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1261 Words
Ivoh observaba a Draco pelear con Aléh, ambos se habían retado luego de tener algunas diferencias sobre cómo Vladimir debería ser entrenado para sacar provecho de sus habilidades y talentos, para cuando los dos vampiros dejaron de hablar del chico ya estaban mostrándole al otro lo que podían lograr al ser tutores del joven. Sin embargo, el padre del jovencito en cuestión ni siquiera se había inmutado en separarlos o interferir en tal discusión puesto que sabía perfectamente qué enseñarle a chico y que su madre tendría la otra parte de responsabilidad debido a todo aquello que escapaba a la comprensión de los no Parias. ― ¿Por qué no los has detenido ya? ― Vladimir observa a su padre interesado. ― Porque me divierten los comentarios de tu tío Draco y la manera en que parece desesperar a mi cuñado ― sonríe divertido. ― Realmente eres cruel ― lo imita. ― Es algo de familia ― resta importancia con un gesto de mano. ― No lo dudo, suelo hacer lo mismo con Gaia ― comenta buscándola con la mirada ― ¿Está con mamá? ― No, tu madre salió hasta el Consejo, hoy se presentaba Victoria para tomar el cargo que le ofrecieron ― medita un poco ― Probablemente esta con Sam o Devin, ya sabes, tu hermana no es de las más populares entre los jóvenes vampiros. ― Es como si fuera una tortura para ella pasar tiempo con otros ― rueda los ojos ― No la comprendo a veces. ― ¿Te has propuesto comprenderla? ¿Has hablado con tu hermana sobre lo que piensas? ― lo ve de reojo ― Creo que debes aprender algo muy importante, las mujeres son un océano de secretos y pensamientos, no ven las cosas como nosotros; son frágiles y al mismo tiempo indestructibles, si ella prefiere alejarse tendrá sus razones y debes respetarla. ― Entiendo ― asiente ― Es solo que quisiera que pudiera tener amigos, cuando no está conmigo desaparece, está sola, observando la nada y eso debe ser sumamente aburrido. ― Vlad ― ríe su padre ― Cada uno de ustedes es diferente, el opuesto exacto del otro. Mientras a ti se te da bien expresarte con palabras y tener una vida social activa, Gaia es reservada, se expresa con su mente y lo que puede hacer con ella; tu mi pequeño loco, necesitas de ese cerebro y calma o terminarás como tu tío Draco. ― Sería un honor ― ríe viendo al mencionado, dejando que las palabras de su padre resuenen en su cabeza. ― ¡Te digo la verdad, Aléh, mi hermana debería dejarte sin atenciones especiales por ser tan cascarrabias! ― farfulla. ― Tus bromas no me hacen gracia ― rueda los ojos. ― Tis brimis ni mi hicin grici ― repite viéndolo desaprobatoriamente. ― ¿Cuándo vas a madurar? ― pregunta nuevamente. ― Jamás, así estoy bien sexy y perfecto ― sonríe acomodando su cabello. ― Parece que nunca van a dejar de discutir como niños ― Diana se acerca hasta ellos negando divertida. ― ¡Él empezó! ― Señala Draco molesto. ― En pocas palabras, no soy digno de entrenar a mi sobrino. ― Yo cuestionaría al destino por haberte puesto semejante personaje como compañero ― ríe Ivoh hablándole  a la chica, ganándose una mirada molesta de su hermano. La escena se vuelve nuevamente graciosa, la discusión entre ambos vampiros retoma con más fuerza sacando a relucir entre ellos burlas y demás chistes negros, Diana y Calendra –quien recién se les une- comparten miradas, están más que acostumbradas a que esos dos terminen de esa manera, generalmente por culpa de Draco que no para de sacarle canas multicolores al pobre médico inmortal. Gaia los ve desde lejos, acercándose a paso apresurado puesto que Samuel la ha acompañado en su mañana como suele hacer desde hace tiempo pero