CHRISTIAN
Nada más despertarme me vino a ver el doctor y me dijo que me iba a dar de alta hoy en la tarde con la condición de que guardara reposo durante un par de semanas y que siguiera las recomendaciones que me iba a dar, pero sobre todo que siguiera la dieta y que no se me ocurriera comer mole como ayer.
Pues sí. Panchita me lo trajo a escondidas y por desgracia el doctor me cacho comiéndolo, no saben la regañada que me puso, aunque Panchita salió en mi defensa diciéndole que si no me mato el balazo me iban a matar ellos de hambre con pura gelatina.
Esa viejita mía es lo máximo.
Inmediatamente después de que salió el doctor de verme se presentó Adriana, mi manager, con un montón de trabajo que tiene pendiente de que yo lo apruebe.
- ¿Qué te parecen las presentaciones que te conseguí? – me pregunta Adriana.
- Me gustan, pero… ¿Cuándo serían? – le pregunto con curiosidad.
- Aquí están las fechas – me dice mostrándome un papel mientras pasa su brazo y lo apoya en la almohada haciendo que tenga su cara pegada a la mía.
- Buenos días – escucho a Najwa y a Fernando decir mientras entran a la habitación.
Inmediatamente, los miro y no puedo evitar sonreír al ver a Najwa, la cual cambia la sonrisa que traía por una expresión seria mientras Adriana sigue hablando como si nada, pero la verdad es que yo no le estoy haciendo el mínimo caso.
- Buenos días. ¡A ver! ¡A ver! ¿Si sabes que a Christian hace dos días le dispararon? – le pregunta Najwa seria a Adriana cerrando la Tablet.
- ¿Y tú quién eres? ¿Su nana? – le pregunta con cierta superioridad.
- ¡Uy! Acabas de mear fuera del tiesto, Adriana – dice Fernando.
- Se acabó la sesión de trabajo, Adriana – digo dejando los papeles que tenía en mi mano encima de la bandeja y alejándola de mí – Najwa no es mi nana, sino la mujer que amo y además la madre de mi hijo, así que espero que esta sea la primera y la última vez que le hablas así, a menos que quieras quedarte sin trabajo.
Adriana me mira sorprendida y luego mira a Najwa, la cual me está sonriendo de una manera muy dulce.
- Es mejor que te vayas Adriana antes de que a Najwa se le salga el Mike Tyson que tiene dentro – le aconseja Fernando con diversión ganándose un codazo de Najwa.
- ¿De qué estás hablando, carnal? – le pregunto con curiosidad.
- Pues nada. Que antier Lorena vino a verte y se puso de grosera con la señora Azahara, cosa que provoco que Najwa le metiera un derechazo en toda la cara, es más, hasta la tiró al suelo – me cuenta.
- ¡¿Qué?!
- Sí, pero luego te explico mejor cómo pasaron las cosas. Ahora voy a acompañar a Adriana a la salida – me dice Najwa antes de salir de la habitación junto con Adriana.
- ¿Cómo eres capaz de aguantar a esta vieja, carnal? – me pregunta Fernando cuando nos quedamos solos – Este modelito salió peor que el anterior manager que tenías. Es bien resbaladiza hasta parece jabón mojado.
- No digas eso, carnal – le digo.
- Nada más aguas, carnal. Porque esta vieja es más larga que la cuaresma. Mucho cuidado – me advierte haciéndome reír.
- ¿Cómo me dices eso, carnal? Tú mejor que nadie sabes que yo solo tengo ojos para Najwa.
NAJWA
Estaba tan feliz porque el doctor nos dijo que en la tarde iba a dar de alta a Christian, pero esa felicidad se esfumó cuando vi a Adriana tan cerca de él. No saben. Me dieron unas ganas inmensas de sacarla de las greñas igual que hice con Lorena. La verdad es que no sé cómo le hice para controlarme, pero me va a escuchar.
- Lo siento Adriana, pero el trabajo va a tener que esperar – le digo cruzándome de brazos.
- Eso es una decisión de Christian, no tuya – me dice agitando los papeles que tiene en sus manos.
- No. No porque lo conozco. Christian es muy responsable…
- Pues yo lo vi muy bien – me dice de inmediato.
- El doctor ni siquiera lo ha dado de alta – le digo.
- Pero lo va a dar de alta hoy en la tarde, ¿no? Ya investigué – me dice guardando los papeles en su maletín.
- Mira, Adriana. Que te quede claro que por encima del trabajo está la salud de Christian y nuestro amor – le digo.
- Que bueno que estamos siendo claras porque quiero que sepas que Christian me gusta – me dice mirándome fijamente a los ojos.
Lo sabía.
El día que Christian me la presento me di cuenta de que estaba interesada en él por su forma de mirarlo y de comportarse.
