Ódiame o ámame

1813 Words
Terminar su compromiso fue lo más duro para Bervely. Aunque quiso explicar los motivos, no logró hacerlo, temía que Pavel atentara en contra de la vida de Martin y eso no podía perdonárselo. Devolvió el anillo y sólo pudo alejarse. Con la hora concluida, Bervely caminó fuera del hospital donde se encontraba un carro, Roman la esperaba. Dejó un suspiro en el aire a la vez que apretaba los puños. Determinada caminó hasta lograr subir. - Ahora todo lo que necesita lo tendrá en el departamento del señor Romanov. – dijo Roman y se puso al volante. - ¿Cuál será mi lugar? – preguntó Bervely. - Sólo el señor lo sabe. Bervely asintió y decidió no hablar más, su mirada permanecía fija en los costados de la carretera mientras que sus pensamientos estaban inundados del pasado o lo que pudo ser de su futuro a lado de Martin. . . . . . . . . . . . . . . . . Al llegar, Beverly observó el departamento de Pavel. Era pequeño y todo estaba perfectamente personalizado según los gustos del hombre: colores neutros, muebles con tonalidades bajas y un olor masculino que inundaba el lugar. Además, de un bar con gran variedad de licores finos se encontraba en la sala. - Su habitación está arriba. – la voz madura de una mujer llegó a Bervely. – por favor, suba a bañarse; el señor pronto vendrá y hoy cenaran juntos. Bervely suspiró. No podía liberar todo lo que pasaba por ese momento con la mujer. Terminó por asentir y subir las escaleras. Al llegar a la habitación señalada, notó que era más masculina. Las sábanas oscuras y accesorios eran de hombres, como la ropa en el closet. Sin embargo, un hermoso vestido de color rojo descansaba en la cama, como también zapatos y un collar de diamante. Bervely los miró algo confundida hasta que sus pensamientos fueron interrumpidos por un golpeteo en la puerta. - Por favor, señorita. Tiene que tomar un baño y ponerse la ropa que el señor le ha dejado. No tarde y baje pronto a la cena. – dijo la misma mujer que la recibió. - Esta parece no ser mi habitación. - Esta es su habitación. El señor ha pedido que la instale aquí. Dormirá con él a partir de ahora. – explicó la mujer. Bervely tomó una gran bocanada de aire, procesando la información de la mujer. - Tiene media hora para bajar a cenar. – añadió la misma. – el señor es exigente con la puntualidad. Suele molestarse. Bervely estuvo apunto de decirle que le valía una mierda su molestia, sin embargo, y por educación prefirió decir. - Iré a mi tiempo. – caminó hasta cerrar la puerta con seguro. No tenía planes de cenar con Pavel. Ni en ese, ni en otro momento. Al respirar y sentirse más tranquila, decidió ir a darse un baño. Iba a descansar así él se molestara. Fue una ducha relajada, Bervely logró calmarse. Salió con la tolla enredada al cuerpo dispuesta a buscar algo cómodo para dormir. Mientras buscaba la prenda, una voz familiar y grave llegó a espantarla. - El vestido está aquí, póntelo. – dijo Pavel recostado en la cama. La mano derecha jugueteaba con una pequeña pelota roja de goma. Bervely se dio la vuelta. Que tonta había sido. Él era el dueño del departamento, tenía todas las llaves que entrar en esa habitación no le era un problema. - No tengo hambre. – respondió con firmeza. – y quiero otra habitación, no pienso compartir la cama contigo. Pavel levantó las cejas y luego sonrió con una característica locura. Guardó aquella pelota de goma en el bolsillo y caminó en dirección de Bervely mientras la miraba fijamente a los ojos. - Conozco esa mirada. – dijo. - ¿Qué? – preguntó ella sin compreder el significado de sus palabras. Pavel sólo se limitó a seguir con su sonrisa un poco loca y enigmática mientras la luz de sus ojos era escasa de cualquier emoción divertida. - Cenarás y dormirás conmigo cada noche. - ¿Qué planeas hacerme? – ella cuestionó por completo cada absurda idea de Pavel que no lograba entender. Pavel no apartó la mirada de sus ojos, a pasos cortos decidió acercarse más y más a Bervely. La tomó del mentón, giró su cuerpo y la guio hasta la cama, donde él cayó sobre ella. - La pregunta no es qué, sino cómo lo haré, doctora. – susurró al oído al mismo tiempo que se deploraba con el aroma proveniente del cabello de Bervely. Bervely liberó un par de carcajadas por lo que había escuchado. - Después de lo que hiciste, ¿Pretendes que esté contigo? Estas demente, Pavel. - Me agradan las personas que entienden a la primera. No eres tan bruta, doctora, pero no puedo asegurar que seas una persona inteligente. Una persona inteligente hubiera aceptado el dinero antes acordado, una persona inteligente me hubiera eliminado al tener la oportunidad que te di. Bervely no entendió sus palabras finales, ¿Qué oportunidad le dio? - No puedes comprar la voluntad de las personas con dinero. – recalcó ella. - Yo sí. Bervely mantuvo la mirada firme puestos en Pavel. Escucharlo hablar con tanta arrogancia le molestaba y hacía que su enojo creciera más por él. - sí sientes algo por mí, déjame ir. – sugirió. - Yo nunca dije