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1994 Words
Evelyn camina por la nieve, la tormenta de la noche anterior ha dejado los caminos bastante bloqueados pero a ella le relaja hundir los pies en la blanca colcha acumulada, suspira varias veces, el aire helado es sumamente embriagador y el paisaje a lo lejos es sinceramente emblemático, supremo en todos los aspectos. Observa de reojo detrás de ella Sam levanta la vista para encontrar sus orbes verdes, como si de alguna manera supiera cuales van a ser sus movimientos y pudiera responderles al mismo tiempo; la pelinegra le sonríe con cariño, el joven camina acercándose hasta ella para contemplar a lo lejos al grupo más joven de lobos que se divierten probándose entre ellos a transformarse más rápido que el anterior, son demasiado jóvenes para el gusto de Samuel pero no tiene más remedio que entrenarlos y esperar que no sean inmaduros a la hora de combatir enemigos. ― Te ves frustrado ― comenta la joven Paria. ― Ellos logran sacarme de quicio ― ríe por lo bajo. ― Éramos como ellos hace algunos años Sam, no sé porque te sorprenden, tú tenías las peores ideas ― agrega divertida. ― Tú nunca te negabas a ellas ― eleva una ceja. ― Éramos como almas gemelas de la rebeldía ― sonríe de lado. ― Es verdad ― asiente. ― Con respecto a Gaia, ¿Has hablado con ella o notado algo? ― No he tenido oportunidad, pero es una jovencita muy comunicativa conmigo aunque no lo parezca, estoy segura de que si necesita algo de mí me lo hará saber, pero hablaré con ella ― sonríe, está orgullosa de sus hijos. ― Parece estar algo distante con su hermano, creo que no se llevan bien ― frunce el ceño. ― Hablaré con Victoria, tal vez estén en alguna etapa que desconozco, pero sabrán arreglar sus diferencias, tienen una conexión especial, la misma que compartía yo con Milo ― suspira. ― Por cierto, ¿Debo preocuparme por tu repentino interés? ― Lo ve bromista y él rueda los ojos. ― Es como mi hija, no lo olvides, siento cierta responsabilidad paternal hacia ellos; los adoro, Ev ― sonríe pero se vuelve serio de pronto ― Además, no podría ver a nadie más que no fueras tú. ― Desearía que pudieras, quiero con todo mi corazón que puedas ser feliz sin esta atadura injusta que llevas ― suspira desviando la mirada. ― Yo quisiera que las cosas se hubieran dado de otra manera, por un tiempo pensé que así era, que podías amarme pero… Regresamos a los viejos hábitos. ― suspira, la ve fijamente para tomar su mentón y atraerla hasta él ― Te amo, ¿Lo sabes, verdad? ― Sam… ― cierra los ojos con dolor, ¿qué puedes contestar a eso? ― Lo sé, no pretendo que me des una repuesta Evelyn, pero más allá de esta “atadura” quiero que sepas que es genuino lo que siento, que te he querido desde mucho antes de imprimarme ― le sonríe ― Solo evita que pueda alejarme de ti, no modifica ni genera ningún sentimiento. ― Lo siento tanto ― susurra atrayéndolo y estrechándolo con fuerza, ella va  a encontrar la forma de que sea libre, solo tiene que investigar un poco más como lo ha estado haciendo –en secreto-. Sam acepta la muestra de afecto, esconde su rostro entre los cabellos de la pelinegra sintiendo el peculiar aroma que ella emana y estrechando su cintura al suspirar. Los ojos de Eve se encienden en un tono rojo intenso al percibir el aroma del muchacho y rápidamente se aparta de él, ambos se ven unos minutos sabiendo perfectamente de qué va la situación; el alfa camina hasta ella bajando el cierre de su abrigo y viéndola decidido pero la líder Paria retrocede negando lentamente. ― No está bien, Sam, te agradezco pero puedo aguantar hasta llegar a la Villa ― le sonríe forzadamente. ― Sabes que no es una cuestión de obligación, no me molesta en absoluto ― habla rascando su nuca, sigue siendo algo embarazoso a pesar del tiempo. ― Lo sé, créeme