Capítulo 6: Propuesta tentadora

1264 Words
Salieron a buscar a los niños, junto a varios empleados, decidieron separarse, Virginia y Octavio iban juntos, pero se alejaron, porque querían abarcar más lugar. Virginia caminó por la playa, el tiempo cambió, el mar estaba agitado, nubes negras cubrían el cielo, y había amenaza de tormenta. Ella temía por los niños, se sentía culpable. «¿Por qué debí aceptar esto? Si a esos niños les pasa algo malo, no me lo perdonaré nunca» —Por favor, caracola, tráeme a mi mamita de regreso —esa vocecita hizo que Virginia retrocediera, Sia estaba ahí a unos pasos de ella, bajo el muelle. —¡Sia! La niña lanzó un grito de miedo, y lanzó la caracola al mar. —¡Mi deseo no se hará realidad! Virginia la tomó en sus brazos, y la cargó. —Escucha, tal vez no se haga realidad, pero ¿Sabes que tu mami te ve desde una estrella brillante? —¿De verdad? —Sí, ella te va a cuidar siempre —Sia sonrió, Virginia limpió sus lágrimas—. ¿Dónde están tus hermanos? Sia apuntó. —Esperan el barco. Virginia corrió al muelle, llevó a Sia de la mano, y se acercó despacio, de pronto, Dante dio un traspié, y cayó al mar, los niños gritaron asustados. —¡Dante! —¡Lyra! —exclamó Virginia —. Lleva a tus hermanos lejos del mar, ¡Hazlo! Lyra escuchó la voz de Virginia, y la vio saltar al mar tras Dante, la niña estaba boquiabierta, obedeció, tomó las manos de sus hermanos menores y los hizo correr lejos del mar. —¡Dante! —gritó Daniel. —¡Espera! —Lyra los abrazó, asustada, lloraban pensando que tal vez, nunca más verían a Dante. Octavio llegó y abrazó a los niños. —¡¿Dónde está Dante?! —Cayó al mar, Virginia fue por él. Octavio sintió que se quedaba sin aliento, vio a Virginia cargando al niño. Él corrió a alcanzarlo, Dante que estaba consciente corrió hacia su padre, y él apenas pudo sacarlo, pero una ola logró embestir a Virginia y llevarla mar adentro. Octavio dejó a Dante con los otros niños y entró al mar junto a un hombre salvavidas. Los niños estaban con Paulina, quien estaba conmovida viendo tal escena desesperada. Vio a Octavio sostener el cuerpo de Virginia en sus brazos, ella estaba inconsciente, los niños comenzaron a sollozar, Paulina sintió mucho temor. Octavio dejó a Virginia sobre la arena, el salvavidas estaba dando respiración, luchaba por salvarla. Octavio tenía los ojos enormes, sus manos se volvieron un puño de frustración. «¡No puede morir! ¡No puedo perderla cuando ni siquiera comenzó!», pensó De pronto, escucharon a la chica toser, volvió en sí, escupió mucha agua, Octavio sintió que el alma había vuelto a su cuerpo. La llevaron a la casa. Un doctor vino a revisarla, dio sus indicaciones. Los niños fueron a verla cuando todos se fueron. Al entrar, la vieron dormida. —No debemos despertarla, volvamos mañana —dijo Lyra. Los ojos de Virginia se abrieron y sonrió con dulzura. —Hola, lamento arruinar la fiesta de cumpleaños —dijo Dante corrió a abrazarla, y luego Daniel también. —Gracias por salvar a mi hermanito —dijo Daniel, Virginia acarició su rostro pequeño, y limpió sus lágrimas. —Lo volvería hacer, por cada uno de ustedes. Ahora vayan a dormir, mañana prepararé un delicioso pastel de chocolate de cumpleaños. —¿De verdad? —exclamó Lyra, Virginia asintió. Los niños salieron de la habitación, Virginia exhausta recostó su cabeza sobre la almohada. Los niños caminaron rumbo a la habitación cuando escucharon la voz de su padre, que discutía acaloradamente con la abuela Paulina. —¡Tú me