Unos días después Mar ya estaba en su casa, la operación había salido bien.
Cuando su primo me dio la noticia, estaba más que feliz.
-Hey mi prima ya está en su casa, ahora tiene que ir mejorando poco a poco.- Dijo Hernán despreocupadamente.
-Me alegra oír eso.- Una sonrisa se dibujaba en mi rostro.
-Mmm… me pone feliz que este bien, pero me preocupa lo interesado que estas en ella.- Me miraba de reojo.
-No sé qué es lo que te preocupa tanto.- Lo mire algo desconcertado.
-Es que se cómo eres, todas las chicas te gustan. Y créeme que con las demás no me interesa lo que hagas, pero tengo un cariño muy especial por Mar y no me gustaría que la tomaras como una diversión mas, ella no es como las demás.- Decía mientras mirábamos el techo recostados en la cama de mi cuarto.
-No la veo de esa forma, de verdad me gusta.- Suelto un suspiro- ¿Cuándo me has visto nervioso y dubitativo de estar con una chica? Ni siquiera hablo de sexo, simplemente de estar en un mismo lugar hablando de banalidades.
-Jamás, ninguna te pone nervioso.- Comento sin dudar.
-Ves, con ella es lo contrario. La veo venir y mi corazón se acelera, falta nada para que salga disparado por la boca. Incluso creo que si ella llegara a hablarme ni siquiera podría decir nada coherente.
-No voy a decir que esto me pone feliz, porque no es así. Pero tampoco me voy a poner en medio de sus caminos. Aunque si la llegas a lastimar yo mismo me voy a encargar de borrar tú linda cara a golpes. ¿Lo has entendido no?- Dijo mientras se ponía de costado para mirarme a los ojos.
-Lo entiendo. Igual ni siquiera sé si puede haber un “nosotros”- Dije con mis dedos haciendo comillas.
Nos quedamos un rato mas en silencio, cada uno pensaba en sus cosas.
Unos días después salía de la escuela cuando me cruce con mi amigo Esteban.
Veníamos hablando de nuestras cosas, cuando mencionamos a Hernán. Me parecía raro que ese día no hubiese ido a la escuela.
Hoy Hernán no vino, no sé que le habrá pasado. –Dije dudoso.
Ayer lo vi, estaba bien.- Comento Esteban despreocupado.
Cuando estábamos llegando a nuestras casas su hermana Estibaliz nos increpo.
¡Hey! ¿De qué hablan? –Pregunto intrigada.
Ella y yo no nos llevábamos muy bien, pero así y todo no se metía en la relación que tenía con su hermano.
De Hernán, que hoy no fue a la escuela. –Dijo Esteban dirigiendo su mirada hacía ella.
Ah debe ser porque otra vez internaron a Mar. –Comento al pasar.
¿Qué? – Dije sorprendido
Sí, mi mamá los cruzo a la mañana y les dijo que no andaba bien, que estuvo toda la semana con fiebre y que los médicos tomaron la decisión de internarla de nuevo, parece que tiene neumonía. –Mi cara palideció.
Gracias por la información. Perdón pero me tengo que ir, tengo cosas que hacer. –Dije mientras salía apurado hacía mi casa.
Ellos no comprendieron mi reacción, pero muy poco me importo quedarme a dar explicaciones.
Llegue a mi casa, deje mis cosas y mi madre me estaba esperando para comer.
Estaba llevándome un bocado a la boca cuando una idea pasó por mi cabeza.
Quería ir a verla, comprarle algo, demostrarle que me importaba y que quería que mejorara pronto.
Empecé por hablar con mi madre, le dije que necesitaba algo de plata para comprar cosas de la escuela, por supuesto era mentira, pero ella accedió.
Luego hable con mi padre e invente otra excusa pero él nunca me negaba nada, así que también me dio algo de dinero.
