Capítulo 2: Falsa prometida

1332 Words
—¡¿Qué has dicho?! ¡Ser la prometida falsa de… Octavio Hesser! —exclamó y él siseó para que guardara silencio antes de que la escucharan. —¡Baja la voz, Virginia! ¡Pueden oírte! —¡No! ¡Nunca haría algo así! Franco se quedó perplejo, nunca esperó que Virginia se negara tan pronto a algo que él le pidiera. —Calma, Virginia, debemos discutirlo. —¡No hay nada que discutir! —exclamó cruzando los brazos, con un aire firme. —Virginia, ¡Mi madre puede morir sin su cirugía! Y yo no tengo a nadie que pueda ayudarme, ¡Solo tú! —sostuvo su mano y miró sus ojos, Virginia sintió que temblaba. —Franco… es que, es demasiado… —¡Solo es un fin de semana! Necesita fingir que tiene a una futura esposa, no es que te casarás y ya, lo necesita para no perder a sus hijos o algo así. Ella escuchaba sus palabras, entre más lo hacía, más descabellado parecía. —¿Él sabe que se trata de mí? Porque él me odia… —¡Ay, por favor, Virginia! Para el CEO Hesser eres nada, como una hormiga o una aguja en un pajar, ¡Jamás te notaría! Ella sintió que esas palabras la herían, bajó la mirada, respiró profundo. —¿Cuánto pagará por eso? —Debes exigirle doscientos cincuenta mil pesos. —¡¿Qué?! Pero… —Virginia, que valga la pena esto, ¡Ayúdame! O mi madre morirá, si fuera tu madre la que estuviera en riesgo, yo lo haría por ti, ¿Acaso no lo harás por mí? Tú sabes lo triste que es ver morir a una madre, tú sabes lo que es estar sola en el mundo, ¿Quieres que pase por eso? —No, no lo quiero… Está bien, Franco, lo haré, seré la prometida falsa del CEO Hesser. Franco sonrió feliz, besó sus manos, —Debes encontrarte con él. —¿Qué? —Quiere entrevistarte, hoy a las ocho de la noche —él le tendió un papel en la mano—. Sé puntual, Virginia, y actúa natural, pide el dinero —luego volvió al elevador, hondeó su mano. Ella miró la tarjeta, sintió nervios en su interior. Más tarde, cuando Virginia fue a su casa, buscó en su armario, sintió que no tenía nada que ponerse, se encontraría a solas con Octavio Hesser y sus nervios estaban destrozándola. Tomó un vestido color azul rey, pensó en él, claro que conocía a Octavio Hesser, sentía incluso que tenía una historia con él. «No es una historia con él, solo es algo que ocurrió en mi cabeza», pensó con melancolía, fue inútil, los recuerdos vinieron a su mente, fue imposible detenerlos. «Flashback: Un año antes «Virginia había ingresado a trabajar como secretaria de la asistente del CEO Hesser, escuchó sobre él, que era un gran profesional, un magnate de la empresa número uno de cosméticos, estaba emocionada de aprender, planeaba pronto estudiar la universidad, quería crecer en esa empresa. Cuando lo vio entrar por aquella puerta quedó deslumbrada, era el hombre más atractivo que vio en su vida, nunca un hombre le gustó tanto; alto, de anchos hombros, perfecto traje, unos ojos oscuros y penetrantes, mentón cuadrado, con un aire de rey exiliado, insoportable, pero tan guapo. Estaba en las nubes cuando la asistente le recordó saludar, ella le dio la mano, sintió su fuerte apretón, y su mirada. —Bienvenida, Virginia. Su voz tenía un efecto en su piel, logró erizarla, sonrió. Los siguientes días trabajando juntos fueron buenos, Virginia estaba ilusionada al verlo cada día. Cuando la asistente se enfermó y tuvo que ausentarse por dos días, sucedió todo. —Ella debía acompañarme a playa del Sur a cerrar el trato con el ruso. —Puedo ir yo… si usted quiere… Él la miró fijamente, Virginia sintió que él recorrió su figura, y eso le dio ansiedad, su corazón latió muy rápido. —Está bien, irás conmigo. Al día siguiente lo vio en el