Llegamos una hora antes al corporativo, para poder vernos con Butler, que ya nos esperaba en la puerta del edificio. -Buenos días –Me acerqué con rapidez para estrecharle la mano –Espero no haberlo hecho esperar mucho –Estaba avergonzada, aún y cuando fue él quien fijo la hora de la reunión, a causa de su ocupada agenda. -No, acabo de llegar –Respondió con amabilidad. -Pase por favor –No había nadie en el corporativo, a excepción del guardia de turno, lo cual no era de extrañarse. -¡Buenos día Ben! –Saludamos al unísono Eden y yo al hombre frente a la puerta. -¡Buenos días! –El gurdia, que seguramente estaba en medio del rondín, respondió. En un silencio que me pareció de profesionalismo, llegamos a la oficina de Eden, quien me hizo una seña con amabilidad para que ocupara su lugar.