Capitulo 5

1836 Words
En el coche del chico misterioso, el conducía con gran tranquilidad, sin ver nada malo a lo que había hecho pero me había arruinado la vida, mi familia me iba a matar, estaría castigada por el resto de mi vida y si no me quitaban todo lo que tenía, iba ser un gran milagro. —¿Qué has hecho?—le pregunte. Él condujo tranquilo. —Salvarte—me dijo tranquilo. Le mire impresionada. —¿Quién te lo ha pedido?—le pregunte. —No te has resistido—me dijo como si nada. Le mire molesta. —Yo no te he pedido nada y me he ido contigo para no armar una escena—intente excusarme. Estaba intentando con gran fuerza, convencerme a él y a mi misma, que no quería estar con él, que no quería estar ahí, que estaba bien en la cita pero era todo lo contrarío, no quería estar con ese chico, sino con el que estaba ahora, que era confuso pero yo me entendía. —Una amiga tuya, me vino a gritar que te ayudara—me conto. Le mire. —¿Que?—le pregunte sin entender nada. Le mire, él condujo tranquilo como si nada le perturbase. —Una castaña—me dijo. No era muy difícil saber quien de mis amigas eran,  solo tenía dos que sabía de la existencia de él, y que serían capaces de ello, y estaba claro que Bianca no era, ella estaba en una cita con el chico que su familia había decidido para ella, por lo que fue Liana la que hizo eso. —¿Dónde te vio?—le pregunte. Él se mostraba tranquilo. —En la discoteca—me dijo. Le mire. Aunque sabía el lugar, me extrañaba que hablara de este como si fuera el único en el mundo o en la ciudad cuando era quizás el millón o el que fuera, obviamente, era fácil saber cual era porque era el único en el que coincidimos. —¿Y has venido sin más?—le pregunte sorprendida. Una cosa era que Liana le dijera que viniera a por mi, pero otra cosa muy diferente era que él viniera como un héroe por mi. —Si—me dijo y le mire—Para ser sincero me daba curiosidad, saber de ti, sobre todo tras que me ignoraras en el centro comercial—me dijo. Suspire. Le había ignorado, porque pensaba que él no me recordaba, no sabía porque iba a recordarme cuando apenas nos vimos una vez y no fue más de tres minutos, era imposible que recordara mi cara o mi nombre. —Pensé que no me recordarías—le conté. Él me miro sorprendido. —¿Por que no te recordaría?—me pregunto serio y tranquilo. —No lo se—le dije—Solo nos vimos una vez, durante tres minutos, no tenías por que hacerlo—le dije. Él se acomodo en la silla y paso su mano por la mía, como si fuera algo sencillo, era una forma para demostrar que estaba ahí, y me gusto, no voy a mentir. Le mire impresionada. —Amanda—me llamo y le mire, sorprendida porque recordara mi nombre. Solo nos vimos una vez, y por mucho que yo recordara cada palabra, él no tenía que hacerlo, yo era seguramente una persona más que se le hablo en su día, y yo era la chica con gran memoria que recordaba todo de todos. —No se como serán tus anteriores relaciones, pero necesito más de una semana para olvidar a alguien y más si es guapa—me dijo y le mire impresionada. —¿Crees que soy guapa?—le pregunte. Río. Por mucho que fuera animadora, eso no me daba belleza, y no te lo recordaban mucho, para que mentir. —No voy a responder a eso, Kleine—me dijo y le mire. —¿Qué significa?—le pregunte. Cuando me iba a responder e íbamos a continuar con esa hermosa conversación, mi abuela me envío un mensaje, que no quise ni leer, sabía lo que era, y no quería sufrir y romper este hermoso momento. Estaba muerta. —Me van a matar—me queje. Note su mirada en mi, por primera vez en todo el viaje. —¿Quien?—me pregunto. Le mire, pero ya no me miraba, miraba a la carretera. —Mi familia—dije. Él río. —¿Por?—me pregunto. Le mire impresionada. ¿No se daba cuenta de lo que acababa de hacer? ¿Era la única que lo veía? —¿Por? Porque he dejado plantado a un chico, en una cita que me han organizado ellos, esperando que salga bien y sea el único y definitivo porque debo comprometerme pronto, casarme y tener hijos sino se me pasa el arroz, y no voy a ser siempre igual de guapa y joven para traer a los hombres, y todo esto lo he hecho por un chico al que no conozco y que tiene pinta de criminal—dije. Suspiré. —Wow—dijo cuando termine. Respire hondo, aliviada por soltar todo lo que guardaba dentro, estaba demasiado estresada por la presión que mi familia ponía sobre mi, no solo debía ser la perfecta responsable de la empresa de vinos sino que debía casarme y tener hijos antes de los veinticinco para que estuvieran tranquilos. No sabía porque, pero me era fácil hablar con él, era como si supiera que estaba segura con él, y cada palabra que el me daba, afirmaba esa sensación, la amaba y la odiaba al mismo tiempo. —Vale—me dijo tranquilo. Le mire impresionada —Lo de criminal me ha dolido, pero voy olvidarlo porque veo que estás muy nerviosa—me dijo y le mire. —Lo siento—le dije y le mire—No quería ofenderte—le dije. Él río. —No me has ofendido—me dijo y le mire. —Es que con esos tatuajes y la ropa oscura—dije y él me miro de reojo. Río. —Puede ser verdad—me dijo y le mire. Me puse a pensar, y me mordí el labio nervioso. —¿Qué significan?