ORDEN EN LA CIUDAD

1087 Words
El día siguiente, Alejandro abre la puerta del hospital. Y al ver todo tranquilo, cierra la puerta, y le dice a Janet: — Creo que ya podemos irnos. — Todavía hay pacientes por atender. — Está bien, pero cuando terminemos iremos a casa. — Alejandro es mejor que vayas a la casa y veas como esta Laura. Y de paso me traes mi espada, ¿puedes hacer eso? Alejandro le da un beso a Janet, y le dice: — Si, ya vuelvo. En ese momento, Alejandro se va del hospital, mientras Janet va a donde está descansando el médico, y le dice: — Parece que todo está bien y las personas se calmaron. El medico se levanta de la silla, y le dice a Janet: — Busquemos algo de comer y sigamos. Janet mira a David con mucho recelo, pero vence el miedo de volverlo a ver como su padre y toca su pulso, diciéndole al médico: — ¡David ha muerto!... En el cuartel militar, el comandante observa a más de ciento tres hombres reclutados. Y luego se acerca a varios militares, y les dice: — ¿Estos son todos? ¿Acaso no pudieron traer más? Uno de los militares que tiene una herida en la mano, le responde al comandante: — Señor estábamos en eso de traer más hombres y experimentados, pero un sujeto llamado Johan casi nos acaba, realmente es muy bueno con la espada. De inmediato, el comandante lo toma por el cuello, y le dice: — ¡Búsquenlo! — Si señor. Minutos después, Alejandro entra a su casa, y dice: — Mamá… ¿dónde estás? En ese momento, Laura y Pedro salen de una habitación, y sorprenden a Alejandro, quien dice: — Don Pedro, ¿usted que hace aquí? De inmediato, Laura le dice a Alejandro: — No es lo que tú estás pensando. Pedro también le dice a Alejandro: — Hijo, solo me estaba escondiendo de los militares. Alejandro le dice a Pedro: — Con todo respeto, pero no les creo nada, de todo caso, ustedes son adultos y yo no soy quién para decirles que está bien y que está mal. Laura se enoja con Alejandro, y le dice: — Oye, oye, respétame… en la memoria de Jacob y de mi querida madre, que no he hecho nada que deba arrepentirme, espero una disculpa de tu parte. Pedro también le dice a Alejandro: — Nosotros además de ser socios en el café, somos amigos, así que cree en lo que dice tu madre y yo. De inmediato, Alejandro les dice: — Discúlpenme, es que con todo lo que está pasando… esperen, tengo que buscar algo en mi habitación. Al ver que Alejandro va a su habitación, Pedro aprovecha el momento y le expresa a Laura: — Parece que se creyó todo. — Haz silencio. Alejandro coge la espada de Janet y sale de su habitación. Cuando su mamá le dice: — ¿A dónde vas con eso? — Esto es para Janet. Laura se acerca a su hijo, y le dice: — ¿Pudiste convencerla? — No, Janet no quiere vivir más en este lugar, yo estaré con ella a donde quiera estar… En ese momento en la casa de Manolo, Fernando hace citar a todos los adinerados de la ciudad. Para hacer un frente común a lo que está pasando. En ese instante, Fernando escribe una carta con múltiples quejas contra los militares, y luego le dice a Luis, Manolo y Rodolfo: — Cojan la pluma y firmen, esto se lo enviaremos al rey como queja a todo lo que han hecho los militares en Valencia. Luis le dice a Fernando: — ¿Piensas presionarlo con los impuestos de la ciudad? Fernando los mira a todos, y luego le responde a Luis: — Porque no, pero para eso tengo que contactarme con el gobernador, y tu Rodolfo me vas ayudar con eso. Rodolfo cruza sus manos, y dice: — No creo que el gobernador se ponga en contra del rey, es mejor presionar que está al frente de todo y que se aprovecha que casi todos de alto nivel están en batalla en Portugal. Manolo le dice a Fernando y a Luis: — Hagan caso a Rodolfo, por los impuestos el rey es capaz de colgarnos a todos… Fernando revisa las firmas de todos, y luego dice: — Entonces que, ¿le vamos al rey o solucionamos nosotros acá y nos vamos con todo contra el comandante? De inmediato, Luis, Rodolfo y Manolo, dicen: — ¡El comandante! Casa de Laura, en pleno amorío con el socio y amigo de Alejandro, Laura mira a Pedro a los ojos, y le dice: — Si mi hijo nos viera en esto… — Hay que pensar en decirle lo que está pasando. Y yo pensé mejor, tu hijo merece que le digamos la verdad. — No, de ninguna manera, Alejandro se pondrá furioso. No te confíes de lo que dijo. — ¿Por qué? Tú tienes derecho de rehacer tu vida… Jacob está muerto hace mucho tiempo. — Pero mi hijo todavía sigue extrañándolo. — Eso es normal. — Alejandro piensa que alguien se puede acercar a mí por mi dinero. En ese instante, tocan la puerta y Laura se asusta. Y le dice a Pedro: — Alejandro se devolvió. Pedro se desaparta de Laura, y le expresa: — No te asustes y pregunta antes de abrir. De inmediato, Laura se acerca a la puerta, y dice: — ¿Quién es? Al ver que nadie contesta, Laura se arriesga y abre la puerta. Cuando ve a Fabián, y le dice: — ¿Tu otra vez?... Fabián se da vuelta, y le expresa a Laura: — Buenas señora. — Buenas Fabián, ¿qué haces otra vez en esta casa? — Pasaba por aquí. Y vine a ver como estaban después de lo vivido ayer. — Estamos bien, y si estas con el pretexto de buscar a Janet, pues déjame decirte que ella no va a vivir más aquí. Fabián se indispone un poco, y le dice: — ¿Cómo así? — Como lo oye, así que no tiene nada que hacer ni buscar en esta casa, con su permiso… De inmediato, Laura cierra la puerta. Cuando Fabián se sube a su carruaje y se pone a buscar a Janet. En el concejo de la ciudad, Fernando se encarga de hablar con las demás personas de poder en la ciudad. Y los convence de poner orden y de limitar el actuar de los militares…
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