que sentía algo por ti. Quizás lastima, pero eso es mucho sentir de mi parte. - Te odio, Pavel. Pavel liberó una sonrisa caprichosa y en la oscuridad de sus ojos azules se reflejó un mar profundo y lleno de tempestades. Miró a Bervely, sujetó ambas manos sobre la cabeza y se inclinó al oído para decirle en susurros. - Ódiame o ámame. Ambas palabras estan a mi favor. Si me amas…. estaré aquí. – señaló al corazón de Bervely haciendo contacto el dedo con la piel. – y si me odias…… estaré en tu mente. – la miró directamente a los ojos. - ¿sabes cuál será tu problema? – ella lo negó con la mirada y Pavel sonrió por la ingenua respuesta. – Sin importar lo que sientas por mí, nunca me vas a olvidar. Bervely se quedó sin palabras y lo que hizo que se quedara inmóvil fue el siguiente paso de Pavel, quien sin previo aviso besó en el cuello hasta recorrer la bata de baño y llegar no más abajo del ombligo, justo en el vientre donde se detuvo. Bervely intentó detenerlo, pero la sensación que experimentaba era embriagadora y exquisita que todo su cuerpo se retorció de placer y deseo. Pavel se incorporó, satisfecho y complacido por tener a Bervely a su lado y por haber compartido esa intensa sensación con ella. - Ponte ese vestido, te espero para la cena. - exigió, antes de salir de la habitación a grandes zancadas. Bervely quedó agitada y con el corazón acelerado, su cuerpo aún vibraba por la experiencia. Se recompuso al sentarse en la cama, mirando la prenda por unos segundos, debatiéndose entre bajar a cenar con Pavel o sucumbir a su propia locura. . . . . . . . . . . . Al bajar las escaleras, Bervely notó que Pavel mensajeaba algo por celular. El entrecejo estaba arrugado como su mirada seria y fría por la noticia que sólo él sabía. - Aquí me tienes. – habló Bervely al acercarse a la mesa. Pavel la miró notando el gran escote del vestido, no dijo nada y con una sólo señal demandada por el dedo índice, Roman se acercó y apartó la silla para que ella lograra sentarse. Sobre la mesa le fue servido todo un banquete preparado por los más reconocidos chet en todo el país. - Empieza a comer. – instó Pavel cuando el personal de la cocina se alejó. Bervely observó. Todo se veía bien, pero no tenía apetito y tambien quiso jugar un poco. Tomó la carne, cortó un trozo para ella, la llevó a sus labios y comió de una manera sensual y muy provocativa. Luego tomó el vino, lo bebió e intencionalmente dejó caer unas gotas en el escote. Pavel observó en silencio, estaba claro que lo quería provocar y lo hizo más cuando Bervely jugó con sus dedos en la copa. - Que la sed no te haga beber del vaso equivocado. – advirtió Pavel con un tono amenazante y relajado sin apartar su mirada en el derrame del líquido qué Bervely había causado. Bervely lo ignoró y mientras cruzaba la pierna comentó: - Viviré contigo, Pavel, pero no me tendrás, todo mi amor está con la persona que me obligaste a romper, con la persona que me obligaste a dejar sabiendo que estaba comprometida. Pavel se levantó de manera deliberada de la silla y caminó a grandes pasos donde Bervely, obligó a colocarse de pie, la tomó del mentó y orilló en la pared. - Destruiré los sueños de otros para hacer relucir los mío. – aclaró con una resplandeciente sonrisa. – sólo tienes que mirarame para darte cuenta que es la perfección. Mi sola presencia es la melodía que baila a mi ritmo y grandeza, y cada mirada es un elogio a mi perfección incomparable. Como puedo tenerlo todo, de la misma forma puedo destruirlo. Bervely volvió a ignorar cada palabra expulsada de los labios de Pavel, estaba dispuesta a marcharse, pero al girar, Pavel la tomó de la cintura y la besó de manera desenfrenada mientras rodeaba sus muslos con la mano libre como si fuera un lobo hambriento. Logró subirla a las caderas y la llevó a la mesa, donde el banquete terminó en el suelo y sus besos se intensificaban. Bervely reaccionó, se recompuso y decidida lo abofeteó, pero esto sólo hizo que Pavel la besara más y más que el deseo se volvía incontrolable. - Tengo tantas cosas en mente para ti. – dijo Pavel observando con detenimiento los ojos de Bervely. - pero sólo podré liberar mis deseos más oscuros cuando estes lista. Ante todo, soy y sigo siendo un caballero. – sonrió, tomó su mano y la besó aun en contra de la joven. – como también soy el villano de tu historia, doctora. – añadió carente de emociones. Bervely se liberó por completo de Pavel y decidió avanzar a las escaleras hasta lograr subir escalón por escalón. - No puedes estar sola por mucho tiempo, necesitas que alguien te dé atención para sentir que vales algo. – agregó Pavel manteniendo su mirar en la espalda de Bervely. – mantén mi habitación sin llave, pronto subiré a dormir. - Jodete, Pavel. – habló molesta la joven y terminó por entrar en la habitación. Pavel sólo sonrió crucial mientras levantaba una copa de vino y la dirigía a sus labios. Al terminar de beber dijo. - Doctora, Bervely Hofstadter.
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