Los niños caminaban sin rumbo, hasta que vieron la estación de tren.
—¡Seguro hay un tren que nos lleva a True Colors! —exclamó Lyra.
Se tomaron de las manos, como si hicieran una cadena humana, y aprovechando que no venía ni un auto, corrieron cruzando la avenida, hasta llegar a la estación.
Sin embargo, llamaron mucho la atención de los guardias de seguridad, quienes se apuraron a ir tras ellos.
Los niños bajaron unas escaleras, observaron las barras para cobrar el pasaje.
—Vamos, Lyra, paga el pasaje, pronto viene el tren.
Lyra miró su billete, cuando unos hombres se acercaron a ellos.
—Niños, ¿Dónde están sus padres?
Los niños se miraron entre sí, negaron, y apretaron sus labios.
—¿Niños? —exclamó de nuevo el guardia, miró a su compañero, extrañado de que los niños no dijeran