Y por último, le dije a mi hermano mayor que saldría con una chica, que si no me daba algunos pesos para invitarla a comer un helado y este también accedió.
Con el dinero en mis manos ya podía llevar adelante mi plan, al día siguiente iría a comprarle un regalo y luego viajaría hasta el hospital.
No estaba seguro de que me dejaran ingresar, pero al menos haría el intento.
Salí de la escuela y fui directamente a tomar el bus, luego de 10 minutos descendí y camine 4 cuadras hasta llegar al hospital.
Luego de ingresar y hacer algunas preguntas sobre cómo llegar a terapia de pediatría, estaba en el 3 piso.
De camino pase por una florería y le compre un oso de peluche y una rosa.
Obviamente la enfermera me increpo inmediatamente impidiéndome el paso.
-Lo siento jovencito, pero no se puede pasar.- Me dijo mirándome fijamente y poniendo una mano en mi pecho.
-Perdón, quería ver a una paciente y dejarle este presente.- Le dije mientras desviaba mi mirada hacía el oso.
-Es que no es hora de visita y ahora mismo los pacientes están descansando.
-Por favor, no puedo volver más tarde. Prometo solo entrar, dejar el oso a su lado e irme.- Puse mi cara más tierna en ese instante.
-Bien, dígame quien es la paciente y hare una pequeña excepción.- Ella se encamino hacía su sala mientras yo la seguía lentamente.
Luego de pasarle los datos requeridos, ella me señalo donde estaba Mar. Pude verla detrás del cristal, estaba dormida.
-Aprovecha que su madre fue hasta la cafetería. Tienes solo 2 minutos, así que aprovéchalos.- Me dijo con una pequeña sonrisa.
-Gracias.
Deje mi mochila en el suelo de la enfermería, lave mis manos antes de ingresar, para luego atravesar las grandes puertas de madera.
Me fui acercando a ella lentamente, estaba nervioso era la primera vez que la tenía tan cerca de mí, se veía mucho más delgada y pálida.
Mi corazón latía demasiado fuerte hasta el punto de tapar mis oídos y no dejarme escuchar nada. Rezaba para que ella no despertara, no sabría cómo explicarle que hacia allí sin quedar como un idiota.
En voz baja comencé a hablarle mientras dejaba el oso en la mesa de luz que estaba junto a su cama.
-Hola Mar. Soy Ezequiel, te traje un regalo, espero te haga sentir mejor. Sabes… te extraño. Con solo verte alegrabas mis días, te necesito, mi vida no es lo mismo sin ti.- Dije mientras tomaba una de sus manos.
Ella por instinto apretó la mía sin despertarse. Sentir el roce de su piel me reconforto, hizo que una electricidad pasara por mis venas.
La enfermera miraba cada uno de mis movimientos atreves de la ventana.
-Debo irme, mejórate pronto. Te estaré esperando. Te quiero.- Susurre en su oído, a la vez que dejaba un beso en su frente.
Solté lentamente su mano y comencé a caminar hacia la salida, sin dejar de darme vuelta algunas veces.
-Gracias, fue muy amable- Dije mientras tomaba mi mochila del suelo de la enfermería.
-De nada. Eres un novio muy atento.- Pronuncio mientras me sonreía.
-¡Oh no! No lo somos.- Me ruborice.
-Lo siento, creí que lo eran. El brillo en tus ojos dice que la quieres mucho más de lo crees.
-Puede ser. Es… importante para mi.- Hice un breve silencio- No le diga a su madre mi nombre por favor, creo que ni siquiera sabe quien soy.- Dije algo apenado.
-Como quieras-
-Adiós.- Voltee para dirigirme hacía la salida.
-Adiós.- Ella sonrió para volver con sus quehaceres.
Media hora más tarde había llegado a casa, mi madre estaba furiosa porque no había llegado a almorzar pero para mi suerte mi hermano salvo mi trasero culpándose de olvidarse avisarle que yo saldría con alguien más.