Capitulo 4

1669 Words
El viernes se paso deprisa, en un abrir y cerrar de ojos, ya era la hora de la cena y de mi cita. No se como lo había hecho mi abuela, pero había conseguido que el nieto de su amiga Candy, quedara conmigo ese mismo día. Me lamente por aceptar la cita pero no podía decir nada, no podía hacer nada, ya no me podía arrepentir por mucho que quisiera. —Respira—me dijo Liana. La mire, estaba apoyada en la puerta de mi habitación. —No quiero ir—me queje y ella me miro. —Respira—me dijo y se acerco a mi. Miro mi armario y me saco un vestido n***o, que se pegaba a mi cuerpo, tenía escote, y apertura en la pierna, era largo, pero de tirantes. —Ponte este—me dijo y la mire. —No quiero enamorarle—le dije y ella se río. —Esa no es la intención—me dijo y la mire. No entendía nada, y menos porque me estaba dando el vestido más impactante de mi armario. —¿Cuál es tu plan?—le pregunte. —Voy a estar en la discoteca de Tom—me dijo y la mire. Creo que ese lugar se iba volver nuestro lugar favorito, y no es que la idea no me desagradara, me gustaba el sitio pero no me gustaba ir sola hasta ahí. —¿Y eso que tiene que ver con este vestido?—le pregunte y ella me miro. —Que vas a ver a tu chico de los tatuajes—me dijo y la mire. —No es mi nada—le dije. Liana río. —Amanda, ese chico te gusta y vas a impresionarle—me dijo y la mire—Si no quieres hablarle tú, haremos que él venga a ti—me dijo. Me reí, en realidad era buena idea, no lo iba negar. Me quite el vestido azul, y me puse el vestido n***o, Liana me acomodo la cintura, y el pelo. —Eres jodidamente preciosa—me dijo y la mire. —Gracias—le dije y bese su mejilla. Ella me miro por el espejo, y analizo como me quedaba. —Pinta te los labios—me dijo y la mire. Ella me miro, sin dudarlo, cogí el pintalabios rojo y me pinto los labios. —Gracias—le die cuando termino. —Sonríe—me dijo y la mire—Quizás vas a pasar la peor hora de tu vida, pero te aseguro que va salir todo bien—me tranquilizo. La mire, y no pude evitar sonreír. Liana era la mejor persona del mundo, era mi apoyo más importante, con Bianca pero aunque amaba a Bianca, vivir con Liana me acercaba más a ella y la hacía más importante en mi vida. —¿Te viene a buscar o habéis quedado?—me pregunto. —Vamos a vernos en el restaurante italiano—le conté ella negó. —Ese chico no me gusta—me dijo y me reí. —En realidad ha sido idea mía—le dije y ella me miro. —Vamos, cogemos un taxi y te llevo antes de irme—me dijo. Mire a Liana, ella iba vestida con un vestido pegado verde, era de tirantes y bastante corto. —Claro—le dije. Tras calzarnos las dos con tacones, salimos de casa, vi como Evan salía de casa y no tenía ganas de darle explicaciones por lo que cogí a Liana para darnos prisa, y así no hablar con él, no es que no quisiera hablarle, era muy buen amigo pero no tenía ganas de darle explicaciones y siempre tenía que darle explicaciones. —Que raro que no quieras ver a tu amiguito—me dijo cuando las puertas del ascensor se cerraron. La mire sorprendida, aunque era verdad. —No quiero tener que darle explicaciones—le dije y ella me miro. —Tendrás que evitarle—me dijo y la mire. —Por suerte, no va a los entrenamientos—le dije y ella me miro. —¿Tienes entrenamientos?—me pregunto y la mire. El ascensor se abrió en la planta baja, salimos de ahí y ya un coche nos esperaba, mire a Liana. —Tom lo ha mandado—dijo y nos subimos. Coger taxis era complicado, pero si tenías buenos contactos y todo era más sencillo y rapido, y Tom tenía varios amigos taxistas. —No me has respondido—me dijo y la mire. —Si tengo entrenamientos—le explique—Tenemos competiciones es septiembre y no quieren fallar—explique. Ella negó.  