ANIKA
Era una locura lo que estaba haciendo con este hombre porque no sabía exactamente donde estábamos parados, pero vaya, había hecho muchos puntos y eso no lo podía negar. Se lo había ganado y aunque fuera cosa de una sola vez, me daría por bien satisfecha de haber estado con él.
Era un hombre maravilloso y no se daba cuenta de ello.
Le mordí el labio inferior, y cuando le dije que me hiciera suya esa noche me estrechó con más fuerza sobre sus brazos. Mi corazón latía como si estuviera en un carnaval brasileño, tan fuerte, tan alto, tan rápido, que pensé que se me saldría del pecho.
— Gracias al cielo que me lo pides tú —. Se fue directo a mi cuello atacando con besos que me quemaban la piel—. Estaba dudando de dar el paso porque no quería terminar en el suelo con la mandíbula desen
