LIAM Hoy es martes, ¿o miércoles? ¿Ayer era sábado? He perdido la cuenta de los días que llevo cautivo en la habitación del pánico; blanco hueso y líneas negras predominado en su totalidad. Esto me asquea con creces. Un colchón sin sábanas estorba en el centro, bajo las bombillas hay una silla soldada al piso y gracias a la fricción de la camisa de fuerza, pierdo la movilidad total de mis extremidades superiores. No me afecta, ¿qué puedo decir? En la casita del horror no hay mucho por hacer, salvo esperar, comer, dormir, repetir. Si me dieran a elegir entre un psiquiátrico o una prisión, ineludiblemente escogería la prisión. Al menos allí podría meterme en problemas y patear un par de traseros mientras espero un juicio condenatorio a cadena perpetua. Habría diversión al menos, pero