Tras haber estado ingresada un par de horas debido a una leve hipertensión, causada por la conmoción de perder a su hijo, regresó a su departamento. Alice, preocupada por su hija, decidió quedarse con ella. Richard en cambio, fue a preparar todo para el entierro de su nieto. El entierro sería en la ciudad natal de Kaia, Oregon. Al día siguiente, todos viajaron hasta allá, donde los tíos y los primos de ella los estaban esperando. — Teníamos ganas de verte, pero no en estas circunstancias – le dijo una tía de ella. — Tus tíos de Wyoming no pueden venir pero te dan su más sincero pésame por la pérdida – le comunicó Alice. En ese momento, Kaia abrió los ojos y poco a poco los ojos se fueron llenando de lágrimas. Sin poder remediarlo, se derrumbó en los brazos de su madre. Había pasado