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1654 Words
― ¿Realmente crees que es conveniente asistir a un evento cuando hace tan solo día y medio que nos han dado una advertencia de que tenemos un enemigo ahí fuera? ― Draco eleva una ceja. ― Entonces, prefieres vivir encerrado y con miedo ― suelta Ivoh viéndolo incrédulo. ― Considero que lo mejor es asistir, que sepa, quien quiera que sea que no tenemos miedo ― Calendra se pone de pie. ― No estoy de acuerdo contigo ― Aléh la observa ― No me malinterpretes amor, pero ser precavidos es lo mejor. ― No podemos faltar, nos esperan importantes miembros de nuestra sociedad, estamos siendo observados por todos los logros que hemos obtenido, si nos echamos atrás estaremos tirando por la borda todo ― Evelyn suspira. ― Tal vez, pero, ¿Qué hay de los mellizos? ¿Planeas llevarlos? ― Draco observa serio a su cuñada, sabe que sus sobrinos pueden ser algo ariscos cuando se trata de multitudes. ― Creo que es tiempo de que se vean inmersos en nuestro mundo, deben saber de qué hablamos y quiero que sean respetados y conocidos ― Ivoh observa a su esposa ― Necesitan ver el mundo desde nuestra perspectiva, además, ya no son unos niños. Pueden con esto. ― Bueno, habrá que echarles un ojo de vez en cuando, tu hijo es tan sociable como tú ― se mofa Draco ― Gaia es una vampira muy bella, tendrá uno que otro pretendiente. ― Decapitaré a unos cuantos ― suelta su padre molesto, ― j***r, deja que vivan un poco ― rueda los ojos. ― ¿Cómo vivías tú? ― Diana pregunta observándolo con una mirada pícara. ― No hablaré de mi oscuro pasado ― sonríe. Samuel corre entre los árboles seguido de un grupo de jóvenes lobos, se detiene observando cerca de allí un pueblo algo retirado de la enorme ciudad y a juzgar por los aromas que allí se concentran solo viven seres humanos, observa  a quienes lo siguen, con gruñido les indica acercarse al lugar con cuidado mientras que poco a poco van recobrando sus apariencias humanas; una vez ponen un pie en el humilde pueblo notan que sus habitantes son personas trabajadoras, tranquilas y marcadas por un vampiro, de eso no hay duda. Antes de que Sam pueda hablar siente como su cintura es rodeada por un par de brazos, voltea sorprendido bajo la atenta mirada de los muchachos detrás de él para encontrarse con la sonrisa de Gaia. ― Hola tío Sam ― lo suelta divertida. ― Hola Gaia ― le sonríe ― ¿Qué haces aquí? ― Estaba algo aburrida mientras escuchaba a mis padres, encontré tu aroma asique vine hasta aquí ― se encoge de hombros ― ¿Qué haces por este lugar? ¿Qué es? Es la primera vez que vengo. ― Es un pueblo, humano ― aclara viéndola. ― Oh… ― susurra, si bien sabe de la existencia de las personas y conoce el pasado de su madre, no ha estado en contacto con un humano nunca desde que nació. ― ¿Puedo quedarme? ― No lo sé… ― suspira. ― No hare nada malo, te obedeceré en todo ― pide. ― Supongo ― cede negando lentamente y volteando hacia el grupo ― Ella es mi sobrina, ni siquiera la olfateen, ¿Entendido? Los jóvenes asienten viéndola de reojo, les sorprende en demasía el hecho de no solo estar en presencia de un vampiro sino que de un paria y mestizo, también el hecho de cómo se refirió su alfa a la muchachita y sin dejar de lado que como cualquier otro ser inmortal luce exquisita ante los ojos de otros, atractiva, magnética. Adentrándose entre las personas pueden ver que son reconocidos como algo más que humanos, aunque los habitantes no estén seguros de saber que son; Sam los observa con cautela, las marcas que llevan dejan saber que son sirvientes pero ninguno está bajo la tutela de su amo, entonces, ¿Qué sucede aquí? ― Hola ― Gaia saluda a un grupo de adolescentes humanas. ― Hola, ¿De dónde eres? ― pregunta una de ellas sonriente. ― De muy lejos ― sonríe, no dará información ― Que bonito lugar tienen, ¿Esas son luces? ― Sí, haremos un festival dentro de un par de días ― responde otra joven. ― Que bueno ― la pelinegra observa las tiendas, son humildes pero llaman la atención aun así. ― ¿Por qué no vienes con nosotras? La pasaremos bien ― comenta. ― Me encantaría ― asiente entusiasmada. ― Dinos, ¿Quién es tu amo? ― ladea la cabeza. ― ¿Mi amo? ― frunce el ceño. ― Sí, todos aquí tenemos uno ― su sonrisa de desvanece ― Pero no somos parte de su clan, somos los desechados, sirvientes que no han podido cumplir con las expectativas de sus amos y exiliados hemos llegado hasta aquí. ― De vez en cuando somos visitados por el Consejo Vampírico que viene a darnos otras oportunidades o simplemente a controlar nuestro comportamiento ― rueda los ojos otra de ellas. ― Yo no tengo amo ― responde ― No necesito uno. ― ¿A no? ― eleva una ceja