Stefan salía de una sala de un hotel, abrochándose el primer botón de la chaqueta del traje y con una sonrisa en los labios. Había tenido una bonita noche, sin contar que había tenido sexo con una de las mujeres que había ido a ese encuentro. Al salir a la calle, miró hacia el cielo. Pronto sería aquella reunión en Múnich con todos aquellos hombres. Cerró los ojos para sentir la brisa de la noche de verano que en ese momento soplaba. Cada vez más le gustaba esa ciudad, pero sabía que no podía faltar a esa reunión que se celebraba cada año y sólo quedaban cuatro semanas para que se llevase a cabo, que estaba prevista para finales de julio. Sabía que durante esos días, debía poner más vigilancia a Kaia y a su hijo, ya que tenía pensado llevárselos con él a esa ciudad alemana. Caminó