1

1440 Words
Sobre la copa de uno de los árboles más altos, allí donde la frondosa copa no deja ver bien y donde la nieve se acumula sin parar, se encuentra sentada, observando el paisaje, sintiendo la helada brisa alborotarle el cabello al mismo tiempo que tiene una vista panorámica de la jauría de Sam entrenando sin parar. El tiempo ha pasado rápidamente, las cosas han ido mejorando de a poco, la sociedad vampírica ha ido agrandándose considerablemente, aquella brecha que había entre los vampiros por sus rangos y categorías casi ha desaparecido y todo gracias al esfuerzo de los nuevos miembros del Consejo; la mayor de las mejoras en sus sistemas democráticos ha sido la aceptación y cooperación con los Parias puesto que Evelyn no paró hasta haber convencido al último vampiro de que su pueblo era tan merecedor de respeto como el resto de los inmortales, visitó a cuantos pudo, guió a grupos a conocer la Villa y a interactuar con los suyos al punto de que en poco tiempo los Parias pudieron pasearse por la Ciudad a gusto sin ser visto de mala forma y pronto  Victoria fue invitada a formar parte del Nuevo Consejo en representación de su pueblo. Evelyn e Ivoh oficialmente se asentaron en pleno centro de la Villa, en una gran casa donde Calendra y Draco fueron recibidos con sus respectivas parejas sin dudar, donde la familia Coll pudo volver a ser lo que era cuando Absalón vivía, donde el ver crecer a los mellizos se convirtió en los más hermoso para Ev, lo más dichoso para Lendra –que no paraba de consentirlos y amarlos como lo hubiera hecho con su propio descendiente-, con las travesuras de Draco que incentivaba a Vladimir a cometer delitos inofensivos y a molestar a su padre con situaciones que escapaban a su control en más de una vez; las visitas de Sam a la familia era constantes y seguidas, aunque al líder de los Coll no le agradara tanto debía mantenerse al margen puesto que Gaia y Vlad adoraban al joven lobo, tenían una conexión con él que iba más allá de la amistad, era algo casi paternal y es que había sido él quien los cuidó y ayudó en su crianza desde el momento en que nacieron pero para Ivoh estaba más que claro que Samuel no podía dejar de ver a Evelyn, era algo casi obligatorio para él en cierta forma, era una especie de necesidad poder tenerla cerca y lo peor era que la muchacha estaba gustosa con su visita, más allá de que ambos hubieran hablado del tema parecía no surtir efecto pero al menos había armonía entre los miembros que habitaban la casa. Para cuando Gaia y Vlad cumplieron la mayoría de edad –en poco tiempo en realidad puesto que crecieron con rapidez debido a su metabolismo pero parecieron estancarse al llegar a los dieciocho años de edad-, la convivencia entre los hermanos se volvió complicada, ambos tenían diferencias notables en sus comportamientos y eso era lo que causaba una que otra pelea –cuando no usaban sus habilidades para desquitarse con el otro- y su madre intervenía molesta y con una sola mirada ponía a los mellizos en su lugar; lo que ocurría realmente es que ambos mestizos estaban pasando por cambios en los que ese amor fraternal iba desapareciendo poco a poco dando paso a un sinfín de emociones y remolinos de sentimientos encontrados.   ― ¿Cuánto más planeas estar ahí arriba? ― Vladimir observa la altura de la copa del árbol para ver a su hermana perdida en sus sentimientos, ni siquiera se ha dignado a elevar la voz pues sabe que para ella no es necesario, tan solo pensarlo hubiera sido suficiente. ― Es entretenido ― responde sin verlo. ― ¿De nuevo leías? ― observa la jauría a lo lejos. ― No, veía a tío Sam ― de un salto se encuentra llegando al suelo. ― Papá nos busca, parece que hay algo que quiere decirnos y mamá está fuera de la villa ― comenta. ― De acuerdo, vamos entonces ― pasa por su lado caminando parsimoniosamente. ― ¿Recuerdas cuando jugábamos a las traes en la nieve? ― Sí, fue hace unos años apenas ― asiente siguiéndola ― Creo que hemos crecido a tropezones ― ríe. ― Sí, también lo creo ― lo imita. ― ¿Sabes? En