En las afueras del palacio, el rey y Janet se montan en un lujoso carruaje, el cual es escoltado por dos carruajes militares, quienes vigilan al rey.
Euclides comienza a conducir el carruaje. Cuando Janet mira al rey, quien está sentado frente a ella.
Janet se sonríe, y le dice:
— ¿Qué piensas?
— Pienso en el día de nuestro matrimonio…
— ¿Y cómo quieres realizar la boda?
— A lo grande, quiero que ese día te sientas como la mujer más dichosa del mundo, vas hacer la nueva reina.
En ese instante, Janet piensa:
“Solo me interesa encontrar a Joaquín, por eso tendré que cuidar a este hombre. Hasta que solucione mi problema”
Anastasio mira a Janet un poco distante, y le expresa:
— Te veo distraída, ¿te pasa algo?
— Estoy disfrutando de la buena vista de la ciudad.
— Oh, si, es muy bonita, ¿no habías venido antes a Madrid?
— No, recién estoy recorriendo el país, ya sabes, en la búsqueda que estoy.
— Todavía no me has dicho de donde viene, ¿cuáles son tus raíces?
Mientras el carruaje que conduce Euclides va un paso lento, Janet le responde al rey:
— Yo nací en el pueblo de Pedraza, mi padre fue alemán. Y teníamos muchas, pero muchas tierras con las que me hicieron obtener mucho dinero.
— Cuando dices que tenías, ¿es porque las perdiste?
— No, yo las regales a todos mis trabajadores.
El rey se sorprende, y le dice a Janet:
— Vaya, eres un alma muy bondadosa, te quedaste sin nada solo por darle a los que no tienen, eso da mucho que hablar de ti.
— Gracias, pero también lo hice, porque quería buscar en forma al desgraciado de Joaquín.
— Note preocupes, yo lo voy a encontrar por ti, y no te preocupes por tierras, yo las tengo todas, tú serás la mujer más rica y poderosa del país… mi reina.
En la taberna de la ciudad, Timoteo se levanta de la silla después de haber bebido varios vasos de vino, y se encuentran de frente a su amigo Arnulfo, quien le dice:
— Pero que gran sorpresa me he llevado.
— Hola Arnulfo.
— ¿Qué haces aquí? Este no es un lugar para el hermano del rey.
— Pues en este lugar me siento mejor que en el propio palacio, pero eso te lo cuento orto día.
— No, vuelve a sentarte, tenemos tiempo que no hablamos… ¡siéntate Timoteo!
Timoteo no le hace caso a su amigo, y se va de la taberna. Y al montarse a su carruaje, dice:
— Tengo que ir al palacio. Para ver en que anda Úrsula.
En el Palacio, Úrsula prepara la comida del rey y de los demás, y al ver que las cocineras se fueron lejos, Úrsula le echa Arsénico a la comida del rey y de Janet. Y comienza a preparar otra comida para su esposo, y para ella.
En la sala, Decires les dice a Celac y a Matiz:
— ¿Ustedes que hacen acá? Ustedes tienen que estar en la cocina.
Matiz le responde a Decires:
— La señora Úrsula nos sacó de la cocina, y nos amenazó con mandarnos a la mazmorra si no la dejamos cocinar.
Celac también dice:
— No podemos hacer nada, pues ella es la esposa del hermano del rey.
Decires les dice a las dos:
— Vamos a esperar a que llegue el rey para solucionar esto.
Minutos después, Timoteo llega al palacio y comienza a buscar a su esposa por todos lados, pero no la encuentra. Cuando este ve a Mina, y le dice:
— ¿Has visto a mi esposa Úrsula?
— Ella está en la cocina.
— ¡¿Cómo así?!, ¿Úrsula está en la cocina?
— Si, así como lo escucha, ella saco a Matiz y a Celac. Y se puso a cocinar varias comidas.
De inmediato, Timoteo se va a la cocina y coge del brazo derecho a su mujer, diciendo:
— ¿Qué haces aquí? Para esto es que me estabas insistiendo que saliera a dar un paseo por fuera de la casa.
— Estoy ocupada haciendo la comida de tu hermano.
— Es que tú no tienes que cocinarle a él, él ya tiene quien le cocine, además, tu odias a Anastasio.
— Pues he cambiado de opinión.
— No te creo, si apenas unos días me dijiste que tú te encargarías de hacer un plan contra él.
— Me arrepentí, ahora déjame terminar.
Timoteo confía en las palabras de Úrsula y la deja sola en la cocina.
Dos horas después, el rey y Janet vuelven al palacio después de su largo recorrido por gran parte de Madrid.
Al entrar al palacio, el rey se sorprende al ver a Úrsula arreglar la mesa del comedor. Cuando Celac corre a su presencia, y le dice:
— Señor, la señora Úrsula me corrió de la cocina y se quedó cocinando ella.
Janet mira todo el adorno floral que tiene el comedor. Cuando el rey le dice a Úrsula:
— No tenías por qué molestarte, Celac y Matiz se encargan de la cocina, tú eres la esposa de mi hermano.
Timoteo le expresa a su hermano:
— Yo también le dije que ese no era lugar para ella, pero no hubo poder humano que la quitara de ahí.
Úrsula les dice a todos:
— Dejemos de estar alegando de quien cocino o no, y pasemos a la mesa. Para que disfrutemos de la rica y deliciosa comida que hice.
El rey le dice a Úrsula:
— Tienes razón, vamos todos al comedor.
Úrsula se sonríe un poco, y le dice a Celac y Matiz:
— Ayúdenme atraer toda la comida.
El rey se sienta en el lugar de siempre, de frente mirando a todos y hace sentar a Janet a su lado derecho.
Timoteo se sienta al lado izquierdo.
En ese instante, Anastasio le dice a Janet:
— ¿Disfrutaste del paseo?
— Si, pero siento que fue muy rápido todo, pudimos haber disfrutado un poco más.
Timoteo le dice a Janet:
— Mi hermano le encanta estar en este palacio, es por eso que cuando sale no se demora nada.
El rey se sonríe. Cuando Úrsula y las demás, traen toda la comida a la mesa.
De inmediato, Úrsula le sirve carne de cerdo al rey y a Janet, y carne de pollo a su esposo Timoteo, la cual hace que Timoteo le diga a su esposa:
— ¡Oye!, ¿por qué ellos van a comer carne de cerdo y yo voy a comer carne de pollo?
Úrsula le responde a Timoteo:
— Ellos están prósperos a casarse. Y yo hice algo especial para los dos, comete el pollo y no protestes.
El rey se ríe de Timoteo, y dice:
— Comete el pollo querido hermano, mira que se ve muy suculento.
Timoteo le responde a Anastasio:
— ¿Por qué no intercambiamos?, yo quiero cerdo.
El rey no tiene problemas por eso, y le dice a su hermano:
— Pues sí, intercambiemos de comida.
De inmediato, Úrsula golpea la mesa fuertemente, y les dice a los dos:
— ¡Dejen la tontería!, yo le hice el cerdo a Janet y al rey, y tu confórmate con tu comida.
Janet observa detenidamente el rostro de Úrsula. Y se acuerda nuevamente de lo que le dijo Gabriel. Y cuando ve al rey apunto de probar el cerdo, le dice:
— ¡Espere!
El rey se asusta, y le dice a Janet:
— ¿Qué pasa?
Janet coge su cuchara, y le responde al rey:
— Con tantos enemigos que tiene un rey, es mejor ser precavidos.
El rey le expresa a Janet:
— Yo no desconfió de nadie, toda la gente del reino es de confianza.
Úrsula comienza a sudar. Cuando Janet le contesta al rey:
— Uno nunca sabe… déjeme yo pruebo su plato primero.
Timoteo ve a su esposa sudando. Cuando el rey le dice a Janet:
— Adelante… no, ¡espera!... no me perdonaría si a ti te pasara algo, es mejor que un empleado pruebe la comida.
Janet le dice al rey:
— Usted sabe que a mí no me va pasar nada.
Úrsula se ofende y le dice al rey:
— ¡Anastasio! Estoy realmente ofendida, ¿ustedes creen que la comida tiene algo?
Janet le dice a Úrsula:
— No te exaltes, tú sabes que esto se hace a menudo… no te preocupes.
Timoteo le expresa a Úrsula:
— Siéntate y cálmate.
— Estoy calmada.
El rey desobedece de lo que le dijo Jane, y llama Celac, para que pruebe la comida. Cuando Janet le dice:
— Ya te dije que no me va a pasar nada, si la comida tuviera algo, yo sería la perfecta en comerla, no llames a nadie que yo voy aprobarla.
De inmediato, Janet no pierde tiempo y prueba la comida del rey…