- Señorita Bervely, señorita. – llamó Carmen. Bervely reconoció la voz de la mujer que despertó de inmediato. Estaba enredada en las sábanas blancas y con algunos chupones en el pecho. Se cubrió y preguntó. - ¿El señor dónde está? - Salió muy temprano. – respondió la mujer. – tengo órdenes de alimentarla, como lo he hecho hasta ahora. Dese un baño y baje a desayunar, ahí le daré las actividades del día. - ¿Actividades? Carmen sonrió mientras daba palmadas en la mano de Bervely. - La esperó en la sala. – dijo y salió de la habitación. Bervely observó a su alrededor, tomó la sábana y fue a darse un duchazo, después se cambió con ropas habituales de doctora y salió de la habitación. Ya en la sala Carmen tenía el desayuno sobre la mesa, la joven tomó su lugar y mientras comía, C