EL VENENO

1498 Words
En las afueras del palacio, el rey y Janet se montan en un lujoso carruaje, el cual es escoltado por dos carruajes militares, quienes vigilan al rey. Euclides comienza a conducir el carruaje. Cuando Janet mira al rey, quien está sentado frente a ella. Janet se sonríe, y le dice: —   ¿Qué piensas? —   Pienso en el día de nuestro matrimonio… —   ¿Y cómo quieres realizar la boda? —   A lo grande, quiero que ese día te sientas como la mujer más dichosa del mundo, vas hacer la nueva reina. En ese instante, Janet piensa:     “Solo me interesa encontrar a Joaquín, por eso tendré que cuidar a este hombre. Hasta que solucione mi problema” Anastasio mira a Janet un poco distante, y le expresa: —   Te veo distraída, ¿te pasa algo? —   Estoy disfrutando de la buena vista de la ciudad. —   Oh, si, es muy bonita, ¿no habías venido antes a Madrid? —   No, recién estoy recorriendo el país, ya sabes, en la búsqueda que estoy. —   Todavía no me has dicho de donde viene, ¿cuáles son tus raíces? Mientras el carruaje que conduce Euclides va un paso lento, Janet le responde al rey: —   Yo nací en el pueblo de Pedraza, mi padre fue alemán. Y teníamos muchas, pero muchas tierras con las que me hicieron obtener mucho dinero. —   Cuando dices que tenías, ¿es porque las perdiste? —   No, yo las regales a todos mis trabajadores. El rey se sorprende, y le dice a Janet: —   Vaya, eres un alma muy bondadosa, te quedaste sin nada solo por darle a los que no tienen, eso da mucho que hablar de ti. —   Gracias, pero también lo hice, porque quería buscar en forma al desgraciado de Joaquín. —   Note preocupes, yo lo voy a encontrar por ti, y no te preocupes por tierras, yo las tengo todas, tú serás la mujer más rica y poderosa del país… mi reina. En la taberna de la ciudad, Timoteo se levanta de la silla después de haber bebido varios vasos de vino, y se encuentran de frente a su amigo Arnulfo, quien le dice: —   Pero que gran sorpresa me he llevado. —   Hola Arnulfo. —   ¿Qué haces aquí? Este no es un lugar para el hermano del rey. —   Pues en este lugar me siento mejor que en el propio palacio, pero eso te lo cuento orto día. —   No, vuelve a sentarte, tenemos tiempo que no hablamos… ¡siéntate Timoteo! Timoteo no le hace caso a su amigo, y se va de la taberna. Y al montarse a su carruaje, dice: —   Tengo que ir al palacio. Para ver en que anda Úrsula. En el Palacio, Úrsula prepara la comida del rey y de los demás, y al ver que las cocineras se fueron lejos, Úrsula le echa Arsénico a la comida del rey y de Janet. Y comienza a preparar otra comida para su esposo, y para ella. En la sala, Decires les dice a Celac y a Matiz: —   ¿Ustedes que hacen acá? Ustedes tienen que estar en la cocina. Matiz le responde a Decires: —   La señora Úrsula nos sacó de la cocina, y nos amenazó con mandarnos a la mazmorra si no la dejamos cocinar. Celac también dice: —   No podemos hacer nada, pues ella es la esposa del hermano del rey. Decires les dice a las dos: —   Vamos a esperar a que llegue el rey para solucionar esto. Minutos después, Timoteo llega al palacio y comienza a buscar a su esposa por todos lados, pero no la encuentra. Cuando este ve a Mina, y le dice: —   ¿Has visto a mi esposa Úrsula? —   Ella está en la cocina. —   ¡¿Cómo así?!, ¿Úrsula está en la cocina? —   Si, así como lo escucha, ella saco a Matiz y a Celac. Y se puso a cocinar varias comidas. De inmediato, Timoteo se va a la cocina y coge del brazo derecho a su mujer, diciendo: —   ¿Qué haces aquí? Para esto es que me estabas insistiendo que saliera a dar un paseo por fuera de la casa. —   Estoy ocupada haciendo la comida de tu hermano. —   Es que tú no tienes que cocinarle a él, él ya tiene quien le cocine, además, tu odias a Anastasio. —   Pues he cambiado de opinión. —   No te creo, si apenas unos días me dijiste que tú te encargarías de hacer