—¡¿Celosa, yo?! —exclamó con rabia, se alejó de él—. ¿Y por qué lo estaría? No se olvide que es un contrato, parece que espera algo más.
Octavio frunció el ceño, odió que esa mujer pudiese revertir sus palabras en un simple ataque.
—¡Basta! No te metas en mi vida, ve a trabajar.
Virginia estaba furiosa.
—Bien, usted tampoco se meta en mi vida, ¡recuérdelo! —exclamó
Virginia dio la vuelta, se alejó.
Sintió que las lágrimas rodaban por sus ojos, camino por un pasillo, subió al elevador, quería calmarse, sintió muchas miradas.
Luego tomó un pasillo, escuchó que la llamaron.
Era su jefe Sergio Sandemetrio, el hombre la miró severo.
—¿Qué significa esto, Virginia? ¿Puedes irte sin decir nada y perder la mitad del día en quien sabe qué y pensar que eso es trabajar?
La chica le miró ate
