AIDEN No pude evitar sentir ese deseo de marcar lo que era mío, porque sí, pensar que pudo haber pasado la noche con Christopher me hacía revolcarme en mi propia miseria, morderme los dos huevos y aventarme con todo y mis inseguridades. La quería para mí. No podía seguir negándolo. No solo me la quería tirar, también estaba ese deseo de despertar todos los días a su lado, de respirar su aroma, de llenarme de ella, de ir tomados de la mano, y no tener más el riesgo de que el polvo pica pica aparecería en el champú en cualquier momento. Solo esperaba no terminar en el suelo con la mandíbula desencajada, pero no podía permitir que las cosas con Christopher avanzaran, Por Dios, no quería que le tocara un solo pelo. Sí, dentro del manual de Mil maneras de cagarla al estilo Aiden, enseño la