CAPÍTULO 3

1800 Words
CHRISTIAN Al salir del bar me dirigí a la taquería a esperar a Fernando y a los demás muchachos para hablar con ellos más tranquilamente. Después de media hora esperándolos y de cinco tacos dorados que me comí llegaron al lugar. - ¿Tienen hambre? – les pregunto. - Si – me dicen todos. - ¡Doña Chole! Por favor tráiganos, tacos al pastor, de canasta, dorados, de barbacoa, de carnitas, bueno en fin… de todos y dos jaras de agua de Jamaica– le pido a la dueña de la taquería. - Ahora mismo – me dice con una sonrisa. - ¡A ver carnalito! Yo te conozco muy bien. ¿Qué estás tramando? – me pregunta Fernando con curiosidad. - Estoy tramando volver a cantar profesionalmente – le digo y este me mira con una sonrisa de oreja a oreja. - Lo sabía – me dice este – ¿Cómo le vas a hacer? - Primero necesito conseguir a un grupo de mariachi que toque espectacular. ¿Les interesa? – les pregunto. Estos se miran los unos a los otros sorprendidos. - ¿Nos estás proponiendo que seamos tu mariachi? – me pregunta Cheche con incredulidad. - A ustedes no. A los de la mesa de al lado – les digo con ironía – Pues claro que a ustedes. - Tú bien sabes que contigo voy hasta la muerte carnalito – me dice Fernando mientras los demás siguen en shock por la propuesta. - ¿Esto es en serio? – me pregunta el Soñador. - Sí. ¿Qué me dicen? ¿Aceptan? – les pregunto con curiosidad. - Por supuesto que aceptamos – me dicen todos al mismo tiempo. Luego de eso comimos y festejamos por un rato hasta que poco a poco cada uno se fue para su casa. - Ahora que estamos solos necesito contarte algo – me dice Fernando mientras caminamos por las calles de Garibaldi. - ¿Qué pasa? – le pregunto con curiosidad. - Lorena me llamo ayer para tratar de convencerme de que le dijera donde estabas – me dice provocando que deje de caminar. - Espero que no le hayas dicho nada – le digo mirándolo a los ojos. - No – me dice de inmediato. Seguimos caminando en completo silencio durante unos minutos. - ¿Todavía la amas? – me pregunta con curiosidad. - Hace mucho tiempo que deje de hacerlo – le digo con sinceridad. - Me alegra escuchar eso. No sé si lo sabes, pero… Lorena se casó – me suelta de golpe sorprendiéndome. - ¡¿Qué?! - Sí. Cuatro meses después de haberse divorciado de ti, se casó con un empresario millonario que conoció en una reunión que organizo su padre – me cuenta. Y pensar que en varias ocasiones me dijo que como a ningún otro me amaría y que ella sin mí se moriría. Definitivamente es una sinvergüenza mentirosa. - Ya no me queda duda alguna que jamás me amo. De otra manera no se habría casado tan rápido con otro – le digo. … A penas pude dormir, ya que no puedo dejar de pensar en las pruebas de fertilidad que me hice. La verdad es que, si no puedo llegar a tener hijos propios, entonces pensaré en adoptar, pero de todas formas no voy a renunciar a mi sueño de ser padre. Al no poder dormir aproveché y me puse a componer y a hacer ejercicio hasta que finalmente amaneció y me metí a bañar. Luego de bañarme y recortarme la barba, me vestí con unos jeans negros, una camiseta blanca ajustada y unas botas marrones. Al terminar de vestirme me veo en el espejo y me veo mejor que nunca. Yo nunca he sido un hombre muy musculoso, pero desde que sufrí aquel accidente me volví adicto al ejercicio, ya que no me gustaba que me tuvieran que ayudar a hacer cosas tan básicas como pasarme de la silla de ruedas a la cama, y hoy en día puedo decir que tengo un cuerpo fitness. Salgo de mi habitación y voy hacia la cocina donde ya Panchita y Dalia deben de tener el desayuno hecho. - Buenos días – les digo al entrar a la cocina. - Buenos días, hijo – me dice Panchita con una sonrisa. - Buenos días, Christian – me dice Dalia también con una sonrisa mientras coloca los platos en la mesa. - Qué rico huele. ¿Qué hicieron de desayunar? – les pregunto con curiosidad. - Chilaquiles con huevo, fruta, jugo de naranja y café – me dice Panchita. Después de desayunar me fui a las caballerizas a ver a mis caballos, pero especialmente a Aquiles, mi caballo. Aquiles es un frisón pura sangre de color n***o azabache y es muy especial para mí porque yo lo alimente y lo cuide después de que su madre muriera en el parto. Creo que por ese motivo este solo se deja montar por mí, cualquiera que lo intente montar termina en el suelo. Me fui a montar un rato y después de darle su baño de agua fría a Aquiles y de cepillarlo suena mi teléfono cuando voy entrando a la casa. Inicio de llamada. - Bueno – digo contestando la llamada. - Buenos días. ¿Hablo con el señor Christian Lobo? – me pregunto una mujer al otro lado del teléfono