un plan contra él. —   Me arrepentí, ahora déjame terminar. Timoteo confía en las palabras de Úrsula y la deja sola en la cocina. Dos horas después, el rey y Janet vuelven al palacio después de su largo recorrido por gran parte de Madrid. Al entrar al palacio, el rey se sorprende al ver a Úrsula arreglar la mesa del comedor. Cuando Celac corre a su presencia, y le dice: —   Señor, la señora Úrsula me corrió de la cocina y se quedó cocinando ella. Janet mira todo el adorno floral que tiene el comedor. Cuando el rey le dice a Úrsula: —   No tenías por qué molestarte, Celac y Matiz se encargan de la cocina, tú eres la esposa de mi hermano. Timoteo le expresa a su hermano: —   Yo también le dije que ese no era lugar para ella, pero no hubo poder humano que la quitara de ahí. Úrsula les dice a todos: —   Dejemos de estar alegando de quien cocino o no, y pasemos a la mesa. Para que disfrutemos de la rica y deliciosa comida que hice. El rey le dice a Úrsula: —   Tienes razón, vamos todos al comedor. Úrsula se sonríe un poco, y le dice a Celac y Matiz: —   Ayúdenme atraer toda la comida. El rey se sienta en el lugar de siempre, de frente mirando a todos y hace sentar a Janet a su lado derecho. Timoteo se sienta al lado izquierdo. En ese instante, Anastasio le dice a Janet: —   ¿Disfrutaste del paseo? —   Si, pero siento que fue muy rápido todo, pudimos haber disfrutado un poco más. Timoteo le dice a Janet: —   Mi hermano le encanta estar en este palacio, es por eso que cuando sale no se demora nada. El rey se sonríe. Cuando Úrsula y las demás, traen toda la comida a la mesa. De inmediato, Úrsula le sirve carne de cerdo al rey y a Janet, y carne de pollo a su esposo Timoteo, la cual hace que Timoteo le diga a su esposa: —   ¡Oye!, ¿por qué ellos van a comer carne de cerdo y yo voy a comer carne de pollo? Úrsula le responde a Timoteo: —   Ellos están prósperos a casarse. Y yo hice algo especial para los dos, comete el pollo y no protestes. El rey se ríe de Timoteo, y dice: —   Comete el pollo querido hermano, mira que se ve muy suculento. Timoteo le responde a Anastasio: —   ¿Por qué no intercambiamos?, yo quiero cerdo. El rey no tiene problemas por eso, y le dice a su hermano: —   Pues sí, intercambiemos de comida. De inmediato, Úrsula golpea la mesa fuertemente, y les dice a los dos: —   ¡Dejen la tontería!, yo le hice el cerdo a Janet y al rey, y tu confórmate con tu comida. Janet observa detenidamente el rostro de Úrsula. Y se acuerda nuevamente de lo que le dijo Gabriel. Y cuando ve al rey apunto de probar el cerdo, le dice: —   ¡Espere! El rey se asusta, y le dice a Janet: —   ¿Qué pasa? Janet coge su cuchara, y le responde al rey: —   Con tantos enemigos que tiene un rey, es mejor ser precavidos. El rey le expresa a Janet: —   Yo no desconfió de nadie, toda la gente del reino es de confianza. Úrsula comienza a sudar. Cuando Janet le contesta al rey: —   Uno nunca sabe… déjeme yo pruebo su plato primero. Timoteo ve a su esposa sudando. Cuando el rey le dice a Janet: —   Adelante… no, ¡espera!... no me perdonaría si a ti te pasara algo, es mejor que un empleado pruebe la comida. Janet le dice al rey: —   Usted sabe que a mí no me va pasar nada. Úrsula se ofende y le dice al rey: —   ¡Anastasio! Estoy realmente ofendida, ¿ustedes creen que la comida tiene algo? Janet le dice a Úrsula: —   No te exaltes, tú sabes que esto se hace a menudo… no te preocupes. Timoteo le expresa a Úrsula: —   Siéntate y cálmate. —   Estoy calmada. El rey desobedece de lo que le dijo Jane, y llama Celac, para que pruebe la comida. Cuando Janet le dice: —   Ya te dije que no me va a pasar nada, si la comida tuviera algo, yo sería la perfecta en comerla, no llames a nadie que yo voy aprobarla. De inmediato, Janet no pierde tiempo y prueba la comida del rey…    
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