CAPÍTULO 15

1783 Words
CHRISTIAN Desde el momento en que vi entrar a Sultán al picadero me di cuenta de que algo no andaba bien con él por su forma agresiva de comportarse, pero también me enamoré de su forma de ser porque es igual que Aquiles. Salvaje e indomable. Cuando lo tuve cerca mis sospechas se confirmaron al ver que tenía cicatrices antiguas y nuevas en la piel hechas por un fuete. Yo jamás le he pegado a un animal y mucho menos a un caballo que son seres extremadamente sensibles, ni siquiera me gusta ponerles la embocadura porque les causa dolor, así que imagínense como me sentí al verle las cicatrices. Me imagino que querrán saber cómo le hice para que Sultán me dejara montarlo, ¿verdad? Pues le prometí que yo jamás le iba a pegar y que cualquiera que lo hiciera yo mismo lo agarraba a fuetazos. Los animales son inofensivos siempre y cuando se le respete igual que a las personas. Si quieres que un animal te respete, respétalo tú a él primero, ese es mi consejo y mi forma de comunicarme con ellos. Cuando el tal Hasán me entrego el Título de propiedad de Sultán y el documento firmado en donde dice que me lo regala, al estrecharle la mano le dije que lo iba a denunciar ante la Procuraduría Federal de Protección al ambiente (PROFEPA) por el maltrato que recibió Sultán y lo que recibí de su parte fue una sonrisa cínica y una amenaza por haberle quitado a Najwa. - Tranquilo, Sultán. Te voy a llevar a un lugar muy bonito y donde nadie te va a volver a golpear – le digo mientras lo acaricio porque de un momento a otro se puso muy nervioso. De repente se escucha como una detonación de pirotecnia, pero inmediatamente siento como algo se impacta contra mi espalda provocando que todo se me vuelva n***o. NAJWA - Le… le acaban de disparar a Christian. Ahora mismo, si alguien agarrara un alfiler y me pincha con este les puedo asegurar que no saldría ni una sola gota de sangre, es que ni siquiera creo que mi corazón esté latiendo. - ¡¿Qué?! ¡¿Cómo que le dispararon a Christian?! – le pregunta Panchita incrédula. - ¿Quién le disparo? – le pregunta Dalia mientras yo sigo tratando de digerir la noticia. - No sé quién fue, lo único que Hugo me dijo fue eso y que llamara a una ambulancia y a la policía – dice. - ¿Y qué estás esperando para llamar? – le dice mi padre. Sin pensarlo salgo corriendo hacia las caballerizas móviles que instalaron para dejar descansar a los caballos que compitieron en los concursos para estar con Christian mientras los guardaespaldas me siguen y escucho como mi madre y mi padre me piden que me detenga y que no vaya porque puede ser peligroso. Al llegar lo que veo parece la escena de una película de terror. Hay un hombre muerto con el cráneo desecho y junto a este está Sultán. Al fondo de esto veo a Hugo presionándole la herida a Christian, el cual está tumbado boca abajo. - ¡Christian! – digo en un susurro olvidándome por completo de lo que acabo de ver y acercándome a él – ¡Christian! ¿Me escuchas? – le pregunto arrodillándome mientras le toco el cabello – ¿Qué fue lo que paso, Hugo? - Todo fue muy rápido, yo estaba terminado de empacar en la cajuela de la camioneta las cosas mientras Christian subía a Sultán al remolque y de repente sentí el disparo. Al principio pensé que había sido una detonación pirotécnica, pero cuando me di la vuelta vi a Christian tirado en el suelo y a Sultán parado en dos patas golpeando a ese hombre – me cuenta señalando con su cabeza hacia donde está el cuerpo sin vida del hombre que vi nada más llegar – Si no fuera por Sultán ese hombre habría rematado a Christian. La ambulancia y la policía no tardaron en llegar e inmediatamente los paramédicos empezaron a atender a Christian mientras la policía interrogaba a Hugo y sacaba fotos de todo el lugar para la investigación, además el lugar se llenó de curiosos. Una vez los paramédicos estabilizaron a Christian, lo subieron a la ambulancia para llevarlo al centro de salud. - ¡Doctor! Por favor, que no le pase nada – le pido desesperada mientras se lo llevan a quirófano para operarlo de emergencia. - Tranquila, hija. Christian está en buenas manos – me dice mi madre tratando de calmarme. - No quiero perderlo – le digo mientras me escondo en sus brazos como cuando era pequeña y le tenía miedo a la oscuridad. - Y no lo vas a perder porque Christian va a salir de esta – me dice. Hace un mes le tuve que confesar que me había enamorado de Christian porque me vio la cara de boba que tenía cuando lo estaba espiando mientras tocaba la guitarra y cantaba en su estudio. Horas después No tener noticias de Christian me está matando y lo único que hago es suplicarle a Al-lah que no se lo lleve por lo que más quiera, pero no soy la única que está pidiendo por él, también