Los minutos pasaron y fuimos ingresando a una zona residencial de circuito cerrado. El tamaño de las casas variaba cada vez que el auto avanzaba, era un vecindario muy tranquilo y hermoso. Anderson detuvo el auto frente a una casa de un solo piso, la entrada casi no era visible por el portón de metal y más que todo por la oscuridad de la noche. Él bajó del auto, eso me pareció un poco extraño. —Vamos, te quiero mostrar algo—me dijo Anderson asomándose por la ventana al ver que yo no me movía del asiento. Hice lo que le pidió, salí del auto y lo seguí. Me di cuenta que habíamos llegado frente a un portón de madera localizada en la parte trasera de dicha casa. —¿Acaso quieres que robemos algo de esta casa?—le pregunte con confusión, ya que no tenía ni la menor idea del porque estábamos en