Ya anocheciendo llegaron a Bath, el verano empezaba a despedirse para dar paso al invierno. La atmósfera estaba saturada de movimiento, la multitud se hacía presente, así como los carruajes que transitaban aquellas calles. De pronto el cochero anunció la llegada a su destino.
—Querido, despierta ya llegamos— replicó Ana totalmente anonada por la vida incesante y vibrante de la ciudad. John quien durmió todo el camino despertó de repente.
—Es cierto.. llegamos, estaba muy cansado, disculpa por no haber sido un mejor compañero de viaje, aún así estoy seguro que te encantará esta ciudad, tiene mucho que ofrecer en cuanto música y bailes. Además conozco muy buenas personas con quiénes podrás entablar amistad, siendo así no será difícil acoplarte a las costumbres de la sociedad.
Una vez dicho eso, John bajo primero del carruaje para tender la mano de su esposa, quien no podía dejar de observar a los transeúntes que obstruían las aceras para dirigirse a los salones donde el baile, la conversación e incluso la bebida reinaban.
—Ani, no te preocupes una vez instalados te llevaré a esos bailes que tanto ansias conocer.
Ana, no podía ocultar su felicidad, le hacía tanta ilusión ir ya estaba preparada para ese espectáculo maravilloso, donde posiblemente se harían presentes emociones desconocidas y estaba a la espera de ellas.
—Ahora por favor entremos—John abrazó a su esposa, le dio un beso en la mejilla y entraron.
Ese lugar, emanaba luz era amplio con hermosas escaleras y frescos que la decoraban. Sin embargo, Ana no pudo apreciar el lugar, ya que John parecía que había explotado, no podía contener más sus emociones, quería tener a su esposa en su lecho, por lo que la alzó como si de una pluma se tratase y la condujo a la recámara.
— Ani, te amo tanto, necesito sentir tu piel, tu aroma... besar tus labios y perderme en ellos—Ana, contemplaba a John mostrándole una sonrisa pícara, de esta forma rompió todos los prejuicios y ataduras, se entregó a la pasión e hicieron suyos todos aquellos pecados y deseos que se pueden cometer en la intimidad.
Al día siguiente muy temprano en la mañana, Ana decidió levantarse e ir a inspeccionar el lugar, dejando a John en la recámara. Grande fue su sorpresa cuando halló en el salón un retrato de toda la familia, donde estaban John y Alexander, pero se llevó una desilusión al ver que uno de ellos estaba de perfil con los ojos medio dormidos, suponiendo que era Alexander. Siguió recorriendo la habitación hasta chocarse con un hermoso instrumento... un piano.
—¡Que belleza! Esta será mi sala preferida, tocaré sublimes melodías que mostrarán mi felicidad—expresó.
Y así fue, Ana se sentó moviendo ligeramente sus dedos sobre las teclas del piano. Sus mechones de pelo castaño caían sobre su rostro tapando la mitad de este, y sus ojos azules miraban fijamente las partituras que estaba interpretando.La música despertó a John quien inmediatamente se dirigió a la sala y se postró en el umbral de la puerta para contemplar a su mujer, como lo hizo la primera vez, sin embargo, en esta ocasión la melodía era dulce y exquisita, por lo que se sintió muy feliz al saber que él era el causante de tanta felicidad.
John caminó unos pasos, y besó la cabeza de Ana, quien giró totalmente asustada para encontrarse con los ojos que la miraban con ternura y amor.
—Cariño, quisiera que hoy nos quedemos en casa, podemos leer, o simplemente conversar hasta quedarnos dormidos— sonrió
—Esta bien, así se hará.. nos quedamos en casa— en tono determinado
Pero Ana, no comprendía del todo porque el Duque no quería salir, pensó que tal vez se hallaba aún indispuesto por el viaje, y deseaba estar tranquilo.
Ana, subió a cambiarse para luego ordenar que se sirva el desayuno; John hizo lo propio empero, sus pasos se hicieron lentos y pesados mientras subía los escalones, cuando llegó al último peldaño se apoyó en el barandal para recuperar aliento, descanso por unos minutos y al aproximarse a la puerta cayó desmayado. Ana quién se encontraba dentro de la recámara, escuchó un golpe, por lo que se alarmó y salió inmediatamente para encontrar a John tendido en el piso.
—Peter! Peter! Ven enseguida, necesito tu ayuda.
Peter, -un sirviente- subió enseguida y tomó en brazos al Duque para recostarlo en la cama.
—Por favor, ve y busca al médico de la familia, dile que se trata de una emergencia.
Peter, salió lo más pronto posible, mientras Ana se quedó con John hasta que esté recuperase el conocimiento, volviendo en sí unos minutos después.
—Querido, porque no mencionaste que estabas indispuesto, debiste quedarte en cama, yo hubiera velado por tí.
Sombriamente sonrió — pensé que era un malestar pasajero y que en el trascurso del día pasaría, me equivoqué... Lo siento.
—Tranquilo, ya mandé a llamar al médico, estará en poco tiempo.
John dentro de él sabía que no era buena idea llamar al Doctor, ya que este podía informarle a Ana sobre su estado de salud. Peter, llegó al poco tiempo trayendo al Doctor, quién se presentó.
—Mucho gusto Madame, lamento que nos conozcamos en estas circunstancias, le pido por favor que me deje unos minutos, para examinar al Duque. En cuanto termine la mandaré a llamar.
Ana obedeció y se dirigió a la sala de Té, esperando el llamado del Doctor para que le dijese que sólo se trataba de un susto.
Una vez dentro, el Doctor Smith, miró a John un poco desconcertado.
—Por lo visto, ocultaste tu estado de salud.Te recomendé la última vez que nos vimos, que si pensabas contraer nupcias, debías de informar a tu futura esposa sobre tu enfermedad.
—Si lo sé, no pude decirle, sabía que si lo hacía no se casaría conmigo, porque pensaría que lo hacía para sufrir nuevamente.. ahora tiene ilusión...es feliz.
—Estás siendo egoísta, sufrirá de igual forma— guardó silencio y prosiguió —Tú te marcharas de forma inminente, y sabes que ya nada se puede hacer.
John se quedó callado unos momentos.
— ¿Cuánto tiempo me queda?
—Es difícil determinar el tiempo, si la enfermedad avanza, cómo me temo que lo está haciendo, será cuestión de meses.
— Entonces, pienso aprovechar estos meses, la haré muy feliz y no la desampararé. Por lo pronto, te pido un favor...— tomó aire, tragó un poco de saliva y continuó — Como el amigo que eres, sólo comunicale , que se trata de extremo agotamiento...Nada más.
El doctor Smith, asintió pero le advirtió que si la enfermedad empeorase, él sería quien le daría la noticia a la Duquesa.
John, respondió.
—Que así sea—se quedó en silencio unos segundos, sabía que posiblemente su plan debía de ejecutarse antes de lo previsto.