Cerca de la playa, Manolo llega al negocio de Fernando. Y al verlo hablar con un trabajador, se acerca y le dice:
— Hola, todo listo, mañana en la mañana salen con la mercancía.
Fernando despacha a su trabajador, y le responde a Manolo:
— Muy bien, todo está saliendo a pedir de bocas.
— ¿Cuánta gente contrataste para eso?
— Lo suficiente para arruinar a Pedro.
Manolo se ríe. Cuando ve a Rodolfo venir, y le expresa a Fernando:
— ¿Le has dicho algo de esto a los otros socios?
— Claro que no, esto es entre tú y yo.
En ese instante, Rodolfo les dice:
— Señores, ¿cómo están?
Fernando y Manolo dicen:
— ¿Bien!...
En ese momento, Fernando y Manolo hablan de negocios pendientes de exportación, y despistan a Rodolfo.
Horas más tardes en la casa de Pedro, Janet termina de arreglar el café y su mente viaja a unos siglos atrás. Y se acuerda de todas las tierras que tenía en Pedraza. Cuando Pedro y Alejandro se acercan a ella.
En ese instante, Pedro le dice a Janet:
— ¿Y en que piensa la nueva socia?...
Janet no escucha a Pedro y sigue recordando sus tierras. Cuando Alejandro toca su hombro derecho, diciéndole:
— ¡Janet!
En ese instante, Janet reacciona y mira a Pedro y Alejandro, diciendo:
— ¿Pasa algo?
Alejandro le responde:
— Eso era lo que nos preguntábamos con Pedro, estabas ida.
Janet se le sale lo que estaba recordando y les dice a los dos:
— Estaba recordando las tierras de mi familia… ya está toda la mercancía lista, esperemos hasta mañana.
Pedro le dice a Janet:
— ¿Tierras? ¿A qué familia perteneces?
Janet se arrepiente de haber hablado de sus tierras, y le contesta:
— Discúlpeme, pero no quisiera hablar de eso.
Pedro mira a Alejandro, y le dice a Janet:
— Bueno, es que como mencionaste las tierras de tu familia, es por eso que te pregunte. Fue solo curiosidad.
Janet le expresa a Pedro:
— Tranquilo.
En seguida, Alejandro les dice a los dos:
— Bueno, bueno, bueno, dejemos ese tema ahí y concentrémonos en esta gran entrega, la cual ya sabemos que va hacer la más importante de todas.
Janet le expresa a los dos:
— ¿Quiénes van a escoltar la mercancía?
Pedro le responde a Janet:
— Nosotros mismos, no te preocupes Janet, ya venimos haciendo esto y nunca ha pasado, además, aquí en Valencia toda la gente me respeta.
Janet mira otra vez la mercancía, y luego les dice a los dos:
— Bueno, entonces nos vemos mañana.
Alejandro le da la mano a Pedro, diciéndole:
— Hasta mañana… ah, espera, no veo al nuevo trabajador por ningún lado.
Pedro y Janet miran hacia todas partes. Cuando Pedro dice:
— Debe de estar por ahí, ahora lo busco…
En ese momento, Janet y Alejandro se despiden de Pedro y se van a pasar la tarde en la playa.
En la Iglesia, el padre Hernán está predicando la palabra. Cuando ve entrar a Kany, y piensa:
“Otra vez esta mujer con su locura del pecado a cada momento”
En ese instante, Kany se sienta y espera más de veinte minutos para hablar asolas con el padre.
Con ganas de salir corriendo, el padre saca toda la paciencia que tiene guardada y se acerca a Kany, preguntándole:
— ¿Has vuelto a pecar pensando en otro hombre que no es tu esposo Beto?
— Si y no.
— Explícate eso.
— Es que estoy separándome de mi esposo. Y quiero un concejo suyo, porque Beto quiere quitarme la casa que me dejo mis padres, y eso no puede ser.
El padre se queda pensando, y luego le dice a Kany:
— Pues ve a donde está el oidor del rey y presenta tu documentación. Y veras como resuelves todo ese problema… ve con Dios y veras que todo te saldrá bien.
— Eso mismo me dijo ese día y se me incrementaron los problemas.
— Porque eres una mujer falta de fe, ¡mira!… viniste por un concejo y yo te lo he dado, ahora ve a donde Isnel y dile tu problema.
Kany se levanta de la silla, y le dice a Hernán:
— Gracias Padre.
— Después me cuentas como te fue.
En ese momento, Kany sale de la Iglesia y se va a donde el oidor.
Norte de Valencia, Fabián no deja de pensar en Janet y en esos momentos en la playa. Cuando lo derroto sin ningún problema, y dice:
— De ninguna manera yo voy a cumplir con eso…
En la noche, Alejandro y Janet terminan de hacer el amor. Cuando Alejandro le dice:
— Te sentí un poco distante.
— Estaba pensando en lo de mañana. Y en nuestro futuro.
— ¿Estas preocupada?... porque déjame decirte que no tienes que hacerlo, todo va a salir muy bien.
El día siguiente, entre Pedro, Alejandro y Janet, coordinan el lleno de cuatro carruajes.
En casa de Candela, Fabián toca la puerta en busca de Janet. Cuando Polinar abre la puerta, y le dice:
— Buenas, ¿en qué puedo ayudarlo?
— Buenas señor, estoy buscando a la señorita Janet.
— Ella no está.
— ¿Y por casualidad sabe adónde se fue ella?
— No.
De inmediato, Candela sale a la puerta, y le dice a Fabián:
— Ella está en la casona de Pedro, si te apresuras la encontraras.
Polinar mira a su esposa. Cuando Fabián dice:
— Muchas gracias.
En ese instante, Fabián se monta en su caballo. Y cabalga rápidamente hacia la casona de don Pedro.
En ese momento los trabajadores terminan de cargar los cuatro carruajes. Cuando Alejandro le dice a Pedro:
— ¿Qué paso con Chicho?
— Tal parece que se arrepintió de trabajar.
Janet les dice a los dos:
— Súbanse a sus respetivos caballos y vámonos hacer la entrega al barco.
En seguida, Alejandro y Janet se montan en sus caballos, mientras Pedro le dice a sus cinco trabajadores:
— Van a seguir mi paso y cada uno será responsable de la carga que lleva.
En ese momento, Laura llega al lugar y abraza a su hijo. Y le da un beso en la mejilla, diciéndole:
— Les vengo a desear mucha suerte.
— Gracias mamá.
Laura le dice a Janet:
— Te cuidas también.
— Gracias doña Laura.
De inmediato, Laura va a donde esta Pedro. Y al verlo montado en su caballo, le dice:
— Hola, pensabas irte sin despedirte.
Pedro se baja del caballo y le da un beso a Laura, y le dice:
— Claro que no, pero tan poco me estoy yendo a la guerra.
Pedro le vuelve a dar un beso a Laura, y le expresa:
— Nos tenemos que ir.
— Que les vaya bien…