con amabilidad. - Sí. Soy yo ¿Quién habla? – le pregunto con curiosidad. - Soy la Dra. Solozábal y soy la directora de la unidad de reproducción del Hospital General Dr. Eduardo Liceaga dónde usted el día de ayer se hizo unos estudios. ¿Lo recuerda? – me pregunta. - Por supuesto que lo recuerdo Doctora. ¿A qué debo esta llamada? – le pregunto. - Lo llamo porque necesito hablar con usted en persona lo antes posible – me dice en un tono serio. - Por supuesto. Ahora mismo salgo para haya – le digo. - Bien. Aquí lo espero – me dice antes de colgar la llamada. Fin de la llamada. ¿Qué carajos pasaría? Me dijeron que se tardarían por lo menos tres días en tener los resultados. ¿Será que encontraron algo raro en mis muestras? La única forma de saberlo es ir y hablar con la Dra. Solozábal. Agarro mi chamarra de cuero negra, mis llaves y salgo de la hacienda en mi Mercedes AMG G63 y pongo rumbo al hospital. Al llegar pregunto en recepción por la doctora y me indican como llegar a su consultorio. Toco la puerta y escucho un adelante. - Buenos días, Señor Lobo – me dice levantándose de su silla cuando me ve entrar extendiéndome su mano. Esta tiene el cabello rubio, ojos avellanados, estatura media, figura delgada y debe de tener unos cincuenta años más o menos. - Buenos días – le digo mientras le estrecho la mano. - Tome asiento por favor – me dice señalándome la silla que tengo en frente de mí. - ¿Qué pasa Doctora? Me está preocupando – le digo al verle la cara de angustia que tiene. - No sé cómo decirle esto porque ni siquiera yo entiendo que fue lo que paso – me dice muy nerviosa – Hubo un error en el laboratorio con sus muestras. - ¿Qué error? – le pregunto con curiosidad. - Según me informaron, usted en la entrevista que se le realizó previamente dijo que no estaba interesado en donar su esperma luego de los análisis y la persona que cubrió esos datos en vez de marcar no marco que sí – me explica nerviosa. - ¡¿QUÉ?! ¡¿ME ESTÁ DICIENDO QUE MIS MUESTRAS FUERON UTILIZADAS CON UNA MUJER?! – le pregunto alterado. - Lamentablemente sí. Por favor cálmese – me pide. - ¡¿CÓMO PRETENDE QUE ME CALME LUEGO DE DECIRME COMO SI NADA QUE UTILIZARON MIS MUESTRAS CON UNA MUJER?! – le pregunto levantándome de la silla y jalando mi cabello hacia atrás de la impotencia que siento. - De verdad lo siento muchísimo. Créame que esta es la primera vez que sucede algo así – me dice. ¡Maldita sea mi suerte! Esto solamente me podría pasar a mí. Necesito encontrar a esa mujer y saber si está embarazada o no. - ¿Cómo se llama la mujer a la que inseminaron con mis muestras? ¿Dónde vive? – le pregunto enojado. - No estoy autorizada para darle ese tipo de información – me dice haciendo que me enoje más de lo que ya estoy. - Tiene de dos. O me da el nombre y la dirección de esa mujer, o usted y todo su equipo van a tener que enfrentar un juicio por negligencia médica. Usted decide – le digo en un tono amenazante mientras la miro fijamente a los ojos. - Lo único que sabemos de ella es que se llama Najwa Naif y que fue ingresada porque se desmayó en la calle, pero ya la estamos buscando – me dice muy nerviosa. - Tienen una semana para dar con ella, si no pondré una denuncia en contra del hospital y en contra suya y de su equipo – le digo antes de salir de su consultorio. Salgo del hospital y pongo rumbo al departamento de Fernando. Al llegar toco el timbre y este no tarda ni un minuto en abrirme. - ¡Hola carnalito! ¿Ya viste el revuelo que hay en r************* por un video que subieron tuyo cuando estabas cantando en el bar ayer? – me pregunta con alegría nada más abrir la puerta y verme. - No. Y tampoco me interesa – le digo en un tono cortante. - ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás de malas? – me pregunta con curiosidad una vez entre y me senté en el sofá. - No estoy de malas, estoy que me lleva el diablo del coraje que traigo – le digo. - ¿Qué te paso? – me vuelve a pregunta sentándose junto a mí. … - ¡No puede ser! – dice en shock luego de que termino de contarle lo que paso con mis muestras – ¿Qué piensas hacer? - Tratar de encontrarla y averiguar si está embarazada o no – le digo. - ¿Y si lo está? – me pregunta. - Pues me voy a hacer cargo. No voy a permitir que un hijo mío crezca lejos de mí o anda por ahí regado – le digo antes de que suene el timbre. Fernando se levanta del sofá para ver quién está tocando el timbre mientras yo apoyo mis codos en mis rodillas y sujeto mi cabeza con mis manos. - ¡Christian! – escucho esa voz que antes hacía que mi corazón latiera como el de un caballo desbocado.
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