has orillado a esto, Paulina! ¿Por qué obligarme a casarme? —¡Porque no eres un buen padre, Octavio! Cuando murió Melody te hundiste en la depresión, si no hubiese estado aquí, ¿Qué habría pasado? ¡Eres débil! Necesitas a una mujer fuerte, como Virginia, ella me ha demostrado que es la mujer que necesito para ser madre de mis nietos. Octavio le miró impactado. —Bien, ahí lo tienes, si ella es la mujer que quieres, la tendré a mi lado, puedes irte a tu país, y dejarnos ser felices, nos ocuparemos de mis hijos —exclamó —No tan rápido, Octavio, si es una jugada, y en realidad, no estás dispuesto a casarte con Virginia, ¡Me llevaré a mis nietos conmigo! Tendrás que visitarlos cuando puedas, pero ya no los criarás solo, ¡Nunca más! Los niños se miraron entre sí, corrieron a su habitación. —¿Escucharon eso? —Sí —dijo Daniel—. Si Virginia no acepta ser nuestra nueva mamá, nos llevarán lejos de papá. —¡No quiero estar sin papá! —exclamó Sia llorando, Lyra la abrazó —No nos iremos lejos de papá, creo que, se acabó, necesitamos una nueva mamá, ¡Virginia será nuestra nueva mamá! —exclamó Lyra, sus hermanos lo aceptaron. Al día siguiente, Virginia se levantó temprano, fue hasta la cocina, sorprendiendo a los empleados, y comenzó a preparar el pastel de cumpleaños. Octavio la observó decorando el pastel, no pudo evitar sonreír al verla. —¿Cómo te sientes? —Estoy bien. Hago un pastel para Lyra, ayer arruiné su cumpleaños. —Salvaste a Dante, eso vale más que nada, créeme. Ella sonrió. Los gemelos aparecieron ante ellos, parecían apurados, y Octavio tuvo el presentimiento de que estaban en una nueva travesura. —Deben venir con nosotros, tenemos una sorpresa. Paulina los vio a punto de irse. —¡Abuela tú también debes venir a ver la sorpresa! Llegaron hasta la orilla de la playa, ahora el sol brillaba, era un mejor día, Octavio se sorprendió de ver a su padre ahí. Paulina se ruborizó al verlo, pero quiso ignorarlo. —Clinton, ¿Qué haces aquí? —exclamó Octavio. —Ya ves, he venido a salvar el día —dijo el hombre guiñando un ojo, luego miró a Virginia, la saludó—. Así que ella es la famosa Virginia. —¿Famosa? —Sí, eres famosa entre los Hesser. Ella sonrió. —Cierra los ojos, Virginia. Ella titubeó ante las palabras de Lyra, aceptó, cerró los ojos. —¿Qué es lo que sucede? —exclamó Octavio. Los niños señalaron un helicóptero, con una manta, que tenía un claro mensaje. «¿Te quieres casar conmigo, Virginia? Atentamente, papá Octavio» Los niños gritaron que debía abrir los ojos, Virginia leyó el mensaje, se quedó boquiabierta. Sia se acercó a ella, y le mostró una sortija en su mano. —¿Qué es esto? —exclamó Octavio impactado. —Los niños me dijeron del problema, bueno, lo solucioné, es la sortija de tu madre y me encargué de la propuesta de matrimonio para domar a la fiera Pau —dijo Clinton, le guiñó un ojo, hablándole en voz baja. Octavio lo miró incrédulo. —¡Octavio! ¿Tenías todo preparado? Entonces, ¿Por qué tanta pelea anoche? ¡Qué hermoso! Vamos, Virginia, este hombre espera una respuesta, pero, Octavio debes hincar la rodilla —dijo la abuela. Octavio le miró confuso. —¿Qué? Paulina se acercó y le dio un golpe suave en la espalda. —Arrodíllate, así se debe pedir matrimonio; repite la pregunta. La mirada de Virginia era casi de terror. «¡Esto no era parte del plan!», pensó. Octavio la miró a los ojos, hincó la rodilla, tomó la sortija. —Virginia, ¿Aceptas casarte conmigo?
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