sorprendida. ― ¿Cómo te llamas? ― Gaia ― la voz de Sam detrás de ella las sobresalta a todas. ― Será mejor que te alejes de las humanas, no queremos problemas. ― Pero… ― intenta discernir. ― ¿Humanas? ― La de cabellos cortos y rubios la ve casi horrorizada ― ¿Eres uno de esos enormes animales…? ― Antes de que la pelinegra pueda contestar prosigue ― No, tú no eres eso, esa piel, esos ojos, eres un vampiro. Inmediatamente todas retroceden asustadas, viéndose en el centro de atención Gaia aprieta las manos volviéndolas puños, chasquea la lengua recordando las palabras de su hermano, tiene razón, los humanos son mas que una especie débil y temerosa, no vale la pena intentar algo más con ellos; después de todo fueron los humanos quienes llegaron a esas instancias, fueron ellos quienes se dejaron avasallar por los seres nocturnos sin darse cuenta de que lo pasaba realmente. ― Soy a quien deben respeto, no vuelvas a hablarme como si fuera una escoria ― la ojiverde frunce el ceño molesta. ― No, no era mi intención ― suelta la chica ― Perdóname ― arrodillándose frente a ella baja la cabeza, como si temiera ser golpeada. La mestiza solo la ve, sin saber que decir da media vuelta en su eje y se aleja a paso parsimonioso bajo la mirada preocupada de Sam, habiéndose alejado un buen tramo se encuentra cara a cara con Vlad que la ve como si hubiera cometido el más grande de los errores y su característico “Te lo dije” resuena en la mente de la fémina. ― Lo sé ― responde ella pasando por su lado. ― Entonces, ¿Qué esperabas? ― la sigue. ― Nada ― se encoge de hombros. ― ¿Por qué estás aquí en primer lugar? ― la detiene. ― ¿Por qué no me dejas en paz? ― lo enfrenta ― Tu vives alejándote de mi, prefiriendo irte con tus preciados amigos, ¿Por qué de repente me sigues a todos lados? ― No te sigo, solo intento prevenir algun desastre que puedas ocasionar ― gesticula. ― ¿Desastre? ― lo empuja ― ¿Qué crees que voy a hacer? ― Oh, vamos, hace unas noches dijiste que quieres sangre pero que no la encuentras en la villa ― rueda los ojos, no sabe qué decir, realmente la siguió por el simple gusto de verla pero el que se haya reunido con Sam le molestó bastante  ― Solo… solo vine a asegurarme de que no le hinques el diente a alguien. ― miente. ― Claro ― ríe irónica. ― Como si tu no quisieras beber sangre que no sea de un animal drenado. En primer lugar, no me apetece la sangre humana, de ser así tengo pleno conocimiento de que debo pedir un sirviente que me dé su sangre, no soy estúpida Vladimir; tal vez deberías estudiar más en lugar de estar rodeado de molestas parias. ― ¿Qué? ― eleva una ceja ― ¿Por qué siempre terminamos hablando de las parias que me siguen? No necesito estudiar, puedo beber de quien me de la gana si es de nuestra villa, no me faltan donadores. ― Vaya, tu sí que eres un idiota ― comienza a caminar ― Sabes perfectamente que no nos atrae la sangre de nuestros pares, ¿Bebes por diversión? ― Bebo como una alternativa ― responde seco. ― ¿Qué tal esta alternativa?  Púdrete y déjame sola ― se aleja de él. ― ¿Por qué eres así? Me sacas de mi centro, siempre tan testaruda y odiosa, no puedo creer que tío Sam soporte tus arranques infantiles ― farfulla. ― Él no es un niño mimado como tú ― voltea sonriéndole. ― Con esa forma de ser jamás conseguirás tener un compañero ― rueda los ojos. ― Yo no quiero un compañero ― escupe ― Yo… ― se adelanta a él pero calla repentinamente, no puede decirlo, no a él; ¿Acaso se reiría de ella? ¿Tomaría sus palabras como un juego tal como suele hacer con todo? ― ¿Tú? ¿Tú qué? ― pregunta acercándose ansioso, tal vez lo que su hermana quiere soltar a gritos es lo mismo que lo carcome a él por las noches. ― ¿Tú qué, Gaia? ― Nada ― pasa por su lado. Estando inmersos en sus problemas no son capaces de notar que son observados muy de cerca por una persona bastante peligrosa, que sonríe a mas no poder viendo a la muchacha alejarse llena de molestia; sus colmillos asomando por sobre sus labios, sus ojos clavados intensamente en la figura de la fémina y la manera en que sus pensamientos buscan la forma de llegar a ella sabiendo que no es una paria más del montón dejan una gran incertidumbre en el aire. ― Al fin nos volvemos a ver, mira que eres bella Gaia, el tiempo te ha tratado bien ― sonríe satisfecho para luego clavar los ojos en Vladimir ― ¿La historia se repite acaso? ¿Dónde he visto esta escena antes? ― ríe mofándose, los mellizos aún no terminan de madurar y por ende sus impulsos y emociones nublan sus sentidos en algunas ocasiones. ― Parece que voy a tener que llevarles mi presencia mucho antes de lo que planeaba.  
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