debido a que Evelyn lo espera en la ciudad tuvieron que acortar el paseo; la pelinegra observa a su padre con amor, realmente tienen una buena relación y es muy fácil para ella expresarle a su progenitor todas y cada una de sus ideas mientras que su mamá tiene una conexión que va más allá de lo físico o sanguíneo; una conexión emocional y mental sin precedentes para la mestiza. ― ¡Papá! ― Gaia corre los últimos pasos hasta llegar a Ivoh y lanzarse a sus brazos. ― ¿Dónde has estado, pequeña? ― besa su frente estrechándola. ― Caminando, la montaña no está tan nevada y he podido observar a la jauría de Sam entrenar, son un desastre los nuevos reclutas. ― ríe. ― Debe ser frustrante ― Calendra observa al muchacho. ― Pues... Sí, lo es. Logran sacarme de mis casillas ― Sam rasca su nuca, no ha descansado bien durante la noche debido a las patrullas con los nuevos y su paciencia no está para ser puesta a prueba. ― Creo que me ayudaría tu presencia, Draco. ― No hay problema, deja que los vea un segundo y serán soldaditos de plástico para ti ― asiente entusiasmado. ― Ni se te ocurra ― Ivoh lo fulmina con la mirada. ― Mantén tus locuras al margen, Sam debe enfrentar sus responsabilidades solo. ― Tan solo era una broma ― responde seco el lobo para dar media vuelta en su eje y alejarse de todos. Si bien Ivoh estaba seguro de que lo era no puede confiarse en la loca personalidad de su hermano porque todos saben a la perfección que si Sam se lo hubiera pedido con toda seriedad Draco no hubiera titubeado en manipular mentalmente a los jóvenes lobos para que cumplan a rajatabla todas y cada una de las ordenes de su alfa pero tal trabajo debe ser impuesto por Samuel, aunque no le agrade del todo. Los mellizos cruzan miradas, Gaia se acerca a su hermano sonriéndole para apoyar su cabeza sobre el hombro del joven y suspirar, acto seguido Vlad desvía la mirada para posarla en ella quien parece estar sumida en sus pensamientos; inhala hondo siendo disimulado para que el aroma de la muchachita llegue hasta él y sus ojos se enciendan inmediatamente. Con brusquedad se separa de su hermana y por poco no la deja tendida en el suelo, asombrada por tal acto la pelinegra clava sus ojos en la espalda de Vladimir quien se aleja rápidamente sin decir nada y sin ser notado por su padre. Camina molesto con él mismo, pensaba que ese malestar en su pecho desaparecería con el tiempo, que probablemente eran cuestiones Parias que aún no conocía y que al dejar la adolescencia cesarían pero la realidad es que no ha sido así; parecen haber incrementado desde aquella vez en que en el día de su cumpleaños besó a Gaia y su cabeza se llenó de dudas y conjeturas apresuradas y dudosas. Desde ese día, la relación de los hermanos cambió rotundamente, poco a poco Vladimir alejó a su hermana, dejó de pasar tanto tiempo con ella y salió en busca de nuevas amistades, pronto las diferencias surgieron –de la noche a la mañana a decir verdad- debido a que no había forma de que la chica comprendiera lo que pasaba pero para Vlad era realmente incomodo hablar con ella sobre lo que le estaba sucediendo. ¿Qué si se extrañaban? Sí, lo hacían, toda su niñez la pasaron prácticamente pegados el uno al otro, no había nada que no hicieran juntos o que no lo planearan en complicidad, llegaron a ser uno solo e incluso lo demostraron a la hora de huir y enfrentar a Bram Drakkar. ― Mierda, odio esto, lo odio profundamente ― masculla entre diente sin notar que su enojo altera a todo lo que lo rodea desintegrándolo inmediatamente, tal y como su padre provoca cuando hace uso de sus habilidades.
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