Zafiro se pone brava con lo que dijo Killand, y le pone mala cara. Cuando Janet le dice a Killand:
— Cuando saquemos la nueva carga y la entreguemos, con mucho gusto te enseño a leer y a escribir.
Janet se va a la casa junto a Zafiro, y por el camino le dice a su hija:
— ¿Estabas enojada con Killand?
— No.
— No me mientas Zafiro, yo te vi que hiciste mala cara cuando él dijo que quería aprender a leer y a escribir.
— Bueno si, me moleste un poco, porque el solo quiere estar contigo, él no quiere estudiar.
— Como dices eso Zafiro, a Killand se le ve que quiere aprender, él quiere salir adelante.
— Yo no le creo, yo pienso que él está enamorado de ti. Y esto es una excusa para acceder a ti.
— Tienes mucha imaginación.
Morati se encuentra con Janet, y le dice:
— Señorita Janet, ¿cómo esta?
— Bien, ¿te sucede algo?
— Si, estamos indecisos, trabajamos o no trabajamos.
— Hay que trabajar Morati, tenemos que sacar la carga que se robaron… pero antes reúne a todos que les voy a pagar.
— Si señora.
Morati se va a decirles a todos. Cuando Zafiro le dice a Janet:
— ¿Vas a pagar algo que robaron?
— Si… los trabajadores no tienen la culpa de lo sucedido.
— Pero…
— Pero nada Zafiro, yo soy una persona justa. Y no voy a jugar con el trabajo de los demás.
En cuestión de dos minutos, Morati reúne a todos los trabajadores del Arca. Cuando Janet y Margot sale de la casa. Y a cada uno les paga por el gran trabajo que hicieron.
Abu es el único que se pone a pesar. Y al abrirla, le dice a Janet:
— ¿Qué podemos comprar con esto?
Morati le grita a Abu:
— NO SEAS MALAGRADECIDO.
Todos se enojan con Abu. Cuando Janet le responde:
— Puedes comprar ropa, comida… tu eres libre de ver en que te gastas tu dinero.
De inmediato, Morati se disculpa por todos con Janet, diciéndole:
— Perdone nuestra ignorancia señora, es que nunca nos habían dado dinero… pero, yo siento que no puedo recibir esto.
De inmediato, Morati se acerca a Janet e intenta entregarle la bolsa de dinero. Cuando Margot y Janet le dicen al mismo tiempo:
— ¡¿Qué haces?!
Ante la mirada de Killand y los demás, Janet le dice a Morati:
— Eso te lo has ganado con gran esfuerzo.
Morati mira a Janet y luego a sus compañeros, y dice:
— Es que usted va a tener perdidas, ya es suficiente con lo que perdió en ese cargamento.
Janet se sonríe y le dice a Morati:
— Tus intenciones son buenas. Y te agradezco el gesto de nobleza que tienes, pero eso que se robaron para nada me va afectar mi economía… yo estoy muy bien, así que recibe el dinero. Y no me vayas hacer enojar.
Morati y los demás se sonríen. Cuando Margot también le dice:
— Hazle caso a Janet.
En ese momento, Morati sujeta firmemente su dinero, y le expresa a Janet:
— Gracias.
Janet les dice a todos:
— Ya pueden volver a sus puestos de trabajo.
Facundo alza la mano, y le expresa a Janet:
— ¿Está en pie la sacada del nuevo cargamento para el comercio?
— Claro, yo estoy debiendo eso… pónganse a sacar eso. Para que mañana podamos entregar.
De inmediato, todos se ponen a trabajar. Cuando Zafiro le dice a su mamá:
— Quiero ser útil… yo quiero trabajar a tu lado.
— Ya lo estás haciendo.
Ante la mirada de Margot y de Kenia, Janet se va a su caballeriza y se monta en su caballo blanco. Para salir a toda marcha hacia la cárcel del pueblo.
Margot le dice a Zafiro:
— ¿Sabes porque salió así tu mamá?
— No.
Minutos después, mientras trabajan en el Arca para sacar otro cargamento de alimentos, Janet llega a la cárcel y visita a los Alcabú.
Rodrigo se pega a los abarrotes apenas ve a Janet, y le dice:
— Qué bueno que viniste Janet, el general nos quiere decapitar, por algo que mi familia y yo no hicimos… tienes que creerme Janet, nosotros somos inocentes.
Janet los queda viendo uno a uno, y luego le dice:
— ¿Qué hacían mis carruajes en sus tierras?
— Eso fue una trampa para perjudicarnos… tu nos conoces, nosotros nunca te haríamos daña.
En el despacho del general, un militar entra corriendo, y le dice:
— ¡General!, ¡general!
— ¿Por qué entras así?
— Disculpe general, es que debe ir a la cárcel.
— ¿Por qué?
— La señora Janet está hablando con la familia Alcabú.
De inmediato, el general se levanta, y dice:
— ¿Por qué Janet no vino acá primero?
En seguida, el general se va a la cárcel, la cual está a unos metros de su despacho.
En la cárcel, Angela coge las manos de Janet, y le dice:
— Tienes que creernos, nosotros nunca nos robaríamos nada.
De inmediato, Janet le dice a la familia Alcabú:
— Yo les creo.
El general alcanza a escuchar lo que dijo Janet, y le dice:
— Como le vas a creer a una partida de hampones, ellos robaron tu mercancía.
Janet se vuelve a enojar con el general, y le dice con un tono muy fuerte:
— ¡¿COMO ES QUE ME HABLO?!
El general baja la guardia ante Janet, y se disculpa, diciendo:
— Perdóneme, es que no puedo entender lo que dijo, estas personas están listas para ser ejecutadas por ladronas.
Janet queda viendo al general, y le expresa:
— ¿Estaban listas?, yo soy la propia afectada y yo no encuentro razón para eso. Y, por lo tanto, yo creo en su inocencia.
Toda la familia Alcabú coge a Janet de las manos, les dice cada uno:
— Gracias.
El general no puede creer lo que está escuchando, y le expresa a Janet:
— ¿Está usted decidida a no condenarlos?
Janet mira a la familia Alcabú, y luego le dice al general:
— Ellos son inocentes, hay que buscar a los verdaderos culpables.
La familia Alcabú vuelve agradecerle a Janet. Cuando el general abre la celda, y le dice a Rodrigo y a su familia:
— Pueden irse.
La felicidad de los Alcabú es indescriptible, tanto que le besan las manos a Janet, la cual les dice:
— ¡Váyanse ya!...