Por más que lo intento, las palabras de consejo de la señora Amelia no llegan a mi memoria, ¿cómo fue que me dijo que debía comportarme con el señor Alcazar? La mirada del hombre es intensa y parece que interfiere con mi concentración.
—No he tenido el honor de presentarme antes, pese a que este no es nuestro primer encuentro, soy Armando Alcazar.
Bajo saliva de manera forzada, pues así de cerca, el hombre con el cabello mojado y la camisa blanca pegada al pecho, se ve inesperadamente atractivo. Cuando su mirada gris se encuentra con la mía, siento que mi cuerpo cambia de temperatura de manera instantánea. Sé que el hombre espera una respuesta, es lo mínimo que por educación debo hacer, saludar y presentarme, así que me obligo a hablar y volver a mirarlo, aun cuando mi mirada vuelve a