Panchita y Dalia no han parado de rezar. - ¿Cómo está Christian? – le preguntamos todos al doctor nada más verlo acercarse a nosotros junto con una enfermera. - Ya terminamos con la cirugía, la bala rozo el pulmón derecho, por eso la operación fue tan complicada – nos dice el doctor. - Pero, ¿Christian está bien? – le pregunto. - Substrajimos la bala y reparamos el tejido dañado, pero ahora lo importante es conseguir sangre o- porque todas las reservas que teníamos las agotamos en la cirugía y todavía necesita más – dice el doctor. - Yo tengo ese mismo tipo de sangre, doctor – le digo de inmediato. - Lamentablemente, usted no puede donar en pleno embarazo – me dice el doctor. - Yo no sé qué tipo de sangre tengo, pero si me hacen las pruebas y soy compatible, estoy dispuesto a donar toda la sangre que mi carnalito necesite – dice Fernando. - Y yo también – dice Panchita. - Nosotros también – le dice mi padre luego de mirarse mi madre y él. - Tranquilos todos que yo tengo ese mismo tipo de sangre – dice Dalia. - Entonces vaya con la enfermera para donar por favor, pero vamos a necesitar más donadores, así que a todos se les van a hacer las pruebas para ver si pueden donar – dice el doctor antes de que Dalia se vaya con la enfermera a donar. - Yo me encargo de conseguir donadores si ninguno de nosotros es compatible, pero díganos una cosa doctor. Si conseguimos la sangre que Christian necesita, ¿se salvara? – le pregunta Fernando. - No les puedo asegurar eso porque el paciente está muy grave. Las próximas veinticuatro horas son cruciales. - ¿Podemos verlo? – le pregunta Panchita cuando yo estoy a punto de preguntarle lo mismo. - Podrán verlo solo dos personas y pasarán de uno en uno cuando lo traslademos a terapia intensiva. Con permiso – nos dice antes de irse. - Voy a llamar a los muchachos para ver si alguno de ellos tiene el mismo tipo de sangre que Christian – dice Fernando sacando su teléfono del bolsillo de su pantalón. - Llámale a Hugo primero para que les pregunte a los trabajadores de la hacienda a ver si alguno tiene ese mismo tipo de sangre – le dice Panchita y este asiente en respuesta. Horas después Todos los que estábamos en el centro de salud y los trabajadores se hicieron las pruebas para saber si tenían el mismo tipo de sangre y el único que fue compatible fue mi padre, el cual dono de inmediato, además a Fernando se le ocurrió usar la radio para solicitar donadores luego de que ninguno de los muchachos fuera compatible, una idea que funciono porque mucha gente vino a donar, aunque no pudimos evitar que los medios de comunicación se enteraran de que le habían disparado a Christian. Entro a la habitación de terapia intensiva luego de ponerme la típica bata azul con su gorrito y tapabocas para ver a Christian una vez que Panchita salió de verlo, el cual está recostado sobre su hombro izquierdo y tiene varias máquinas conectadas a él. Me acerco a la cama y me siento en un taburete metálico que está al lado de esta. Le tomo su mano izquierda entre las mías. - Christian, no nos vayas a dejar solos ni a tu hijo ni a mí, por favor. Ya sé que este no es el mejor momento, pero si no te lo digo ahora creo que nunca me voy a atrever a decírtelo. Te amo. Tú y nuestro hijo son mi vida. Mi amor si te vas no sé qué voy a hacer. Tal vez no me estás escuchando, pero te lo digo con el corazón en la mano. Este corazón es tuyo y siempre lo será – le digo ahogándome en llanto antes de agachar mi cabeza y colocarla sobre su mano, la cual no he dejado de tomar entre las mías. - Sí, te escuché – escucho que me dice en un susurro. Al levantar la cabeza veo que tiene los ojos un poco abiertos y que me está mirando. - Yo también te amo – me dice sacándome una sonrisa, pero inmediatamente cierra otra vez los ojos antes de que entre una enfermera. - Señora, lo siento, pero tiene que retirarse – me dice con mucha amabilidad la enfermera luego de cambiarle el suero y los analgésicos a Christian. - ¿Ya es la hora? – le pregunto. - Sí, señora. - ¿Y no me puedo quedar? – le vuelvo a preguntar. - No. Son las reglas de terapia intensiva, además usted también necesita descansar por el bien de su bebe, pero puede regresar mañana a las nueve de la mañana – me dice con media sonrisa. - Está bien – le digo agachando mi cabeza con pesar – ¿Me da un minuto, por favor? - Claro. Me acerco a Christian una vez la enfermera salió de la habitación. - Me encantaría quedarme contigo toda la noche, pero no me dejan, así que mañana regreso. Te amo – le digo antes de darle un beso en la mejilla – No nos dejes solos, mira que tenemos muchas cosas que vivir juntos – le vuelvo a dar otro beso y luego me salgo de la habitación.
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