ARMANDO ALCAZAR
Tengo una carta en mi mano, su primera respuesta. Estoy saboreando el momento, aun cuando el sobre sigue cerrado, la emoción me embarga y mi mano tiembla levemente al sujetar el abrecartas. No quiero dañar el sobre, no quiero dañar la carta, pues estoy seguro de que es un papel que atesoraré por siempre.
Desdoblo el papel encontrando una hermosa caligrafía que a todas luces es de mujer. Tiene una linda letra, pero nada es más importante que las hermosas palabras que contiene. ¿Está lista para verme? ¿Quiere realmente conocerme? ¿Tengo esperanzas con ella? ¿Está aceptando la intensidad de mis sentimientos?
Eso parece y no pienso dilatar más el momento. He sido paciente, absurdamente paciente debido a las normas sociales, sobre todo por su corazón herido, pero ahora q
