encuentra en Loulé, y se baja de un carruaje, diciéndole al dueño:

— Gracias, fue usted muy amable en traerme hasta acá.

— De nada, a mi me gusta ayudar a la gente.

Alejandro se aleja un poco del carruaje, y le expresa al señor:

— Tenga uste un buen viaje.

— Bueno.

Alejandro se toca el estómago, y dice en voz baja:

— Ah, que voy hacer ahora, si esos sujetos no me hubieran robado todo mi dinero… tengo mucha hambre.

En ese instante, Alejandro se las arregla para inventarse un trabajo que le permita comer en ese momento, y se pone a esperar a que los carruajes se detengan para si ayudar a bajar las damas por propinas.

Luego de dos horas, Alejandro reúne un poco de dinero para irse a comer algo, y acabar con el hambre que tiene.

Después de comerse un pan con gran desespero y ansiedad, Alejandro se infiltra entre la gente, mientras Janet cabalga lentamente por los alrededores del sur de la ciudad. Cuando escucha unos gritos de auxilio.

Janet se baja de su caballo rápidamente y entra por un callejón. Cuando encuentra a un hombre tendido en el suelo, y a una mujer muy desesperada.

Janet le dice a la mujer:

— Cálmese, yo soy médico.

En ese momento, Janet se agacha, y al tocar al hombre en el cuello, le dice a la señora:

— Me puede explicar, ¿qué fue lo que le sucedió a este hombre?

— Alguien lo golpeo brutalmente por quitarle su dinero.

Janet toca su pulso y escucha los latidos del corazón del afectado, y le dice a la señora:

— Él está vivo, pero necesitamos moverlo de aquí…