Capítulo 5: Los niños han escapado

956 Words
Cuando Virginia bajó, fueron al auto, los niños estaban listos, guardaban silencio, como si fueran unos angelitos. Llegaron al aeropuerto, tomaron un avión privado. Cuando el avión despegó, Virginia tuvo miedo, tomó la mano de Octavio, casi de forma inconsciente, él la miró de reojo, cuando ella se dio cuenta, se alejó rápido. —Lo siento… —¿Todavía temes al volar? Ella recordó que lo mismo pasó aquel día, en su viaje juntos de hace un año. Bajó la mirada, odió recordar el pasado que aún ahora, dolía en su corazón. No dijo nada más. El avión aterrizó, luego al descender, fueron recibidos por unos empleados, que los dirigieron a la casa de la playa. Al entrar, escucharon esa voz, los niños corrieron hacia ella. —¡Abuela! ¡Abuela! La mujer abrió sus brazos, mientras los recibía con gusto y felicidad. —¡Mis hermosos niños! Octavio tomó la mano de Virginia, susurró a su oído. —Recuerda las reglas de este juego. Ella lo miró temerosa, luego sonrió. —Querida, Paulina, bienvenida, te presento a Virginia Zárate, ella es mi… prometida. Las palabras de Octavio la hicieron estremecer de nervios, apenas sonrió y le dio la mano a la mujer. Paulina tenía una mirada fuerte, como si la escudriñara. —Bienvenida a la familia, Virginia, bien, veremos de qué estás hecha —Paulina llamó a una empleada—. Lleven a los niños a vestirse y arreglarse para la fiesta. Ven conmigo, Virginia, compraré un regalo para Lyra. Octavio se puso nervioso. —Iré con ustedes, —No, Octavio, esto es una plática de mujer a mujer. Octavio miró a Virginia con temor, y ella no pudo hacer nada, salvo seguir a la mujer. Virginia y Paulina subieron a un auto, después bajaron en una tienda de juguetes, mientras caminaban por el lugar, hubo un silencio entre las dos, que incrementaba el miedo en la joven. —Y dime, Virginia, trabajas en la empresa de Octavio por lo que él me dijo, ¿Cuál es tu puesto? Ella titubeó. —Soy… ejecutiva de recursos humanos. —¡Vaya! Parece que estoy ante una chica lista, y cuéntame, ¿Qué te enamoró de Octavio Hesser? Además de su dinero, obvio. Ella la miró asustada. —No es el dinero el principal atractivo de Octavio Hesser —dijo con voz insegura, pero honesta. —Ah, ¿No? —No, él es imponente, es como un protector, además es inteligente, parece inalcanzable, a veces es odioso, lo quieres asesinar, pero, luego, hace algo, no lo sé; un gesto dulce, una sonrisa, un acto generoso, algo que te devuelve la fe en él, y vuelves a caer rendida en sus brazos —Virginia no se dio cuenta que estaba embelesada en el recuerdo de ese hombre, sus ojos brillaban. —Por lo que veo te tiene enamorada. Virginia volvió al presente se ruborizó al saber que sus sentimientos eran revelados. —Yo… —Caminemos por la playa —Virginia siguió a la mujer, caminaron por la orilla del mar, el cielo estaba nublado, y un viento fresco soplaba—. Mi hija adoraba a Octavio, estudiaron juntos finanzas, él estaba destinado a ser el gran CEO que es, pues su padre era el dueño de True Colors, mi hija y él eran muy jóvenes, ella quedó embarazada por accidente, obligando a que sus planes se paralizarán, se casaron con apenas veintiún años y tuvieron a Lyra, luego, dos años después nacieron los gemelos, mi hija Melody nunca pudo ejercer su carrera, incluso si lo deseaba, debía hacerse cargo de sus hijos, vivió tan aprisa, luego nació Lyra, Melody quería vivir, y durante ese año, se portó tan rebelde, yendo de fiesta, haciendo una vida más liberal, era como si presintiera su muerte, viajó en un crucero, hubo un accidente y ella murió, fue trágico, nunca la volvimos a ver —la mujer tenìa ojos nublados. —Lo siento mucho —dijo Virginia, Paulina supo que era sincera—. Perder a un hijo debe ser triste, perdí a mi madre cuando tenía diez años, luego, mi padre encontró a una buena mujer, pero, ellos murieron en un accidente de auto, yo me salvé, comprendo su dolor, también he perdido a quien amo. Paulina esbozó una triste sonrisa. —Me negaba a que Octavio rehiciera su vida, hasta que vi que mis nietos sufrían, entonces supe que, no puedo ser tan egoísta, los niños merecen a una madre, pero no a cualquier madre, no pido mucho, solo una mujer que pueda darles amor sincero, el dinero viene y va, pero el amor perdura por sobre todas las cosas. —Lo sé, ellos son unos niños dulces, aman a su padre. —Sí, aman a Octavio, pero, si él no es capaz de darles el amor que necesitan, entonces, me llevaré a mis niños conmigo, venderé mi empresa, aunque me duela, y los criaré yo misma. —Pero, ellos sufrirán si están lejos de su padre. Paulina miró al horizonte, sabía que era cierto. —A veces, no sé qué hacer, solo quiero ver a mis niños felices, como cuando Melody estaba aquí. —Nunca será así, pero, habrá felicidad, siempre hay felicidad. Paulina sonrió. «Mi querida Melody, creo que encontré a la mujer perfecta para ser la nueva madre de tus hijos», pensó. Cuando llegaron a casa, encontraron a Octavio desesperado. —¿Qué pasa? —exclamó Paulina. —¡Los niños! No los encuentro por ninguna parte, dejaron una nota. Octavio se la mostró a Paulina, ella se asustó mucho, finalmente, Virginia pudo leerla, «Papi: No queremos a ninguna madrastra, nos vamos para siempre, adiós, no nos busques» Virginia tuvo miedo por los niños, sus ojos temblaban.
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