ANIKA Sentí los besos de Aiden quemando mi piel. Habíamos llegado al pent house con la mitad del cuerpo desnudo, y lo único que pasaba por mi mente era que tenía una urgencia infinita por llegar a su cama. Nunca digan nunca hermanas, mírenme a mí, la rarita estaba a punto de comerse al crush de su vida y es que este hombre sabía donde tocar y cómo tocar, porque tan solo sentir sus dedos y su respiración sobre mi piel, era como un golpe de líbido activado. Le enterré las uñas en la espalda y Aiden dejó escapar un sonido gutural, de esos que indicaban que me quería tendida y desnuda para él. Yo estaba más que dispuesta a complacerlo y complacerme de él. No sabía si esto iba a ser cosa de una sola vez, pero al menos tenía la seguridad de que me estaría entregando a un hombre que valía