—le pregunté. Él me miro atento, cuando estábamos en un semáforo en rojo. —¿A que te refieres?—me pregunto sorprendido. Quizás no era mi asunto pero era una cosa que siempre me preguntaba. —Los tatuajes—dije y él me miro—Todos los que conozco, tiene un significado intenso—le dije- Él río y arranco el coche cuando el semáforo se puso en verde. —En realidad no tienen ningún sentido—me dijo y le mire—Tengo cosas que me tatuó por aburrimiento—me dijo y reí. Mire que en su brazo derecho, tenía tatuado encima del codo, lo que parecía un garabato. —¿Y ese garabato?—le pregunte. —Mi hermana pequeña me hizo un dibujo y me lo tatué—me dijo. Le mire impresionada. —¿Así sin más?—le pregunte sorprendida. Él asintió. —El cuerpo no importa, al final se queda bajo tierra, lo que importa es el interior por lo que marco mi cuerpo con cualquier cosa que me guste, para dejar huella—me dijo y le mire. Era quizás la primera persona que conocía en mucho tiempo, que no le importaba el físico. —Supongo que es verdad—dije. El me miro tranquilo. Mire a la carretera, la ciudad estaba hermosa de noche, estaba tranquila, aunque había mucho trafico, era preciosa, las luces y la música, me gustaba, era una tormenta tranquila. —Si te preocupa que seamos extraños, pregúntame lo que quieras—me dijo, le mire impresionada—Es enserio—añadió. Reí. —Tu nombre—le dije, tras una pausa. —¿Que?—me pregunto sorprendido. —Tú sabes el mío, juegas con ventaja—le dije.  Me moría de ganas de saber su nombre, no me gustaba llamarle chico misterioso, o que mis amigas le llamaran mi chico misterioso, era raro. Él me miro de reojo, levantando una ceja. —¿Esto es un juego?—me pregunto. Le mire sorprendida. —No—le dije sorprendida. Él río. —Me gustan los juegos—me dijo y le mire. —No se porque no me extraña—le dije bromeando y él río. —Max—me dijo—Aunque todos me llaman lobo—añadió. Le miré. Era un apodo lógico por sus intensos ojos grises, pero no le pensaba llamar como el resto del mundo, yo no era el resto del mundo. —¿Es diminutivo de algo?—le pregunte por curiosidad. Él me miro. —Si—se limito a responder. —¿Me vas ha hacer preguntar todo?—le pregunte sorprendida. Él estiro su brazo y cogió el mío para besarla. —Me gusta tu voz—me dijo. Le mire. Una buena respuesta para hacerme hablar todo el tiempo. —¿Cuál es el nombre completo?—le pregunte. Él me miro unos segundos. —No estamos preparados para esa conversación—me dijo y le mire. —¿Que?—le pregunte sorprendida. Él me miro divertido. —He dicho que preguntes, no que te vaya a responder—me dijo. Pase mi lengua por la parte interna de mi mejilla, divertida y molesta. Era buen punto. —Mi nombre completo es Amanda Isabella Bernard—le dije. Él me miro por unos segundos. Y ahí me arrepentí de decirlo, me había subido a su coche sin saber si era un asesino o un v******r, me había tomado la libertad de darle mis datos sin saber que pasaría, era una maldita ingenua. Siempre me pasaba lo mismo, confiaba demasiado rápido, si es que Liana y Bianca tenían razón, tenía que sacar mi carácter. —Yo seguiré con Kleine—me dijo. Le mire. —No vale—me queje. Él me miro sorprendido. —Yo no temo a contarte todo como idiota y tú eres un misterio andante—me queje. No dijo nada por unos segundos, se dedico a mirar la carretera pensativo, estaba claro que no tenía una respuesta para mi queja, estaba claro que no estaba preparado para seguir con esto y que todo lo dicho era planeado para maravillarme. —No se puede contar todo en la primera cita—me dijo y le mire. —¿Que?—pregunte sorprendida. —Tengo que ser un misterio para que quieras seguir hablando conmigo y quedando—respondió tranquilo y le mire impresionada—Si te cuento todo, dejaré de ser el chico misterioso y te fijaras en otro, y me gustaría tener tu atención un tiempo—aclaro. Le mire sorprendida. —Vale—dije. Estaba algo sorprendida, pero de momento, me servía la respuesta.
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