que lo sé ― sonríe ― Pero… ― Pero a Ivoh no le gusta ― termina la frase. ― Es complicado, lo sabes, a él también le surgen cosas con este tema nuestro y trato de no tener problemas aparte de los que ya cargo  con todo el tema de la Villa y las responsabilidades que nos están poniendo los demás vampiros ― suspira. ― No tiene que ser así, tú y yo tenemos este trato desde que los mellizos llegaron al mundo, no se trata de un capricho y creo que a pesar de todo, mi sangre te hace bien y… te agrada. ― termina viéndola algo incómodo. ― Bueno… ― balbucea algo avergonzada. ― Sí, pero no quiero ser dependiente de ella. ― No creo que lo seas, no bebes seguido, ya casi no lo haces ― la ojiverde lo ve extrañada, como si notara cierto reproche en el tono de voz del joven ― Sí, en cierta forma me gusta y no preguntes al respecto, por favor. ― Bien ― asiente susurrando, las cosas se tornan bastante extrañas. Sam observa nuevamente hacia donde su jauría se encuentra, suspira sonoramente intentando despejar su mente de todas las emociones y conjeturas que lleva, estar cerca de Evelyn lo maravilla al punto de hacerlo sentir imparable pero también surgen interrogantes propias de la conversación que escuchó de Vladimir y Gaia sobre su condición de imprimación; chasquea la lengua relajando su cuerpo y acto seguido se ve sorprendido por detrás sintiendo los colmillos de la mestiza clavarse en su piel, atravesando dicha capa hacen brotar la espesa sangre repentinamente; aferra una de las manos de la joven mientras cierra los ojos relajándose y dejando que su acompañante sepa mediante el acto que llevan a cabo todo lo que piensa y siente respecto a ella. A cientos de kilómetros de distancia un caos se desata, la enorme estructura de metal ha sido violada, un enorme boquete en la pared se abre paso para dejar a varios guardias inmortales regados por el suelo, los heridos no faltan y la pelea previa que se ha llevado a cabo no deja un buen panorama; la alarma resuena de una manera estruendosa dejando saber a todos los vampiros de la zona –por medio de las vibraciones- que algo ha sucedido, que la paz que parecía estar asentándose pende de un hilo. Con una sonrisa de oreja a oreja camina entre la nieve, inhala profundamente sintiendo el aire helado entrar en sus fosas nasales tan solo por mera costumbre puesto que no le hace falta tal acto para sobrevivir; mueve sus muñecas, llevar esposas tan ajustada ha dejado algo de incomodidad pero eso solo le da el valor necesario para seguir, para entrar en carrera así demore meses en llegar porque está decidido a regresar por aquello que le pertenece, por aquello que necesita y no parará hasta tenerlo. Para su suerte, es tan veloz que en menos de diez minutos ha acortado la distancia, se encuentra a mitad de camino y desde allí ya puede visualizar a cierta pelinegra mestiza acompañada del molesto lobo platinado, sonríe, ¿Quién lo diría? Esperaba verla con Ivoh pero parece que las cosas en su ausencia se han puesto interesantes y que se llevará más de una grata sorpresa. De regreso en la villa Gaia observa hacia la entrada del lugar, frunce el ceño sintiendo que algo no anda bien, voltea hacia su padre quien discute seriamente con Victoria algunos temas de seguridad, del otro lado su hermano platica con Devin y Jeremía mientras un grupo de muchachas se les acerca y todo parece ir como de costumbre, con total normalidad pero para la joven hay algo en el ambiente que le crispa los sentidos, que la pone en alerta, como si tuviera un presentimiento que no puede explicar ni reconocer. ― ¿Dónde está mamá? ― se acerca a su padre incómoda. ― Salió, regresará pronto Gaia, ¿Qué tienes? ― nota el semblante de su hija. ― Tengo un mal presentimiento ― susurra. ― ¿Estás segura? ― pone más atención. ― Ella nunca se equivoca ― Vladimir ha dejado el grupo de jóvenes para acercarse a su familia, no es necesario escuchar nada para saber que su hermana sabe algo que ellos no, es tan simple como respirar para ellos. ― Padre, tenemos que ir por mi madre. ― Sam está con ella ― Gaia emprende el andar hacia la salida del lugar pero Ivoh la jala en su dirección serio. ― Ni se te ocurra, te quedas aquí con tu hermano ― observa al muchachito ― Cuídala, en caso de que algo suceda. ― Sabes que lo haré, papá. ― asiente. ― Victoria, pon en alerta a los demás, que nadie salga de la villa y ningún desconocido sin autorización puede entrar en tanto Evelyn y yo estemos fuera ― observa hacia la casa detrás de ellos, Draco está atento al tumulto que han formado y gracias a sus habilidades psíquicas sabe todo lo que están hablando por lo que solo se limita a asentir al ver a su hermano, dándole clara señal de que estarán bajo su guardia. ― Gaia, guíame a tu madre, será más rápido que si me concentro en sentirla ― se aleja de todos decidido, al menos tiene la certeza de que Sam va a protegerla con su vida pero no es algo que le guste del todo. ― ¿Qué es? ¿De qué se trata? ― Vladimir la toma por los hombros obligándola a verlo ― ¿Es alguien que quiere dañar a nuestra madre? ― No lo sé, no tengo certeza aún, es algo confuso y escaso pero está ahí y me produce... curiosidad... temor... todo al mismo tiempo ― cierra los ojos estresada, no poder decir exactamente qué es lo que siente siempre ha sido un problema para ella, es mejor cuando su mete habla por sí sola, cuando puede enseñarle a los demás mediante su habilidad todo lo que le plazca pero a veces se sale de control y termina molestando a quienes la rodean. ― Muéstrame ― toma su rostro entre sus manos ― Déjame ver o sentir lo que sabes, tal vez yo lo entienda de otra forma. ― Sabes que no tengo pleno control aún, trabajo en ello con mamá y Draco ― suspira. ― Pero no es lo que importa ahora, mamá puede estar en peligro y somos los únicos que podemos ayudar ― la estrecha ― Cierra los ojos, cierra tu mente para que solo yo pueda ver y te concentres mejor... ― De acuerdo ― se aferra a su hermano, a veces el tacto ayuda a dirigir los pensamientos mejor. Vlad frunce el ceño al comenzar a recibir las imágenes, no son claras y no muestran mucho más que a alguien caminando en el bosque, quizás buscando algo pero lo que sí es claro es la inminente sensación de que va a perder algo querido y valioso para él se arraiga en lo más profundo de su ser; rápidamente se aleja de su melliza para verla casi despavorido, voltea viendo la dirección en la que su padre se ha marchado y regresa la vista a Gaia. ― ¿Ya le dijiste a papá dónde está? ― pregunta preocupado. ― Si ― asiente. ― Vamos, sino llegamos pronto alguien morirá ― la jala con violencia para emprender la carrera pero Calendra y Draco se interponen en su camino mientras que Diana y Victoria cierran el paso en la entrada. ― No podemos dejarlos ir. ― Lendra habla tranquila ― Deben calmarse. ― Mi madre corre peligro ― Gaia interviene ― No pueden impedir que vayamos en su ayuda. ― Ivoh es suficientemente capaz de protegerla, además, Ev es tan fuerte como cualquiera de nosotros y tiene habilidades que sobrepasan las de un Paria común y corriente y lo saben ― Draco los enfrenta ― Van a quedarse aquí, lo último que sus padres necesitan en una situación como esta es que salgan heridos por una imprudencia. ― No es conveniente que nos detengan ― Vlad los ve molesto, sus ojos brillan en una tonalidad purpúrea ― Hemos cuidado a mamá desde niños, no será una excepción ésta vez. ― Podemos vencerlos en un abrir y cerrar de ojos ― Gaia se prepara para atacar. ― Puta madre, si son igual que mi hermano ― rueda los ojos Draco mientras chasquea la lengua. 
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