aeropuerto, estaba nerviosa, y al mismo tiempo feliz de ir con él, ¡Era como un sueño! Era solo por dos días, el primero, ella pudo aprender de negociaciones, llevó la agenda, anotó cada pendiente e ideas del CEO y el socio. Sin embargo, al día siguiente, cuando por fin el negocio se cerró y firmaron el contrato, el socio ruso, decidió invitarlos a celebrar a un bar. Ella intentó negarse, pero Octavio Hesser le insistió en no ser grosera con el nuevo socio. Al llegar al bar, el socio invitó a bailar a Virginia, ella quiso negarse, no pudo, bailó con él, hasta que de pronto, fueron detenidos por Octavio Hesser —¿No fue suficiente baile? ¿Acaso pretendes robarme a mi asistente? —¡Qué celoso eres, Octavio Hesser! Aquí te dejo a tu Virginia. Ambos quedaron frente a frente en la pista de baile, ella miró sus ojos fijamente. —Debemos ir a dormir, mañana debemos volver. Ella asintió y se fueron. Virginia fue a su habitación de hotel, estaba al lado de la de su jefe. Se sentó en el sofá, sintió que fue una buena noche. —Estuve tan cerca de él, pude ver su rostro sin avergonzarme, me dirigió tanta atención —dijo suspirando, escuchó que tocaron la puerta, se extrañó por la hora, casi la medianoche, se asomó por la mirilla de la puerta, quedó impactada, era Octavio Hesser, apenas arregló un poco su cabello, y abrió para no hacerlo esperar. Él entró, se veía extraño, como si hubiese bebido. —¿Está bien, señor Hesser? ¿Necesita algo de mí? Él la miró fijamente, había una fuerza en su mirada, un brillo que la hizo dudar, Octavio dio un paso hacia ella, rompió la distancia entre los dos, estaban tan cerca que se asustó. —¿Te gustó el ruso? Ella abrió ojos enormes. —¿Qué…? ¡No! —negó de prisa. —¿Y entonces? ¿Por qué bailaste con él? —exclamó con severidad, sintió como sus manos estrecharon su cintura, la acercó a su cuerpo, se estremeció, él besó sus labios, inevitable, fue un beso dulce, que poco a poco apremió, la dejó sin aliento, sus manos se colgaron a su cuello, sintió ese impulso de la pasión desenfrenada que los dominó, un calor impregnó sus cuerpos, sintió que caía en los brazos del CEO. Él rompió el beso, su rostro cambió a uno de angustia, de pronto salió de prisa, esfumándose de su vista como un fantasma en la oscuridad. —¿Qué fue eso? ¿Acaso fue mi imaginación? —se preguntó en un susurro, aun sentía sus cálidos labios sobre los suyos. Al día siguiente, volvieron a la ciudad, hubo un silencio casi sepulcral entre los dos, pero en la oficina empeoró, Octavio la llamó. Ella entró, miró los ojos de Octavio, tenía un gesto severo. —Lo que pasó en el viaje nunca debió pasar, así que te prohíbo pensar en eso, olvídalo, fue un error. Virginia no podía creerlo. —Pero... yo... —titubeó sorprendida —Recoge tus cosas. —¿Está despidiéndome? —exclamó —No, solo dejarás el puesto de mi secretaria y pasarás a la recepción. Virginia estaba decepcionada. —¿Puedo saber que hice mal en mi trabajo para merecer esto? —Recibirás el mismo salario, así que deberías verlo como algo positivo, harás menos trabajo, y percibirás más dinero. Virginia estaba desolada, lo aceptó, salió de esa oficina, quiso renunciar, pero era un lujo que no podía darse, luego de la crisis de la pandemia» Volvió a la realidad. Caminó hasta ese restaurante, preguntó por la reservación a nombre de Octavio Hesser. Pronto le indicaron en que mesa estaba. Sintió sus piernas flaquear al verlo, era un hombre imponente, Octavio tenía la mirada baja, sintió esa presencia, cuando alzó la vista, sus ojos se abrieron enormes. —¿Tú que haces aquí? —exclamó severo.
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