Liana no estaba muy de acuerdo con mi decisión de ser animadora, para ella, todas las animadoras eran, tontas y oxigenada, también es verdad que no había tenido buena experiencia con ellas. El taxi nos llevo al restaurante y se paro ante el. Mire a Liana. —Suerte—me dijo y me abrazo. —Si no me gusta, te pediré socorro—le dije y ella río. —Sin problema—me dijo y beso mi mejilla. Salí del taxi, y mire el restaurante. Respire hondo, y entre al restaurante, para ir a donde el metre,  —Una reserva a nombre de Amanda Bernand—le dije. La reserva la había hecho yo, ya que en este restaurante era imposible conseguir mesa pero al mi familia servirles vino, siempre nos hacían un hueco. —Acompáñeme señorita—me dijo. Me llevo por el restaurante para dejarme en uno de los mejores lugares de este, era una mesa en el balcón de la segunda planta, debajo del tragaluz que dejaba ver todo el cielo. Me senté en la silla y mire al cielo feliz. —¿Le gustaría que le trajera algo de vino?—me pregunto y sonreí. —Claro, me gustaría un rosado dulce—le dije, sabiendo cual quería. Me sonrió. —Tengo el vino perfecto, un reservado de su familia—me dijo y sonreí. El metre se fue dejándome sola. Saque mi móvil, para mirar este hasta que mi cita llegará. Sabía que había llegado un poco antes de lo que habíamos llegado, peor no se, quizás me esperaba verle aquí, y que no estuviera me decepcionaba. Note como alguien se sentaba delante mía, ya empezaba la cita. Deje mi móvil para encontrarme con un chico rubio de ojos verdes. —Hola—le salude. —Terminemos esto cuanto antes—me dijo. Le mire. —¿Qué?—le pregunté. Estaba bastante impresionada, no entendía porque era tan borde, no nos conocíamos, eso era verdad, pero no entendía porque debía ser así. —Ni tú, ni yo queremos esto—me dijo y le mire—Lo hago por mi abuela y voy a suponer que tú también lo haces por la tuya—me dijo y le mire. —Si—fue lo único que me salió. Una parte de mi deseaba que ese chico, fuera genial, enamorarme de él y solucionar todas las quejas con mi familia, pero se veía que él solo era un idiota egocéntrico como yo supuse que sería. —Voy a por algo de beber al bar—me dijo y se fue de la mesa como si nada. Ni siquiera me había dicho su nombre, que majo era. Suspiré. Mire, a la gente que estaba en el restaurante, teniendo citas reales, estaban enamorados y yo estaba aquí, con un idiota, en lugar de estar en una fiesta donde seguramente me lo pasaría mejor. —Hola—me dijo alguien desde atrás mío. Me gire para encontrarme con los ojos grises del chico de la discoteca. iba con una camiseta blanca y una chaqueta de cuero, tenía unos pantalones n***o, y zapatillas blancas, era realmente guapo. —¿Qué haces aquí?—le pregunte. Él se acerco a mi, dejando su cara cerca de la mía. —Tu amiga me ha dicho que necesitas que te rescaten—dijo y le mire. ¿Liana le había enviado para salvarme de esta cita? ¿Sin ni siquiera saber si era una cita horrible? —No puedo irme—le dije y él me miro. —Ese chico es un idiota—me dijo y le mire—Nadie en su sano juicio dejaría a una chica, como tú, sola—me dijo. Le miré y traje saliva. —Kleine, vamos—me dijo y le mire. —¿Kleine?—le pregunte. —Si quieres saber que significa, ven conmigo—me dijo y me ofreció su mano. No iba mentir, quería irme con él, quizás sería una locura pero quería ver a donde nos llevaba esto, a donde íbamos a ir y que aventura viviríamos esa noche, y no quería tener miedo a si era un asesino en serie o que me pasara, quería por una vez en mi vida, irme y hacer una locura. En ese momento, mi cita volvía con un vaso de alguna bebida oscura en la mano. —¿Quién eres?—le pregunto de forma bastante violenta al chico misterioso. El chico misterioso me miro. —Es mi amigo—dije sin dudarlo. —Creo que soy mucho más que tu amigo—me dijo y le mire. Apenas sabía su nombre, era  mucho decir que era mi amigo. —Estamos en una cita—dijo mi cita. Mire a los chicos. ¿No se iban a pelear como animales por esta tontería? —¿Podemos dejarlo?—pregunte. Sin dejarme reaccionar, el chico misterioso me agarro del brazo y me levanto. —¿Qué haces?—pregunto el nieto de Candy. —Cállate—le ordeno y tiro de mi. Me llevo fuera del restaurante, no me resistí mucho, en parte quería irme pero no iba ponérselo tan fácil. Una vez fuera del restaurante, me subió a un coche n***o y luego se subió él para arrancar el coche.
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