la ciudad habrá un espectáculo, parece que una importante celebridad vendrá de gira, muchos vampiros irán con sus sirvientes humanos y me preguntaba si te gustaría acompañarme ― le sonríe. ― No, ya hice esos planes con Jeremia y unas amigas de la Villa ― rasca su nuca ― Perdona. ― Oh ― quita la mirada rápidamente ― Que bueno. ― Deberías intentar tener amigas, ya sabes, las chicas de la Villa tienen nuestra edad, probablemente podrías salir con ellas a donde quisieras ― camina hasta quedar a su lado ― Siempre estás con mamá o Sam, tal vez necesitas algo más de divers… ― No ― sentencia ― No necesito eso, paso tiempo con mamá porque tengo mucho que preguntar y mucho que aprender, a veces siento que me va a explotar la cabeza y tío Sam es una compañía muy agradable… Tú te la pasas con papá o tío Draco y no te reprocho nada. ― No es lo mismo, papá me entrena ― se encoge de hombros ― Como lo hace mamá contigo. ― Yo entreno y aprendo con ambos ― le sonríe. ― ¿Qué? ― La ve incrédulo. ― Tú no sueles aguantar los entrenamientos de mamá ― ríe. ― Claro que sí, pero no tengo dotes mentales como tú o por lo menos no más de lo común ― rueda los ojos. El silencio se presenta entre ambos, a veces no les es posible tener una charla sin entrar en conflictos por sus diferencias pero es tiempo de que esas cosas desaparezcan, no serán niños por siempre y deben encontrar su rol en la comunidad. ― Oye ― se detiene en cuanto la entrada de su hogar está cerca ― ¿Te gusta Samuel? ― Vaya, parece que no abandonarás esa idea nunca ― rueda los ojos ― Cuando era niña, sentía algo hacia él, me gustaba mucho a decir verdad ― sonríe ― Era como un príncipe para mí, pero, con el crecer entendí muchas cosas que no había notado antes y llegué a la conclusión de que nunca podría amar a alguien que está imprimado de mi madre, porque es imposible que yo consiga esa atención, porque no es natural, porque somos diferentes y porque está irrevocablemente enamorado de Evelyn Coll, independientemente de que se haya imprimado. ― ¿A qué te refieres? ― ladea la cabeza. ― Sam se enamoró de mamá cuando ella aún era humana, fueron amigos y compartieron mucho; eso llevó a nuestro tío a amarla, para cuando le llegó la época en que la imprimación surge, cayó redondo en Evelyn, porque había un sentimiento profundo y fuerte que lo guió. ― suspira ― Pero esa imprimación hace que le sea imposible olvidarla, o dejarla ir a pesar de saber que nunca será correspondido. ― Porque ella ama a nuestro padre ― asiente entendiendo todo. ― Ahora, ¿Ya quedamos en que amo a tío Sam como si fuera mi propio padre? ― eleva una ceja. ― ¿No crees que es mucho? Es decir, no es nuestro padre biológico ― rasca su nuca. ― Pero nos ha cuidado y amado como si fuéramos sus propios hijos, nunca tuvo problemas, no nos hizo a un lado ni nos despreció; Vladimir, el amor desinteresado es algo que debes aprender a apreciar ― palmea su hombro. ― Eres demasiado filosófica, deja de pensar un poco ― rueda los ojos. ― Tengo que hacerlo por ti, ya ves ― emprenden nuevamente la caminata. Sam los observa silencioso, ha escuchado la plática de los hermanos desde el inicio hasta el final, el lobo los ve marcharse pasando la mirada de uno a otro, claramente se han convertido en maravillosas personitas y no podría arrepentirse de haber contribuido a aquello; en cuanto a lo que Gaia dijo, jamás pensó que de niña ella tuviera un enamoramiento para con él pero le da gusto que a alguien le haya importado de mas, las palabras sobre Ev y su imprimación lo han dejado algo incómodo puesto que no estaba enterado de todo ello, nunca se dio cuenta y ahora cae en la cuenta de que hay algo que no le agrada de toda esa situación. Lo más seguro es que Gaia tenga las respuestas a todas sus preguntas debido a esa cabecita tan particular que tiene pero debe charlar con sus padres antes de poder pedirle ayuda, sin embargo, vuelve a clavar la vista en los mellizos, esos dos parecen complementarse muy bien, tal vez, demasiado.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD