LORENA
Casi se me para el corazón cuando escuche en la radio que le habían disparado a Christian y que había sido trasladado de gravedad al centro de salud de Tepatitlán, ni siquiera termine de escuchar la noticia cuando ya le estaba diciendo a mi chofer que me trajese a verlo de inmediato.
Al entrar a la sala todo el mundo se me queda viendo, pero la única que se acerca a mí es Dalia.
- ¿Usted qué diablos hace aquí? – me pregunta enojada.
- Me enteré de lo que le paso a Christian y viene a verlo. Le pregunté a la recepcionista como estaba, pero no me quiso dar información. Por favor, dime como está – le pido.
- Ahora resulta que le importa mucho lo que le pase a Christian – me dice Dalia con cierta ironía, cruzando sus brazos.
- Siempre me ha importado…
- Sí, claro. Como cuando los doctores le dijeron que no iba a volver a caminar. No tardó ni cinco minutos en irse, así que porque no hace lo mismo ahora y se va – me dice señalándome la puerta con su mano antes de que aparezca la tal Najwa en la sala de espera – Ya váyase. Usted no tiene nada que hacer aquí.
- La que no tiene nada que hacer aquí es ella – le digo señalándola con la mirada – Porque ya me enteré de que ella y Christian no están casados y que su embarazo fue un error cometido por el equipo médico del Hospital General Dr. Eduardo Liceaga y quién sabe a lo mejor ese bebe que está esperando no es de Christian.
- Eso quisieras, pero para tu mala suerte este bebe es de él – me dice acariciándose el vientre mientras se acerca a mí – Y es mejor que le hagas caso a Dalia y te vayas.
Pero, ¿quién se cree esta estúpida para echarme?
- No me voy a ir hasta ver a Christian – le digo.
- O te vas por tu propia voluntad o te saco – me dice seria provocando que me ría.
- ¿Tú y cuantos más me van a sacar de aquí? – le pregunto desafiante.
- Yo sola es más que suficiente – me dice.
- Hija, este no es el momento ni el lugar para peleas, además recuerda que estás embarazada – le dice una mujer muy parecía a ella, la cual supongo que es su madre metiéndose en el medio de nosotras.
- Eso, hazle caso a la criada de tu madre – le digo.
- Najwa raqma. alsaytarat ealaa nafsik abnatan min fadlik. (Najwa no. Contrólate hija, por favor)
No sé qué fue lo que le dijo su madre, pero inmediatamente esa estúpida me pego un puñetazo que me tiró al suelo, ni siquiera tuve tiempo de reaccionar.
- ¡CON MI MADRE NO TE METAS MALDITA VÍBORA! – me dice furiosa levantándome del suelo y sacándome agarrada del cabello del centro de salud – ¡Y NI SE TE OCURRA VOLVER PORQUE A CHRISTIAN NO LO VAS A VER!
- ¡ME LAS VAS A PAGAR ESTÚPIDA! ¡GATA DE QUINTA! – le digo furiosa mientras entra nuevamente al centro de salud.
NAJWA
Después de sacar a la víbora de Lorena del centro de salud ayer en la noche, nos fuimos a la casa y durante todo el trayecto Dalia y Fernando no pararon de reírse por lo que hice. Al principio me negué a irme porque quería quedarme al pendiente de Christian, pero me convencieron de irme a descansar por el bien de mi bebe, aunque antes les ordené a mis guardaespaldas que se quedaran custodiando el lugar y que si la víbora de Lorena regresaba no la dejaran pasar por nada del mundo.
La verdad es que yo nunca he estado a favor de la violencia, pero cuando se meten con la gente que quiero no soy capaz de controlarme y se me sale el carácter cavernícola de mi padre. No me culpen por lo ocurrido porque la culpa fue de la víbora esa por provocarme.
Nada más llegar al centro de salud esta mañana, el doctor nos comunicó que Christian está mucho mejor y que ya lo habían sacado de terapia intensiva, cosa que nos alegró muchísimo a todos.
Poco a poco empieza a mover la cabeza y a abrir los ojos.
- Hola – le digo.
- Hola – me dice con media sonrisa.
- ¿Cómo te sientes? – le pregunto mientras le acaricio la mejilla.
- Me siento bien, un poco adolorido, pero todo bien – me dice tratando de ocultar el dolor que siente.
- Mentiroso.
- ¿Cómo estás tú? – me pregunta preocupado.
- No sabes el susto que me pegaste. Bueno, no nada más a mí, sino a todos – le digo.
- Dicen que hierba mala nunca muere, así que tranquila – me dice con diversión – Además, no es la primera vez que estoy a punto de morirme.
- Nos dijo el doctor que la bala te rozo el pulmón – le cuento.
- Me imagino que ya me lo remendó – me dice.
- No es gracioso – le digo negando con mi cabeza.
¿Cómo es posible que pueda bromear con algo así?
- ¿Cómo estás? Te ves cansada – me dice mientras limpio una lágrima rebelde que me cae por la mejilla.
- Es que no he dormido nada – le digo con toda sinceridad.
- Sabes que eso no está nada bien. Tienes que dormir por tú bien y el de nuestro hijo – me dice en tono de regaño – ¿Ya detuvieron a la persona que me disparo? – me pregunta con curiosidad cerrando los ojos.
- No porque desgraciadamente el hombre que te disparo está muerto – le digo e inmediatamente abre los ojos y me mira sorprendido.
- ¡¿Qué?! ¡¿Cómo que está muerto?!
- Sí. Según lo que Hugo me contó, Sultán se le fue encima a ese hombre evitando que te rematara cuando estabas inconsciente en el suelo – le digo antes de que la enfermera entrara a la habitación.
- Buenos días. ¿Cómo se siente, señor Lobo? – le pregunta la enfermera.
- Como si me hubieran disparado – le dice Christian haciéndonos reír a las dos – ¿Qué me va a hacer enfermera?
- Me llamo Mónica, señor Lobo – le dice la enfermera mientras le cambia la bolsa de suero – Nos conocimos hace años, ¿se acuerda? – le pregunta con una sonrisa.
- Sí. Usted fue una de las enfermeras que me atendió cuando sufrir el accidente automovilístico hace casi cuatro años, pero por favor, dígame Christian.
- Vale Christian. Ahora vamos a revisar unas cosas, por eso es necesario que su esposa se quede afuera – le dice la enfermera mirándome a mí al final.
- No se preocupen. Voy a tomarme un té y ahora regreso – digo de inmediato.
- Tómese su tiempo – me dice la enfermera mientras yo camino hacia la puerta.
Me volteo antes de salir y miro a Christian.
- No te vayas a mover – le digo provocando que se ría.
- La verdad es que no sería mala idea ir contigo a tomar un té – me dice con diversión.
- Me temo que eso está prohibido, Christian – le dice la enfermera con una sonrisa.
- Si te sirve de algo voy a estar pensando en ti todo el tiempo – le digo con una sonrisa antes de salir de la habitación.
…
- No lo vas a creer, pero Fernando nos hizo de cenar a todos – le cuento provocando que se ría.
Panchita nos contó que una vez Fernando se puso a cocinar pizza, pero se quedó dormido mientras estaba al horno, ya se imaginaran como termino la cosa, por eso a Christian le resulta divertido.
- ¡Ay! No me hagas reír que me duele – me pide con los ojos cerrados.
- ¿Llamo a la enfermera? – le pregunto preocupada.
- No. Estoy bien – me dice abriendo nuevamente los ojos.
- ¿Recuerdas lo que te dije ayer? – le pregunto con curiosidad.
- ¿Qué cosa? – me pregunta.
- Pues… Que hoy en la tarde tengo cita con la ginecóloga – le digo.
La verdad es que no me refería a eso sino a que le dije que lo amo.
- De eso no me acuerdo, pero de lo que sí me acuerdo es de que me dijiste que me amabas – me dice con una sonrisa.
- No me hagas esas cosas – le digo soltándome a llorar.
Las hormonas últimamente me traen loca y cuando estoy feliz me da por llorar.
- ¿Qué cosas? – me pregunta sonriendo – ¿Sabes? No creo que me ames más que yo a ti.
No puede aguantarme y junté mis labios con los suyos por un segundo.
- Fue un pico salado – me dice saboreándose los labios haciéndome reír.