- ¡¿Qué?! ¡¿Cómo te atreves a decírmelo en la cara?! – le pregunto sorprendida.
- ¿Preferirías que no te lo dijera? ¿Qué te enterarás de otra manera? – me pregunta como si nada.
- No. Tienes razón, es mejor así para que dé una vez nos entendamos mejor – le digo aguantándome las ganas de despelucarla.
- Creo que nos estamos entendiendo muy bien Najwa – me dice con una sonrisa más falsa que la silicona que tiene en sus senos – Eres una mujer inteligente…
- Claro. ¿Por qué crees que Christian está enamorado de mí? – le pregunto.
- Por ahora.
¡La mato!
- Haz lo que quieras. Definitivamente, solo estoy perdiendo mi tiempo contigo – digo antes de voltearme para volver a la habitación con Christian y Fernando.
- ¡Najwa! – me llama provocando que vuelva a mirarla – Christian y yo pasamos mucho tiempo juntos trabajando y no creo que eso vaya a cambiar – me dice con esa sonrisa falsa otra vez.
- Espero que no, para Christian su carrera es muy importante – le digo devolviéndole la sonrisa.
- Me refiero a que va a pasar más tiempo conmigo que contigo.
- ¿De verdad, Adriana? ¿Crees que va a haber una competencia entre tú y yo? – le pregunto – No, estás muy equivocada.
- Entonces, ¿para qué te tomaste la molestia de hablar conmigo? – me pregunta.
- Porque soy buena persona, pero no tonta. Disfruta tu día – le digo.
CHRISTIAN
- Que bueno que ya estés mejor carnalito – me dice Fernando con alegría sentándose en el taburete que está al lado de mi cama.
- Todo esto que me paso me puso a pensar en muchas cosas– le digo.
- Es normal, estuviste a punto de reunirte con San Pedro – me dice con diversión.
- Si ya sé. Pero todavía tengo muchas cosas que hacer antes de morirme. La primera es contarle a Dalia la verdad – le digo y este asiente en respuesta.
- Ya te has tardado mucho tiempo en decírselo – me dice
- Sí, ya sé.
- ¿Qué más tienes en mente? – me pregunta con curiosidad.
- Le voy a pedir a Najwa que se case conmigo – le dio provocando que este sonría de oreja a oreja.
Ayer cuando me vino a ver le conté lo que paso con Najwa y este se alegró tanto que se puso a gritar como loco y casi lo sacan las enfermeras de la habitación.
- Muy bien, carnalito. Qué buena noticia – me dice.
- ¿Qué noticia? – pregunta Najwa con curiosidad entrando a la habitación.
- ¡Eeeh! Nada – le digo algo nervioso.
- ¿Qué están tramando? – nos pregunta cruzándose de brazos.
- ¿Se lo dices tú o se lo digo yo? – me pregunta Fernando serio provocando que lo mire con la mirada de “como le digas algo, te mato”.
- ¿Qué pasa? – vuelve a preguntar Najwa.
- Resulta que el doctor le dijo a mi carnal que lo que necesitaba para recuperarse más rápido era que le dieras unos cuantos besos y lo consientas como niño chiquito – le dice provocando que Najwa se sonrojé mientras yo niego con mi cabeza y me río de su ocurrencia – Yo los dejo solos para que empiecen con el tratamiento de saliva.
- Estás bien loco – le digo.
- Aún no sabes cuánto – me dice antes de irse.
- Hola – le digo con una sonrisa.
- Hola – me dice toda seria.
- ¿Qué paso con Adriana? – le pregunto mientras se sienta.
- Nada – me dice esquivándome la mirada – Bueno, sí. Que la muy descarada me dijo que le gustas y prácticamente me amenazo diciéndome que iba a hacer todo lo posible por conquistarte.
No puede evitar reírme.
- No te rías que no es gracioso – me dice.
- ¿Sabías que te pones más hermosa cuando estás celosa? – le pregunto provocando que me mire más seria de lo que ya estaba – Mi amor, no le hagas caso a Adriana porque no vale la pena que hagas corajes por cosas como esas.
- ¡¿Qué fue lo que dijiste?! – me pregunta confundida y sorprendida.
- Que no le hagas caso a Adriana porque no vale la pena que hagas corajes por cosas como esas – le vuelvo a decir.
- Eso no. ¿Cómo me dijiste?
- Te lo vuelvo a decir si me reglas un beso – le digo antes de cerrar mis ojos y hacerle moritos.
Escucho como su risa resuena en toda la habitación e inmediatamente después siento cómo sus labios se juntan con los míos. Esta vez no fue un piquito, pero tampoco fue un beso apasionado, sino que fue el beso más dulce que me han dado en toda mi vida.