ARMANDO ALCAZAR Parece que el insomnio se ha convertido en un compañero constante en mis noches. Una vez más, estoy acostado en la cama, con los brazos bajo la cabeza, reflexionando sobre todo lo que Amalia me contó hace unas pocas horas en la sala. Mi intención era simplemente presentarle mi idea y que ella decidiera entre aceptar ser, a los ojos de todos, la nueva niñera de Aurora o que, de una vez por todas, aceptara que es mi prometida y terminar con este enredo absurdo. No es que no pueda comprender la naturaleza de sus preocupaciones, pero como hombre, me parece más fácil tomar acción, decir que estamos comprometidos y casarnos en unas pocas semanas. Después del matrimonio, resolveríamos los problemas que surgieran. Sin embargo, entiendo que las mujeres son más reflexivas en estos