Pasaron varias semanas desde esa tarde, Alexander y Ana se convirtieron en cómplices y amantes, las visitas nocturnas, el intercambio de besos a escondidas y uno que otro toqueteo en los pasillos se volvió algo cotidiano. Cada día, Alexander demostraba que podía ser un buen padre y que su hermano John estaría orgulloso de él; Lord Cavendish y Lady Cavendish tuvieron que marcharse a Bath, debido a una nota que recibió Paul quién a su vez prometió mantenerse en contacto con Alexander, y que lo mantendría al tanto una vez que Manson de la información que tanto necesitaban. Ana, estaba radiante y feliz para satisfacción de Lucrecia quién pensó que el engaño podia pasar a segundo plano, mientras no hiciera daño no había porque preocuparse. Ana jugaba en la recámara con el pequeño Alexander y